En Cuba la lotería
es ilegal. Se prohibió,
se impugnó, se proscribió
casi desde el primer día
de Revolución. Sombría
imagen la del casino
asociado al tan dañino
latrocinio. Pero luego
(hasta hoy) sobrevivió un juego
encubierto, clandestino.
Se le llama “La Bolita”,
con tierno diminutivo
y se ha mantenido vivo
décadas. Nadie lo quita
y nada lo debilita
(parece hasta fantasmal).
Este sorteo ilegal
que existe y nadie lo nota
es, después de la pelota,
el deporte nacional.
Todo es oculto y “dañino”.
Secreto a voces. Locura.
Oscura nomenclatura.
Encriptamiento vecino.
El banquero (clandestino).
El que apunta. El bolitero
Parlé. Candado. Listero.
Dos al fijo. Uno al corrido
Bolita. Juego prohibido.
Parábola del dinero.
La Bolita es ilegal,
se rige por un sorteo
del exterior y el deseo
de la riqueza al final
estandariza un ritual
de precaria economía.
En los barrios cada día
juegan números prohibidos
casi todos, escondidos
(of course) de la policía.
Porque antes si a un bolitero
lo cogían en acción
varios años de prisión
le costaba el desafuero.
Queriendo ganar dinero
y pese a su prohibición
es tan fuerte la atracción
de este sorteo ilegal,
como el rejuego sensual,
como el ron y el reguettón.
En la Habana hay cantidad
de “burles” (casas de juego),
pero todo el mundo es ciego
en medio de la ciudad
por la clandestinidad
que entraña esta lotería.
(Y eso que la policía
se hace de la vista gorda
mientras el banquero engorda
poco a poco su alcancía).
Yo me crié en San Miguel
y un misterioso vecino
siempre estaba en el camino
con un lápiz y un papel.
Mi padre –amigo de él–
cuando el vecino llegaba
los sueños se los contaba
y yo –inocente, pequeño–,
no entendía por qué un sueño
en cifras se transformaba.
¿Quién sería aquel señor?
¿Por qué y con qué mecanismo
convertía en un guarismo
la historia del soñador?
Se llama El Apuntador,
me dijo mi padre un día.
Y mi padre lo quería
sobre todo (ahora lo sé)
cuando se sacó un parlé
de una pesadilla mía.
Todo era así en mi niñez.
¿Un gato con un pescado?
Juega un “parlé” o un “candado”
mezclado el 4 y el 10.
Entre “fijos” y “parlés”
había noches erráticas
y tardes monotemáticas
donde todos los vecinos
parecían clandestinos
expertos en matemáticas.
Si una avispa te picaba
jugabas el 27.
Si comprabas un machete
el 94 entraba.
Si una guagua te arrollaba,
el 46 sin pero…
Y el misterio del listero.
Y el secreto apuntador.
Aunque el misterio mayor
era… ¿quién será el banquero?
En fin, que yo me crié
en los barrios marginales
rodeado de “criminales”,
artífices del parlé.
Yo también memoricé
de una manera expedita
(y eso nadie me lo quita)
como juegos matemáticos,
los secretos y enigmáticos
números de La Bolita.
Y hoy me puse a recordar
nuevamente esa charada
prohibida y vilipendiada
que tantos suelen jugar,
tan solo para intentar
compartir, como cubano,
este recuerdo lejano,
esta ganancia secreta,
esta lúdica faceta
de nuestro folclor urbano.
Fragmentos de La Bolita:
Número 1, “caballo”.
2, “mariposa” y “dinero”.
Número 3, “marinero”,
10, “pescado” y 11, “gallo”.
Sigo pensando y no callo:
El 5 es “monja” y es “mar”.
Pero si quiero jugar
me he de cuidar todavía
del 50 (“policía”,
o “soldado” o “militar”)
El 9, “lengua”, “elefante”.
El 12, “puta”, “ramera”.
El 19, “bandera”.
EL 8, “muerto gigante”.
El 13, “pavo elegante”
El 14, “cementerio”
(número bastante serio).
El 15, “niña bonita”.
Y además, en La Bolita,
57, “adulterio”.
El 20 es un “gato fino”
(aunque también es “tibor”).
El 23 es “vapor”.
62: “asesino”.
El 32 es “cochino”
(“cerdo”, de higiene dudosa).
El 2 es la “mariposa”.
“Muerto” (ya lo dije) el 8,
y el “chivo” es el 28
y el 33 la “tiñosa”.
80, “médico viejo”,
el 42 es “pato”,
el 20 también es “gato”
y el 39, “conejo”.
54, “cangrejo”.
El 91, “avión”.
El 29 es “ratón”
(roedor, no el del teclado)
Y el 31 es “venado”
y el 30 es el “camarón”
En el juego por dinero
suele el cubano mezclar
supersticiones y azar,
sueño y cábala y “yo quiero”.
El negocio bolitero
parece a veces locura.
El 40 es “sangre” o “cura”.
41, “lagartija”.
El 92, “sortija”
Y 82, “madre” (o “pura”).
Un lápiz, una libreta,
más números, más intriga:
“machete”, “abanico”, “hormiga”,
y “bruja” y “gallina prieta”.
51: “bicicleta”.
“¡Apunta un parlé, muchacho!”
¿28?, “chivo macho”,
Y en este juego azaroso
68 es un “pozo”,
49 un “borracho”.
En esta charada añeja
57 es “retrato”,
el 96, “zapato”
(aunque también “puta vieja”).
Aunque la gente se queja
todo el mundo juega un poco.
Y 58 es “loco”,
56 “telegrama”
(aunque también es la “cama”)
y el 69 “coco”.
Vuelvo a la carga de nuevo
para no cerrar el caso:
69 es “payaso”
y también puede ser “huevo”.
¡Lo saqué! ¿Cuánto te debo?
¡Apunta, que se te olvida!
Y así se nos va la vida
mientras el juego se expande.
63, “muerto grande”
64, “comida”.
En nuestra loca charada
El 65 es “tarro”
el 99, “carro”.
66, “puñalada”.
La lista ya está cerrada,
dice alguien en el solar
a otro que quiere jugar
aunque esto infrinja la Ley
¿Y el 71?, “buey”
(o “jicotea” o “collar”).
Susurros en una esquina,
en enigmático idioma:
¿El 24?, “paloma”
¿25?, “piedra fina”.
¿76?, bailarina.
¿Cuatro-cuatro?, “Año del cuero”
En el juego del dinero
“gato” y “diente” son el 4,
81 es “teatro”
y 83 es “banquero”.
¿77?, “bandera”
¿El 89?, “viejo”
¿El 84?, “espejo”.
y 85 “manguera”.
Todo el mundo aquí se entera
de este juego cabalista
y apunta en la misma lista
que el 97 es “piano”,
87, “gusano”,
y el 90 “comunista”.
“Papalote”, “militar”.
“corbata”, “guitarra”, “río”.
“Oye, ese número es mío”.
“Oye, déjame apuntar”.
Probabilidad. Azar.
Bolita. Juego prohibido.
Todo el mundo convencido
de una riqueza quimérica
dándole forma numérica
a lo que ha visto dormido.
Y ahora, después de este esfuerzo
(que tal vez merezca mofa)
de 10 versos por estrofa
y 8 sílabas por verso;
tras meterle a este universo
25 estrofas, brinco
de emoción y con ahínco
pido al lector avispado
que juegue por mí un “candado”:
8, 10 y 25.
Hola muy bueno me gusto mucho me recordó mucho a mi padre que era un jugador empedernido y a todo le sacaba un número felicidades Alexis muy bueno saludos.