Las autoridades sanitarias cubanas afirmaron este lunes que la epidemia de chikungunya y dengue que afecta a la isla apunta a tener “un transcurso muy positivo” en las próximas semanas, “hacia el control” de ambas arbovirosis.
La viceministra de Salud Pública, Carilda Peña, aseguró en declaraciones a la televisión nacional que la pasada fue la octava semana consecutiva con cifras a la baja en la variable clave, los casos nuevos de síntoma febril inespecífico (la fiebre elevada es el primer síntoma de las dos enfermedades).
“La situación es favorable para ambas arbovirosis”, aseguró.
Las previsiones apuntan a que los nuevos casos se mantengan estables o desciendan en las próximas semanas “si hacemos lo que hay que hacer”, dijo la viceministra sin especificar cuáles son esas tareas.
El canal epidemiológico transcurre aún por zona de epidemia, explicó, pero podría caer a zona de alarma —el estadio inmediatamente inferior— en algunas semanas.

Las cifras oficiales
Peña cifró en 16 214 los nuevos casos de síndrome febril inespecífico detectados en toda la semana previa y dijo además que la tasa de incidencia del dengue se situó en ese período de tiempo en 10,49 por cada 100 mil habitantes, frente al 15,25 de la semana previa.
El acumulado de casos de chikungunya se situó en los 48 223 infectados, según la viceministra, que no aportó la cifra de casos de dengue.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), que basa sus registros en cifras oficiales, indicó por su parte que en lo que va de año y hasta la segunda semana de diciembre Cuba acumulaba 28 850 casos de dengue y 17 muertes por esta enfermedad.
La viceministra no habló de fallecidos, aunque la última cifra oficial —del pasado viernes— elevaba a 55 las víctimas mortales de la epidemia doble. Unos dos tercios de los muertos son menores de edad.
El Gobierno cubano reconoció por primera vez el 12 de noviembre que el país sufría una epidemia de chikungunya y dengue, pese a que los primeros casos se diagnosticaron en julio y que las infecciones se habían disparado en septiembre y octubre.
Dos semanas y media antes de reconocer la epidemia, el Gobierno cubano hizo un pedido internacional de ayuda por el huracán Melissa en el que incluyó enormes cantidades de químicos para combatir al mosquito, vector de transmisión del dengue y el chikungunya.
La epidemia ha encontrado en Cuba un terreno fértil para extenderse debido, entre otras causas, a la grave crisis económica que lastra el país.
Esta situación limita la capacidad de prevención -principalmente mediante la fumigación masiva contra los mosquitos-, el control -con test para confirmar el tipo de enfermedad- y la atención a los enfermos, por falta de medicamentos y otros insumos sanitarios.












