El 9 de abril terminó la Muestra de Cine Joven.
Años ha habido en que no fui al Chaplin a disfrutar de las propuestas juveniles, a pesar de mi cercanía geográfica con ese cine concreto, porque estaba muy ocupado o por alguna razón prefería esperar a la decantación que implican los premios (total, ya saldrán los mejores trabajos en el paquete o los copiaré de alguien). Esta vez, en cambio, asistí a tres funciones completas, de manera que habré visto alrededor de una quincena de trabajos, entre ellos algunos que más tarde engrosaron su palmarés con uno o varios premios. Las observaciones que siguen, pues, parten de asumir que esa quincena más o menos representa las tendencias principales de la Muestra. Vale aclarar que todas ellas funcionan igualmente para el cine de matriz institucional; es sólo que uno esperaría que los jóvenes propusieran algo distinto.
– La comedia sigue siendo rara avis. La mayoría de los realizadores parece adscribirse al criterio de que de nuestra realidad sólo se puede hablar en drama, tal vez porque asumen que el drama es más trascendente, más artístico que la comedia. En las contadas ocasiones en que se siente una ligera brisa humorística, se relaciona con el humor más sombrío. Me encantó apk, un animado breve y eficaz que caía de lleno en el terreno maldito, pero no sólo no obtuvo premio, sino que la categoría de animación fue declarada desierta.
Insisto en que esto no sólo ocurre entre las nuevas promociones: durante el FINCL de 2015 hubo nueve largometrajes cubanos en competencia, de los cuales sólo uno (La cosa humana, de Chijona) era abiertamente una comedia; en 2016 compitió la mitad de esa cifra, y todos eran dramas, aunque aquí y allá se deslizasen líneas humorísticas (en El techo, de Patricia Ramos).
– Una buena parte de los trabajos cae dentro de la pornomiseria, esa certera categoría que le escuché a mi socio y también realizador –y también cincuentón– Jorge Molina. La gente más pobre, los lugares más destartalados, las historias más sórdidas, esa parece ser la zona de la realidad cubana que resulta más cubana que las demás. El cine adulto también va mayoritariamente por ahí, como lo demuestra Últimos días en La Habana, de Fernando Pérez, un relato conmovedor, bien fotografiado, aceptablemente contado… y con un embotador tufillo a déjà vu. Pero Fernando, con todo, es un maestro y tenía una historia: muchos jóvenes, en cambio, parecen creer que bastan un ambiente thrash, imágenes históricas recicladas, enfriadas por la tecnología, y una dosis nada sutil de sexo supuestamente transgresor –vaya, nunca creí que alguna vez fuera a decir eso– para hacer una película. O mejor (o peor) que es esa la única manera posible. En cuanto pueden, prescinden incluso de los diálogos, considerando que la película valdrá más cuanto más hermética. La irreverencia y el sexo están muy bien, chicos, pero cuéntenme algo, basta de equinos y obritas del siglo.
Como me decía hace años un profesor de la EICTV: “a los jóvenes hay que esconderles las películas de Tarkovski”. Y, toda vez que hay gente que no sabe leer entre líneas, y algunos que ni siquiera en ellas, repito que no descalifico, o abogo por eliminar, esas ideas o esa manera de hacer cine. Lo que pretendo es que los jóvenes redescubran que hay otras maneras tan válidas como esa de conseguir un buen relato cinematográfico, y zonas de nuestra realidad –o de la Realidad universal– que hace tiempo apenas si visitamos.
– Todo el mundo se cree autor. Esa es otra: la relación con la literatura, la adaptación de referentes literarios es cada vez más escasa. La mayoría de los trabajos eran de realizadores que además armaban –es un decir– la historia, la escribían, la dirigían, y a menudo también la editaban. Una cosa es que uno esté presente en todas esas etapas, y otra que se crea el más adecuado para finiquitarlas. Autores cabales hay uno o dos por generación, no más. Los más grandes cineastas de nuestra historia (Titón, Tabío, Pérez) casi invariablemente contrataban guionistas o escritores para darle forma a una historia que también a menudo provenía de la literatura. Ahora hay un montón de literatura interesante que nadie lleva al cine, y un montón de cine aburridísimo.
