Situado al este de la ciudad de Trinidad, el Valle de los Ingenios es uno de los lugares más pintorescos y conocidos del centro de Cuba.
Con una extensión de 253 kilómetros cuadrados, en él se combina la belleza natural con el patrimonio histórico y cultural.
El valle fue, en tiempos de la colonia, una de las regiones azucareras más grandes de la isla. En él florecieron las haciendas y las plantaciones cañeras, junto a los ingenios que le dieron nombre.
Manaca Iznaga, con su emblemática torre, Buena Vista, Delicias y Guáimaro —donde después fue abierto el Museo del Azúcar— son algunas de aquellas haciendas de antaño.

En total, el valle alberga más de 70 sitios arqueológicos industriales con restos constructivos de la arquitectura vernácula relacionada con la producción azucarera. Entre ellos, las viviendas de señores y sirvientes, barracones de esclavos, casas de calderas, alambiques, almacenes, pozos y aljibes.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988 junto a Trinidad, el valle conserva la mística y la hermosura que lo han convertido en una atracción turística. Desde su conocido mirador puede divisarse todo el esplendor natural de la llanura trinitaria y las elevaciones que la circundan.
Sin embargo, si se baja a tierra y se camina puede descubrirse un paisaje menos turístico.

Puede irse hasta sus comunidades o hasta viviendas aisladas, compartir con sus reconocidos artesanos y con sus laboriosos campesinos, hablar con personas como la octogenaria Rosa Vázquez, orgullosa de la tranquilidad y belleza del lugar y de la pureza del aire que respira.
Ese es el otro Valle de los Ingenios, que en realidad es el mismo, aunque apenas salga en las postales y los catálogos de turoperadores. Es el valle de las casas humildes, con sus árboles, sus caminos de tierra y su gente, que visitó recientemente nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez y del que propone sus instántaneas.
Y del mal servicio y abandono actual porque no hablar lo visite el día 10 de mayo y que deserción un desastres hasta los parqueadores te roban