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En la fábrica de pienso Leopoldo Reyes, en San Cristóbal, provincia de Artemisa, la realidad no se deja maquillar: de una capacidad instalada para producir 300 toneladas diarias de alimento animal, apenas se logran 34.
El director Michel Ravelo Herrera evita eufemismos y reconoce que la dependencia de materias primas importadas —maíz y soya— limita cualquier intento de abaratar precios y estimular la producción nacional de carne y huevos.
El panorama descrito por el periódico Trabajadores es el de una industria que se mueve a paso lento, atrapada en la escasez de insumos y en la falta de encadenamientos productivos. Aunque existen áreas arrendadas a empresas extranjeras como ViMariel S.A., enclavada en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, la producción sigue siendo casi totalmente importada, una de las viejas heridas abiertas de la economía nacional.
La ciencia cubana apuesta por los transgénicos
El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana (CIGB) ha sido protagonista en el desarrollo de cultivos transgénicos desde 2020.
Según el doctor Mario Pablo Estrada García, director de Investigaciones Agropecuarias, Cuba importa cada año unas 350 mil toneladas de soya y 800 mil de maíz, con un costo cercano a 500 millones de dólares.
Ante tal sangría financiera, la solución científica se abrió paso sin riñas académicas: crear variedades resistentes al clima y a las plagas, capaces de multiplicar rendimientos con igual extensión de tierra y fuerza laboral.
Desde entonces, ingenieros y técnicos del CIGB trabajan en parcelas experimentales con semillas registradas, monitoreando cada dosis de fertilizante y cada etapa del cultivo.
El híbrido transgénico de maíz H-Ame15 y cinco variedades de soya ya están en proceso de multiplicación. Sin embargo, como advierte Trabajadores, los resultados no han alcanzado el impacto esperado en la conversión de proteína animal.
El terreno tiene la última palabra
El reportaje del medio expone con crudeza las limitaciones: falta de financiamiento para disponer de la tecnología necesaria; escasez de fertilizantes y paquetes tecnológicos incompletos; carencia de maquinaria recolectora y secadoras. A su vez, altos costos de cosecha y secado e indisciplinas tecnológicas que desvían insumos hacia otros cultivos. Y para colmo, también el sector padece la delincuencia rural, con mazorcas robadas durante el largo proceso de secado.
En Sancti Spíritus, por ejemplo, aunque se liberaron 720 hectáreas para el cultivo transgénico, solo se sembraron 382. Los campesinos reconocen que el rendimiento duplica al maíz criollo, pero la falta de condiciones óptimas impide superar las 8 toneladas por hectárea que prometen los híbridos.
Muchas veces no se ha obtenido el rendimiento escrito en los planes. De acuerdo con la Máster en Ciencias Leyenis García Santos, licenciada en Microbiología, quien labora en el CIGB, se ha sembrado fuera de tiempo, a lo que se suma “la falta de electricidad que impide el riego, y en particular, indisciplinas tecnológicas con el maíz al que se destinan productos e insumos, pero los productores los distribuyen para otros cultivos”.
Por su parte, uno de los pioneros en la experiencia de los transgénicos, René Alemán Rodríguez, de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Juan Darias, localizada en Yaguajay, lanzó una advertencia dramática: “Los productores de maíz están en peligro de extinción por falta de insumos”.
Granma, una visión optimista
En contraste con el estado de cosas descrito por Trabajadores, el diario Granma ofrecía un relato mucho más alentador en un artículo publicado en agosto pasado.
Según el mismo doctor Estrada, hay 5608 hectáreas de soya transgénica sembradas para consumo animal y 300 destinadas a semillas. En el caso del maíz, se reportan 150 hectáreas para semilla y ocho de línea pura, con un potencial productivo de nueve toneladas por hectárea.
Las proyecciones son ambiciosas. Para 2026 se pretende alcanzar 25 mil hectáreas de maíz transgénico, con un rendimiento estimado de 125 mil toneladas destinadas a la alimentación animal. En cuanto a la soya, se busca consolidar la producción en 4500 hectáreas por provincia, ampliando la capacidad de generación de semillas certificadas.
“Los beneficios más notables son el aumento de los rendimientos, al lograr mayores producciones por hectárea, la reducción de las pérdidas por plagas y enfermedades, mejora de la eficiencia en el uso del agua y de fertilizantes, y el incremento de la disponibilidad de alimentos”, resumió el doctor Estrada.
Dos relatos en tensión
La aparente contradicción entre la perspectiva de ambos periódicos es evidente. Mientras Trabajadores describe un escenario lleno de obstáculos, con productores que apenas logran cerrar ciclos y con una preferencia por importar pienso antes que arriesgarse en la agricultura, Granma pinta un panorama de expansión y éxito, con cifras que proyectan un futuro prometedor.