– Los Jurados y sus decisiones son entidades tan difíciles de entender como el patrón, si alguno hay, que sigue la Embajada de Estados Unidos para otorgar visas.
En fin, veremos lo que nos depara la próxima Muestra. A lo mejor para el año que viene…
Jajajaja bravo Eduardo ! Interesante ; bien escrito ; ameno ; simpático ; y sobre todo justo lo que escribes ..
Es complicado juzgar la Muestra Joven sin antes pensar que responde precisamente a una época de aburrimiento, estulticia, incerteza, oscuridad absoluta. En Cuba la comedia siempre fue el refugio, la válvula de escape que le permitió a los realizadores cubanos institucionalizados, icaicentrados, que hasta hace pocos años eran casi todos, ejercer la crítica dentro de ciertos límites pactados de antemano con el sistema, so pena de ser escaldados por la censura si acaso los rebasaban. Tú, Eduardo, que fuiste el guionista de Alicia en el pueblo de Maravillas deberías saberlo mejor que nadie. Invocar el supuesto poder redentor y revolucionario de la comedia en un contexto donde no hay mucho que celebrar habla por las claras de que insistimos en replicar el cliché del cubano chistoso, cómico, choteador a toda costa, que se burla del mundo a tiempo completo, que no está mal, pero que tampoco genera ningún cambio real ni garantiza, la comedia como género cinematográfico per se, que las obras sean mejores. Si los jóvenes prefieren implementar una estética hermética es porque les place hacerlo, no conocen otro modo de enfrentar y representar la realidad, están intoxicados del mejor cine de autor y no pueden digerirlo porque sus experiencias vitales no se lo permiten o simplemente apuestan por epatar con el espectador, buscando impresionarlo, sin conseguirlo, imagino. No se puede perder de perspectiva que casi todos son muy jóvenes. Habaneros en buena medida. Unos cuantos provenientes de familias “de bien” o con parientes establecidos en el ramo de la producción audiovisual, lo que me parece bien, aclaro. Por otro lado, Eduardo, es preciso permitirles que elucubren sus propios ideas. Si aplicamos ese criterio de calidad y discriminación tan alto y exigente estarías emplazando la pertinencia estética de casi toda tu obra como realizador audiovisual, inspirada en algunos de los cuentos reunidos en Sex machine, que no es que sean una obra maestra de la literatura cubana y mundial pero es tu obra, muy personal y tan digna de respeto como cualquier otra. No es bueno lanzar indirectas a realizadores cubanos cuya estética no te guste. Caballos y La obra del siglo no están siquiera cerca de lo peor que se ha filmado en Cuba en toda la historia del cine nacional. En cuanto a que haya sexo en pantalla también es bueno. Así mi muy estimado Jorge Molina dejará de ser el único atrevido que muestre los cuerpos humanos, desnudos y en contacto directo, de una manera impúdica y feroz. Por lo demás no estoy en contra de la crítica, pero establecer generalizaciones sin ejemplos fehacientes y declarados también puede resultar notoriamente injusto y pernicioso para el cine cubano contemporáneo, tan necesitado de todo el apoyo que se le pueda dar. Quizás sea la hora Eduardo de que reclutes a muchos de esos muchachos y hagas un taller donde aprenderían lo que según tú podrías enseñarle. Jorge Molina hizo algo parecido a eso en algún Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica. Podrías tomar el cine por los cuernos y encargarte tú de la educación sentimental e intelectual de los chicos. Sería un buen comienzo. Hacernos responsables. Así no quedará de tu parte. Un saludo respetuoso desde Cataluña.
Te falto hacer referencia a las fiestas de la Muestra Joven. Resulta muy ameno falsear el solapín (y el llavero) y meterse de lleno a la fiesta y a los vicios.
Claro que “Caballos” y “La obra del siglo” no son ni de lejos lo peor del cine nacional, no mas hay que ver ” Vinci” u “Omega 3”. Las generalizaciones han sido siempre una constante dentro de la critica de Eduardo, tambien le pasa cuando habla de los emigrados de Miami. Una aclaracion, Eduardo no es “el guionista” de la pelicula Alicia… es uno de los guionistas. Criticar es muy facil.
