Si Wilfredo León Veneno jugara en un club foráneo, no fuera tan accesible. La diadema que lo envolvería, bastaría con frecuencia, para evadir periodistas y paparazis a su acecho.
Con solo 19 años, el santiaguero es uno de los más excepcionales voleibolistas del mundo. Pero si militara en otra liga, sería la portada frecuente de infinidades de diarios, el motivo perfecto para fomentar las más recónditas controversias mediáticas y la justificación para dedicar parrafadas llenas de polémicas encendidas.
Claro, pero también, si el prestigioso atacador auxiliar jugara en el extranjero, no me lo hubiera topado tan fácil en la final de la Liga Nacional de Voleibol (LNV), al descubierto, tan llano, con semejante tranquilidad, reposando, quizás, una merienda diurna en una esquina apartada de la algarabía de la Sala Kid Chocolate.
De lejos Wilfredo no parecía ser León. Ese colosal portento que se levanta con sus 2.01 metros de estatura desde cualquier zona, como muelle, para taladrar con un disparo sin piedad la esférica hacia el mundoflex enemigo. Aquel que es capaz de intimidar a los más metódicos receptores de con su eléctrico servicio, aquel que para muchos pudiera ser considerado, en unos años, el mejor jugador de voleibol del planeta.
Y es que desde la gradería del frente, donde estaban amontonados todos los aficionados a ritmo de algazara y alaridos, desde el frenesí, el santiaguero se veía difuso, impreciso. Su silueta, acompañada y escondida de alguna sombra inoportuna, no lo delataba.
Aislado como un oasis estaba, intentando encontrar el silencio oportuno para conciliar el preciso sosiego y realizar sus respectivas tareas académicas. Con bolígrafo y libreta en mano, el estelar jugador me desmitificó su arquetipo, lo trajo a tierra, me lo hizo polvo. Es difícil deslindar al León voleibolista del adolescente, al fuera de serie del estudiante, al capitán de la selección nacional de mayores de la racionalidad bisoña de un muchacho.
Muchos piensan que cuando a los 14 años de edad, León Veneno se vio rodeado de esa caldera abarrotada de gente que es el Coliseo de la Ciudad Deportiva en Liga Mundial, con su estupor de sello, con su bullicio de insignia, el chico dejaría atrás sus actitudes pueriles. Equivocación burda. Wilfredo sigue siendo un adolescente, un jovenzuelo que aparenta ser adulto y que finge inconscientemente un comportamiento acorde con su aureola de hombre de éxito.
Presto a lanzarle un par de preguntas, se me adelantaron dos jóvenes asiáticas. Seguramente venían por unos autógrafos, aunque lo dudo por lo ameno y extendido que parecía el diálogo.
El rostro de Wilfredo era el placer puro, la cara pícara del adolescente que nota el interés femenino cerca. La visita del achinado dúo provocó el deleite en la tarde de León, quizás eso me haya ayudado. Al verme posado a unos metros como un entrometido, como todo un incauto, con su mirada decidió atenderme y darle un toque de suspicacia a sus fans asiáticas.
Con total desenfado y sin molestias conversamos un rato sobre la culminación de la Liga Nacional y otros tópicos. “La LNV ha sido muy buena, ha recobrado la rivalidad a nivel de provincias, por lo menos aquí en esta etapa final del campeonato. Estuvo bien centrada en los objetivos propuestos por la comisión nacional: brindar un buen espectáculo al pueblo.”
Alguien cercano al jugador me comentó una vez que su inmadurez lo conllevaba, en ocasiones, a cometer locuras. En las semifinales del torneo, Wilfredo León se resintió una vieja lesión, a pesar de ello, continuo jugando en contra de la decisión tomada por la dirección del equipo nacional.
