Hablábamos hace solo unas semanas de las creativas formas de aprobación que hemos desarrollado en el español de Cuba. Nuestras variantes para decir “no” tienen un destino similar al de ellas.
Un simple “no” muchas veces resulta insuficiente para expresar la diversidad de matices con los que los cubanos podemos o nos interesa acompañar la negativa. En ocasiones, por ejemplo, basta con una simple duplicación, recurso muy común entre los niños, pero igualmente útil cuando se quiere dejar en claro nuestra falta de voluntad para acatar un mandato. “No, no voy a ir”, e incluso “no, no, no”. Este último puede expresar también incredulidad, asombro y perplejidad: “No, no, no. ¿Qué tú dijiste?”.
Una de las formas que se ha asimilado como sustitutiva del “no” en Cuba es la versión apocopada de “nada”, que se convierte en “na´”. En muchas situaciones comunicativas ese “na´” es sinónimo de “no”, pero más isleño. También se le puede escuchar reduplicado como “na, na, na”, con idéntica equivalencia que en el “no, no, no”.
Al combinarse con la partícula negativa “ni” tenemos como resultantes el “ni na, ni na” o el muy popular “nananina”, este último negación tajante y definitiva. En su expresión original, “nada”, se puede oír como sustitutivo del “no” en la expresión “nada de eso”:
– Mamá, ¿nos dejas salir esta noche?
– Nada de eso.
En algunos sitios de Cuba, especialmente en mi natal Pinar del Río, podía escucharse una forma muy curiosa del “no” y el “na”: el “ne”. Estas desviaciones fonéticas suelen ser muy azarosas y solo un detallado estudio sociolingüístico podría determinar las causas de semejante desplazamiento, aunque la o, la a y la e son vocales abiertas y, por lo tanto, tienden con mayor facilidad a ser intercambiadas una por otra.
También hemos importado términos de otras lenguas por motivos diversos. La popular marca Nescafé nos dejó para siempre ese nombre como forma de negación. También llegó para quedarse el “niet” ruso, incluso con acompañamiento sociocultural en la expresión “niet tavarish”. Por incorporar en su constitución léxica la partícula “no”, son usados también como expresiones de negación los nombres propios Nora o Norberto, o medicamentos como la novocaína. Del lenguaje militar o policial hemos asimilado el “negativo” y “negativo por esa vía”.
Un campo especialmente creativo, y del que ya hemos hablado en otras ocasiones, es el que se relaciona con los órganos sexuales, tanto masculinos como femeninos. Antecedidos por la partícula “ni”, esos órganos completan una expresión de negación clara y contundente: “ni pinga”, “ni cojones”.
– ¿Me das una mordidita de tu hamburguesa?
– ¡Ni pinga! Ya tú te comiste la tuya.
Concebidas con el “no me sale de…”, nos situamos ante otra negativa muy usada, que se hace acompañar por nombres de órganos sexuales tanto masculinos como femeninos. Y, por raro que resulte, es posible escuchar frases aparentemente con sentido positivo que involucran a los genitales, pero cuya significación es negativa:
– Mañana estamos citados para un trabajo voluntario en el almacén.
– La/El (órgano sexual) mía/mío es el/la que va a ir / el que lo va a hacer / etc.
En el ámbito retórico podemos encontrar el “no” en expresiones de refuerzo negativo como “no tengo nada”, “hasta que no me vaya”, o “no vaya a ser que…”:
– No tengo nada.
-Hasta que no me vaya no le des el regalo.
-Cobra ahora, no vaya a ser que después no te paguen.
Otro caso curioso es el de las oraciones con forma negativa e interrogativa que adquieren fuerza de afirmación y de aserción
– ¿No tienes un peso que me prestes?
– ¿No te parece mejor dejarlo para mañana?
– ¿No será que no le gustas?
– ¿Y por qué no vamos mejor al cine?
También ocupan un lugar muy peculiar las frases que hacen uso de la forma verbal “olvidar”. De ella, se mantiene el rastro de lo que se deja atrás, de lo que no parece ser importante o simplemente no merece el recuerdo. En su forma más simple tendríamos expresiones como “olvídalo” u “olvida eso”, pero también otras más elaboradas como “olvida el tango y canta bolero”, o la muy cubana “olvídate de esa jeva que nunca te quiso”. En esta, el “no” llega como voluntad frustrada, olvido doloroso al que enviamos aquello que no nos motiva un ápice.
Cuando hablaba en una entrega anterior de la afirmación y sus variantes en nuestra norma del español, mencionaba el caso de la construcción paradójica, como negación, del “¡sí, tá bien!”, equivalente a “espera a verlo” o “sigue pensando que lo haré o lo aceptaré”. Muy parecido es el caso del “no” retórico que podemos encontrar en el cierre de expresiones como “vas a ir, ¿no?” / “tú tienes eso, ¿no?”, que, más que una negativa, presuponen la afirmació. Otras fórmulas con carácter negativo serían el “¡yo qué sé!”, el “¡qué va!”, el “te lo debo”, “sigue durmiendo de ese lado”, “paso” o un simple “murió”:
– ¿Me da otra Cristal?
– Murió. Solo queda Bucanero.
Los recientes debates feministas y contra la violencia de género han reactivado otra fórmula muy usada: “no es no”, que, en este caso, insiste en una negación ante la posibilidad de transgresión del cuerpo femenino. El asunto nos recuerda otra frase muy cubana que podemos utilizar en diferentes contextos, especialmente en la crianza de los hijos: “¿Qué parte de no tú no entiendes?”.
Por último, les dejo una lista de expresiones que, de seguro, hemos escuchado en algún momento de nuestras vidas, relacionadas con la palabra que nos ocupa hoy. Sin dudas, ellas ofrecen una muestra visible de la complejidad que muchas veces se agazapa en terrenos concretos de la comunicación cotidiana.
Usted tome nota y continúe archivando términos, asuntos y giros que aportan un color especial a nuestra forma de hablar y sentir la antigua lengua de Castilla.
“No daba crédito a mis ojos” (No creía lo que veía).
“No doy abasto” (No aguanto más).
“No tengo palabras” (Me he quedado atónito).
“No ha probado bocado” (No ha comido).
“No tienes corazón” (Es malvado o malvada).
“No es santo de mi devoción” (No me cae bien).
“No tiene vuelta de hoja” (No tiene vuelta atrás).
“No tenemos secretos entre nosotros”.
“No levanta cabeza” (No prospera).
“No tiene perdón de Dios” (Lo que ha hecho es imperdonable).
“No he pegado ojo” (No he dormido).
“No di pie con bola” (No entendí).
“No tiene comparación”.
“No tiene abuela” (Es vanidoso o vanidosa o conoce y expresa bien su valor).
“No han soltado prenda” (No han dado nada).
“No hay manera” (No se resuelve).
“No tiene pelos en la lengua” (Dice lo que piensa).
“No cabe duda”.
“No hay cráneo” (No hay preocupación).
“No tiene pies ni cabeza” (No se entiende).