Menos mal que alguien que, supuestamente sabe, coincide con mis sospechas!!! Por qué nos ha dado por la pornomiseria? Por qué los únicos barrios que salen en las películas son los marginales? (de ser posible, con una línea de tren) Por qué El Vedado, Miramar, Nuevo Vedado y las zonas céntricas sólo salen en videoclips de reguetoneros? Acaso creen que en El Vedado no tenemos goteras? O problemas? O vida? Acaso para tener vida hay que regodearse en la miseria, lo sucio, lo roto? Olvidaron aquella máxima de nuestros abuelos de “pobre pero limpio”? Todas las cubanas cuando tenemos sexo nos tiramos de la lámpara? Todos los cubanos están sudados, borrachos y violentos? De veras? Cada vez que veo cine cubano miro mi carnet de identidad porque me hacen sospechar que no soy cubana.
Rolando, mejor háblame de Cataluña, que debe ser un tema del que sepas algo…
E.
Estimado Eduardo del Llano. Fui muy respetuoso en mi comentario sobre su artículo. No hice alusiones personales que pusieran en tela de juicio su conocimiento ni su pasión por el cine cubano. Estaba sobre aviso que podría recibir una respuesta como esta de su parte. Me parece genial que sea así. Con la debida cortesía. Como siempre. Estoy muy actualizado de lo que se ve en la Muestra Joven. De la estética que domina la misma. Fui jurado colateral, representando a la ACPC, en par de ocasiones. Conozco a muchos de los realizadores. He seguido sus trayectorias, incluso las óperas primas de los que aún estudian en la FAMCA y la EICTV. Es mi trabajo. Forma parte hasta un punto de mi tema de investigación como becario del programa de formación de doctores en Historia del Arte por la Universidad de Valencia, en España. Así que modestamente creo tener algo que decir al respecto. No me asumo como un ignorante aunque puede reconocer, de manera socrática y platónica, que no se nada. En eso tiene la razón absoluta. De Cataluña la verdad conozco lo básico mucho; eso sí, disfruto del privilegio inmobrable de vivir aquí, justo ahora. No sabe lo que se pierde. Debería intentarlo. Lo de dar el salto. El Vedado no es lo que era antes. Póngase a prueba como director de cine fuera de Cuba, donde su obra es perfectamente legible porque maneja códigos estéticos y sociales compartidos. Cuando firme una verdadera obra maestra del cine y la literatura cubana contemporánea entonces reconoceré mi error de apreciación. Mi estupidez e ignorancia supinas. Mientras tanto disfrutaré de las historias de Nicanor. Él definitivamente saca a flote lo mejor de usted. Es el alter ego, buena persona, talentoso y valiente de veras, que usted quisiera ser. Otro saludo respetuoso desde Cataluña, España, Europa.
No creo que Eduardo se anime a dar el “salto” ya que su obra tiene un alcance muy limitado, digamos que comprendida casi exclusivamente por los cubanos. Presumo que el dia en que Cuba se convierta en un pais normal a Eduardo se le acabaran los absurdos como argumento para sus cortos, que son basados en los absurdos del pais. Y quien sabe si ese dia el limitado talento que posee se comience a desvanecer.
Rolando, tus asunciones acerca de la comedia en el cine cubano son asombrosamente equivocadas, especialmente en alguien que aspira a ser Doctor en Arte; tu reducción de mi obra a los cuentos de Sex Machine, filmados o no, también; la afirmación de que con la comedia se criticaba dentro de límites pactados, ridícula; tus ideas sobre mi persona las ignoraré como la palabrería huera que son. Yo no digo que los jóvenes realizadores no puedan implementar una estética hermética, sino que me alarma que se reduzcan a eso. De cualquier modo, aunque mal, tú conoces mi obra, en tanto yo lo ignoro absolutamente todo de la tuya; esto, claro, puede deberse tanto a ignorancia de mi parte como a irrelevancia de la tuya. Seguramente debe ser ignorancia mía…
Con todo respeto
E.