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En estos días, las autoridades de La Habana han puesto en marcha una nueva batida contra la basura, en medio de la epidemia de arbovirosis que afecta al país y de las reiteradas quejas ciudadanas por las acumulaciones pestilentes y la insuficiente labor de higienización.
Las acciones, desplegadas en distintos barrios y comunidades habaneras, buscan reimpulsar la recogida de desechos con el apoyo de los vecinos. A estos se les solicita que saquen la basura coincidiendo con el paso de los camiones colectores, en lugar de depositarla en la vía pública.


Con el dengue y el chikungunya en franca expansión, desde inicios de octubre el Gobierno cubano desarrolla en la capital una campaña de saneamiento que ha movilizado a diversas entidades estatales y busca involucrar activamente a la población.
Sin embargo, aunque las autoridades aseguran que la iniciativa ha tenido hasta ahora un “saldo positivo”, los vertederos desbordados siguen formando parte del día a día de los habaneros. Para enfrentar esta realidad, el Gobierno ha creado brigadas de barrenderos, aplicado multas que superan el medio millón de pesos y organizado movilizaciones los fines de semana.


El nuevo impulso a la recogida de basura es parte de la estrategia gubernamental de higienización y enfrenta —al menos de inicio— los mismos desafíos de otras campañas: las carencias de equipos y personal, la falta de combustible y también de sistematicidad, la desidia alimentada por la crisis, entre otros factores.
Además, enfrenta el enorme reto logístico que implica —si no eliminar— al menos reducir de manera significativa las acumulaciones de basura en una ciudad que genera alrededor de 30 mil metros cúbicos de desechos sólidos cada día y que requiere, cada año, unos 30 mil tanques colectores.


De momento, la nueva batida contra la basura está en marcha. En municipios como La Habana Vieja, por ejemplo, los camiones comienzan a circular sobre las 7:00 de la noche por las avenidas principales, mientras que durante el día excavadoras y brigadas de trabajadores recogen los desechos acumulados.
Tampoco faltan las críticas. Algunos cuestionan que los recorridos se limiten a determinadas calles, mientras otros lamentan que el uso de medios técnicos no siempre adecuados para la recogida provoque roturas en calles, aceras y tanques de basura.
No obstante, la preocupación central apunta a la sostenibilidad de estas acciones y a su permanencia en el tiempo. Tras no pocas campañas malogradas —no solo relacionadas con la basura, sino también con otros asuntos—, muchos habaneros se preguntan, con razón: ¿será esta vez?
















