Por Jordi Linares Pellicer, Universitat Politècnica de València
En el momento en que DeepSeek vio la luz, expertos de medio mundo (y del otro medio también) entramos sin descanso a conocer todos los detalles de su código abierto. Hemos encontrado importantísimos avances, y uno de ellos merece que nos detengamos un momento a pensar: cuando el usuario pulsa el botón ‘modelo R1’, la IA empieza a buscar la respuesta como lo hace la mente humana.
Es el comienzo de algo muy nuevo, tanto que cuesta creer que no sea ciencia ficción: estamos ante el arranque del razonamiento de las máquinas.
El día de China
China irrumpió con fuerza en la escena de la inteligencia artificial (IA) hace sólo unos días con el lanzamiento de DeepSeek. Se codea con los gigantes: OpenAI (ChatGPT), Gemini de Google y Claude de Anthropic. Sorprende no solo su potencia, sino el hecho de que lograron construirlo con inversiones asombrosamente bajas comparadas con los presupuestos astronómicos de sus competidores. Además, se ofrece como modelo libre, de manera que cualquiera puede instalarlo y ejecutarlo en su ordenador en diferentes versiones.
Muchas voces destacadas ya anticipaban que China no se quedaría atrás en la carrera de la IA. Kai-Fu Lee, autor de Superpotencias de la IA y expresidente de Google China, lo señaló hace tiempo. Hoy, dirige uno de los fondos de inversión tecnológicos más potentes del país asiático.
Hasta aquí lo que ha supuesto el arranque de DeepSeek y aún mantiene en vilo a oriente y occidente. Pero, además, desde el momento en que se hizo público su desarrollo, muchos hemos estado probando la nueva IA china. Llegan informes de todo el planeta, y consideramos que su modo R1 merece detenerse a pensar.
El modelo R1 y el cerebro humano
Al examinar en detalle DeepSeek, encontramos un punto curioso que, según parece, pocos han advertido. Bajo la caja donde introducimos nuestras consultas existe un botón que activa el modelo R1, capaz de razonar de manera más lenta y profunda. El modo en que la máquina piensa antes de responder al prompt recuerda el sistema 2 (“pensar despacio”) con el que el reconocido psicólogo Daniel Kahneman describe nuestra propia mente.
Mientras el “sistema 1” de DeepSeek responde de forma rápida e intuitiva, el “sistema 2” recurre a procesos más analíticos y deliberados.
La mayoría de los modelos actuales operan con ese modo veloz (sistema 1). El reciente modelo o1 de ChatGPT de OpenAI inició la tendencia de invertir más tiempo de computación para resolver problemas complejos ante una pregunta realmente compleja. Lo interesante de DeepSeek es que consigue actuar rápido para lo fácil y lento para lo difícil. Cuando lo usamos, si nuestro prompt es fácil de resolver, la IA cuenta con dos versiones para responder casi de inmediato, y, además, el modelo R1, donde el sistema se detiene y piensa más antes de dar su respuesta.
Todo apunta a que 2025 será un año clave para ver un mayor despliegue de esta capacidad de razonamiento profundo.
El razonamiento profundo
No es la primera vez que un salto así se hace notar. En 2016, AlphaGo, dirigida entonces por Demis Hassabis, Premio Nobel de Química, ejecutó una jugada increíble, el famoso movimiento 37 contra Lee Sedol, en el juego Go, que en Asia se practica desde hace 3 000 años.
Aquel instante fue un hito: la IA no solo superó expectativas, sino que también mostró una creatividad que tardó en ser comprendida. Con DeepSeek, lo prometedor es la ampliación de esa forma de “pensar” más a conciencia, imprescindible en contextos como la ingeniería o la medicina para dar respuesta a problemas en los que aún no existen métodos para encontrar solución claramente definidos.
Abierta la caja de Pandora
El equipo chino detrás de este proyecto ha abierto al público tanto el código como sus técnicas, lo que facilita que otros investigadores repliquen y mejoren sus métodos. Esto, claro, acelera la innovación y confirma que no solo las grandes corporaciones con fondos millonarios pueden liderar la carrera tecnológica del siglo XXI. Una vez que la tecnología está disponible para todos, la “caja de Pandora” queda totalmente abierta.
Muchos expertos debaten sobre la futura inteligencia artificial general, que aspira a desenvolverse con soltura en un amplio abanico de tareas, como haría un ser humano medio, e incluso acercarse a la superinteligencia.
Parar y pensar
Hasta hace poco, estos temas sonaban a ciencia ficción, pero la aparición de movimientos excepcionales como el de AlphaGo o la incursión de nuevos modelos capaces de “parar y pensar” los llevan a un plano más tangible.
Hemos entrado de lleno en una etapa en la que dejaremos de dudar si la IA puede razonar, para pasar, quizá antes de lo esperado, a conseguir que razone mejor que nosotros.
En el caso de DeepSeek, el modo R1 puede acabar resolviendo problemas de gran complejidad, dando lugar a soluciones antes sólo en manos de cualificados profesionales tras pensar, y mucho. Se abre la puerta a cuestionar el lugar de la mente humana en los procesos de descubrimiento en un futuro cercano. Lo está haciendo o1 (y sus futuras versiones) de OpenAI, pero DeepSeek lo democratiza y abre al mundo, lo que supondrá un expansión enorme.
Al habilitar la opción de razonamiento pausado y profundo, y al abrir sus entrañas, DeepSeek abona el terreno para que otras iniciativas hagan lo mismo, impulsando proyectos que exploten este enfoque en logística, educación, diseño, arquitectura o diagnóstico médico.
¿Vamos a perder el liderazgo humano del razonamiento? ¿Dejaremos de ser los únicos con pensamiento creativo? Como mínimo, empezamos una carrera hacia este resultado con un ritmo que los expertos no esperábamos.
Europa permanece ausente, empeñada en regular algo que no termina de entender ni dominar por falta de inversión y por la pérdida de talento, que encuentra fuera menos trabas. En lugar de situarse en la vanguardia, parece enclaustrada en debates que, por sí solos, no aseguran un avance tecnológico real. Otros actores siguen marcando el ritmo ahora en la era del razonamiento profundo, en la que el ser humano puede pasar a ser un observador y ya no el líder del poder cognitivo.
Apasionante momento histórico. No nos lo perdamos.
Jordi Linares Pellicer, Dr. en informática y profesor en la Universitat Politècnica de València, Universitat Politècnica de València
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.