“Te confieso que yo no sabía nada de Historia del Arte y estaba a punto de dejar mi carrera de Filosofía porque me había desilusionado por completo. Un día, a las 2 de la tarde fui a la biblioteca general de la universidad para hacer tiempo hasta las 3 que empezaba mi clase. Pero me encuentro que la biblioteca estaba cerrada por fumigación y una amiga del curso me invita al departamento de Historia del Arte que estaba en los bajos de la biblioteca, donde la doctora Rosario Novoa impartía un curso de Estilografía. Ni yo sabía qué era un departamento de Historia del Arte, ni quién era la profesora Novoa; mucho menos qué cosa era la Estilografía. Pero eran las 2 de la tarde y sobre todas las cosas necesitaba encontrar un poco de sombra. Durante 50 minutos escuché a la doctora Novoa y cuando ella terminó, me quedé sentada pensando por un rato. Entonces me convencí de que yo estaba en la universidad para eso. Fue la primera vez que entré el Departamento de Historia del Arte. Y todavía no he salido”.
A sus 17 años Adelaida de Juan había terminado algunos estudios de piano, solfeo y teoría que le permitieron matricularse como maestra de apreciación musical en varias escuelas públicas de La Habana, aunque también le apasionaba la Medicina. Pero con esa anécdota evoca los inicios de un camino que la convertiría en la destacada ensayista y crítica de arte que es.
Recientemente fue reconocida por el Premio Internacional AICA a la Contribución Distinguida a la Crítica de Arte, cuando esa asociación internacional, por primera vez en sus 66 años de existencia, tomó a Cuba como país anfitrión de su 49 congreso entre el 11 y el 15 de octubre.
“Yo encuentro una cosa muy feliz y provechosa que la AICA haya sesionado en Cuba, porque eso quiere decir que han acudido a La Habana críticos procedentes de todas partes del mundo, que reconocen la validez y la fuerza de la crítica de arte cubano”, dice la profesora De Juan, quien conversó con OnCuba a propósito de su premio.
¿Qué significa este premio entre todos los que ha recibido?
El premio AICA por una larga trayectoria como crítica de arte me produce una gran alegría, naturalmente por razones personales porque es el reconocimiento de la labor de muchos años y además porque creo que es también un elogio de la validez de la crítica de arte en Cuba.
Desde el surgimiento de lo que suele aceptarse como inicio de la pintura moderna y su crítica correspondiente a finales del siglo XIX, tenemos ya la crítica de arte de José Martí que es extraordinaria y válida aún hoy. Lo que él escribió en su crítica a la magna exposición de pintores impresionistas en Nueva York en 1896 es lo que se están planteando los especialistas actuales que revisan esa pintura. Sin duda una arrancada maravillosa, de modo que yo veo este premio como un reconocimiento a mi obra por continuar esa línea en Cuba.
A próposito de este congreso de la AICA que sesionó en Cuba , ¿cómo valora la mirada de nuestros críticos al campo cultural cubano? ¿Le parece que es complaciente?
Ya es casi tradicional plantear esta crítica. Por un lado la escasez de medios especializados, y por otro el hecho de que la crítica tiene muy poco espacio en los medios que circulan de manera masiva, donde es mucho más atractiva la reseña de un evento deportivo que de un hecho cultural.
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A sus 85 años de edad Adelaida se mantiene activa y escribiendo. Un nuevo libro suyo saldrá publicado el próximo año por el sello Ediciones La Memoria del Centro Pablo. Se trata de sus memorias tituladas Yo soy de aquí: “Eso se lo debo a Laidi, mi hija, que al igual que Roberto me instaron a recordar, a olvidar y a escribir. Es un libro muy familiar, que comencé hace alrededor de dos años. Tuvo otros títulos, porque he ido desechando muchos, en un momento estuve sin ninguno hasta que un día Rubén, el más joven de mis nietos, regresó de la calle contando que un turista le había preguntado “Where are you from?”, y él entonces le respondió: “Yo soy de aquí, asere, soy de aquí”. Le dije “Gracias Ruben, ahí está mi título”.
¿Qué cuenta Adelaida en ese repaso de su propia vida?
Lo contable. Hay mucho que por supuesto no se puede contar. En realidad yo soy bastante reservada. ¿Pero sabes cuál es el principio y el fin? El Vedado.
¿Por qué?
Porque el Vedado soy yo. Nací en el año 1931, época del Bobo de Abela, a cien metros de donde estamos ahora, en la antigua Clínica Reyes de 21 entre E y F. Allí viví siempre hasta que me casé con Roberto Fernández Retamar y vinimos aquí, a cien metros de aquel apartamento.
Yo no digo que el Vedado entero, pero esta parte del Vedado, ay mi amor, yo me la conozco bache a bache. Por eso en el primer capítulo de mis memorias cuento el Vedado de antes, del que recuerdo, por ejemplo, los helados Guarina y el edificio de 21 y G, que entonces era un solar donde ponían un puesto de ponis que costaba 5 pesos montar. Ese es el primer capítulo del libro y el último es el Vedado de ahora.
¿Y en sus ojos cuán diferente se ve este barrio al Vedado de antes?
Mucho. Pero yo creo que sigue conservando la esencia del barrio que conocí, y lo mejor es cuando camino al centro de mi estancia vedadeña, que es la calle G, y encuentro el mar. Para mí ver el mar es muy importante. Quiero decirte que cuando yo era niña el Malecón nada más llegaba hasta G, luego cuando terminé la universidad continuaba hasta la calle Paseo y después que me casé fue que se extendió hasta el Río Almendares, así que imagínate si mi visión de este Vedado ha ido envejeciendo conmigo.
El Vedado de hoy necesita se reparado: sus aceras, calles y casa. Casi toda la primera parte de mi vida allí viví. Y me gustaba decirle a mi hermana o a mis amigos “vámonos a Vedadear”. Aún hoy cuando regreso Vedadeo pir donde se puede. Todo estovlo digo cob gran pesar y nostalgia.
Esperaré ansioso ese libro, ya que me quedé con ganas de leer el que Dulce María Loynaz prometió escribir sobre El Vedado,y la vista no le dejó terminarlo, o quizás empezarlo.
Doctora De Juan ; siempre recordaré cuando al terminar por segunda vez mi examen estatal ( porque desaprobé el primero ) usted me dijo ; con sus labios rojos y con esa expresión irónica que usted solía tener : es una pena señor Delgado , haber llegado aquí para demostrarnos lo sabíamos que usted podía hacer . Ha aprobado . Solo dije gracias…. y se la digo hoy nuevamente .