“Sufrí una molestia en el superespinozo (hombro) de 10 mm, ya ha bajado a 4 mm. Se esta trabajando conmigo diariamente para recuperarme lo más pronto posible, se me va a hacer un ultrasonido para ver más claro en una placa las implicaciones que pueda tener la lesión. Lo que ocurrió fue que, sencillamente, mi equipo de Santiago de Cuba estaba en semifinales y no quise abandonarlos. Tenía como indicación de la dirección nacional solamente recibir, pasar y bloquear, no rematar. Hice todo lo contrario, lo que suscitó que fuera fuertemente regañado por los directivos del equipo nacional.”
El equipo cubano ha recibido nuevamente, y no ya por costumbre deja de ser un problema, bajas importantes antes del inicio de la temporada. El retiro deportivo del incombustible Henry Bell y la ausencia por decisión personal de Fernando Hernández, ese zurdo con cara de gangster y potencia incalculable, han puesto a ingeniárselas por enésima vez en los últimos años al DT Orlando Samuels. En los hombros del capitán caerán de nuevo las esperanzas de todo un país.
“Estamos en estos momentos todavía engranando la maquinaria, ya que el equipo es bastante joven, ha sufrido una renovación bastante importante. Se esta trabajando con los muchachos jóvenes, sobre todo en la parte técnico-táctica y en el físico. Ellos están sumamente motivados. En cuanto a las pretensiones, nunca he dado vaticinios tan adelantados pero nuestro objetivo fundamental es alcanzar la final. Después veremos que pasa.”
Una de las pocas cosas que le falta a Wilfredo León para anclarse entre las grandes luminarias de este deporte es trascender fuera de la Liga Mundial. Es decir, el brillo del cubano está supeditado a los torneos que puede acceder la selección cubana, que básicamente son la Liga Mundial y algún que otro certamen regional.
Esto retiene, encierra, acorrala el progreso del santiaguero y de sus compañeros de equipo. Los suscribe a un ámbito demasiado estricto, los hace chocar con un techo que ya han sobrepasado con creces y que en alguna medida es contraproducente en las aspiraciones de triunfar internacionalmente.
“Sabemos que el tema de jugar en el exterior se esta manejando por parte de las autoridades, pero todavía no hay nada en concreto, por lo menos a nosotros no nos han dicho absolutamente nada oficialmente. Por supuesto que tengo propuestas de clubes foráneos, pero no solo yo, cualquiera de la preselección nacional tiene propuestas y capacidades para jugar en el extranjero. Incluso, hasta los juveniles con comodidad pueden jugar. El deporte moderno es así, el estilo de trabajo es ese, se trabaja con los muchachos jóvenes como cantera, para forjarlos y darle seguimiento a su progreso. Algo así como el Barca y Messi.”
El regreso de la emblemática Ciudad Deportiva es un punto a favor que tendrá el conjunto de Samuels para esta temporada. “El Coliseo es una verdadera caldera, en los estadios fuera de Cuba no se siente la presión del aficionado como aquí. Esto nos ayuda a mejorar, sentir el aliento de miles y miles de personas que te apoyan es fabuloso, único. Pero también es un gran compromiso, estamos obligados a hacerlo bien delante de los nuestros. Estos dos últimos años sin la Ciudad Deportiva fueron durísimo, la extrañé como a pocas cosas en la vida, no pensé que le fuera a echar tanto de menos.”
Cordial hasta la última palabra, Wilfredo León estiró sus endosas extremidades para voltearse y reanudar la conversación pendiente con sus acompañantes asiáticas. Solo un instante pudo estar con sus fans. Inmediatamente esa porción de grada dejo de estar vacía y pasó a ser el lugar perfecto para tomarse fotos y adquirir un autógrafo de la estrella del voleibol cubano.
Si Wilfredo León estuviera en una Liga Foránea fuera mas feliz y tuviera mejor rendimiento.Recuerden que cuando los jugadores cubanos jugaron en ligas foráneas ganaron la liga mundial por única vez. Así que si vas a escribir se objetivo porque el voleibol cada dia es mas competitivo y no creo que la liga nacional supere a una liga europea.
El dinero ha matado el deporte convertiendolo en puro business, droga y muerte. El deporte es exactamente el contrario….NO ES UN TRABAJO!!!!!