La diferencia no es menor. En un caso se habla de sembrar apenas unas centenas de hectáreas con dificultades constantes, y en el otro de miles de hectáreas ya en producción y decenas de miles proyectadas.
Los testimonios campesinos recogidos por el periódico de la CTC muestran entusiasmo por los rendimientos del maíz transgénico, que pueden cuadruplicar al criollo, pero también frustración por la falta de recursos. “El resultado final no financia la cadena de valores”, advierte Enrique Rosendo Pérez Cruz, director del CIGB espirituano.
Por su parte, el órgano del PCC insiste en que el programa de producción de semillas transgénicas es un pilar esencial para la seguridad alimentaria en Cuba, promoviendo una agricultura sostenible y eficiente. Incluso menciona proyectos internacionales de bioseguridad, como el financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que han permitido crear laboratorios para detectar cultivos genéticamente modificados y sistemas de monitoreo.
La pregunta que queda flotando es si ambos relatos son contradictorios o complementarios. Trabajadores se centra en los problemas prácticos de los productores: falta de insumos, tecnología y financiamiento. Granma pone el acento en los avances científicos, las políticas aprobadas y las proyecciones oficiales.
En el fondo, ambos discursos reflejan la tensión entre la ciencia que promete y la realidad que limita y reajusta. El futuro de los transgénicos en Cuba dependerá de cerrar esa brecha entre dos polaridades: convertir los logros de laboratorio en resultados palpables en los campos y en los mercados.














No se preocupe, que Trabajadores recibirá un cocotazo por ese artículo.
Todos los años según Granma están creadas todas las condiciones para la zafra, y luego no hay azúcar. Harán no sé cuantas viviendas (incluyen en las cifras las que hace la población por esfuerzo propio, qué descaro) y luego, en el 2024 sumando todo fueron solo 7000 y pico.
El turismo mejorará, la electricidad mejorará, las industrias mejorarán, “estamos en mejores condiciones que en esta misma fecha del año pasado” , la agricultura sembrará y cosechará, están previstas miles de cosas en acueducto y viales, el transporte mejorará, el cuadro básico de medicinas se garantizará así como los alimentos normados, se reducirá la inflación y todos seremos felices en el cuasi-comunismo. Ya empezamos con los “discursos navideños”.
Llenos de exhortaciones al esfuerzo ajeno y asegurando se vencerá en todos los órdenes.
Luego no se cumple casi nada, nadie es responsable excepto el bloqueo (y el Gil), los errores no tienen padres, y volvemos a repetir los mismos discursos navideños entre los mismos aplausos año tras año…. Y el pueblo ahí. No es creíble. Es muy contraproducente
Quiero y defiendo a mi patria. Creo en los principios que enarboló la Revolución Cubana en el año 1959. En el Programa del Moncada. Seguramente me catalogarían de comunista. Rechazo el imperialismo yanqui. Marcos Rubio es para mí alguien sumamente despreciable y negativo. Pero tengo que coincidir un tanto con su descripción de los dirigentes cubanos hoy. Hay ineptitud. Pero los gastos administrativos y las barrigas y viajes con familiares y residencias y demás si están por todo lo alto. Y sus parientes e íntimos curiosamente no son policías, enfermeras, maestros de primaria, barredores de Comunales, campesinos o cualquier otra profesión deficitaria para la que la UJC o el Estado hacen campañas y contingentes. Son cuadros, especialistas de inversión extranjera, empresarios privados, artistas. Cercanos al dólar, los viajes, los carros, o a los bienes y recursos asignados.
Muchas veces usted ve que aseguran harán X y Y cosas y usted dice:” Pero si no han podido hacer la mitad, o tal otra cosa más sencilla” y se pregunta si tendrán algo bajo la manga. Pues no. Es un discurso navideño. Ciencia ficción.
Ya veremos cada ministerio e institución oficial dando sus pronósticos triunfales en los próximos días. Y saldrá una noticia de cercanas y fabulosas inversiones rusas (o chinas) de fuente anónima en las redes, y una nueva campaña o ley a debatir y “ahora sí!”….
La realidad es que el cultivo transgénico lleva un paquete de insumos y rinde más. Lo criollo y natural es a la inversa. Lo real es que la situación de Cuba es muy compleja y la gente siente desprecio por las frases triunfalistas.
Sí hay salida y mejora posible, de todo, incluso dentro del marco oficial, porque dentro de esta misma crisis han habido ligeras mejoras y empeoramientos, como mismo hay posibilidad de abismarse mucho más. Todo depende de tomar decisiones acertadas. Hay ejemplos como Vietnam o Burundi que tras graves crisis resurgieron. Pero Granma sólo pone los problemas “autorizados” como mismo los medios de Miami sólo ponen problemas.