Bacuranao es una de las playas más populares de La Habana. Puede que no tenga la reputación de otras, como Guanabo y Santa María del Mar, pero aun así es la preferida de muchos habaneros.
Situado en la franja de las llamadas Playas del Este, este balneario es, sin dudas, uno de los más concurridos por su cercanía a la ciudad. Su posición entre las comunidades de Alamar y Tarará facilita la llegada de numerosas personas, sobre todo del propio Alamar y municipios cercanos como Guanabacoa y San Miguel del Padrón.
De arena fina y aguas azules y cálidas, Bacuranao es visitada masivamente cada verano. La gente llega hasta allá en familia, en grupos de amigos, instala sus sombrillas y tiendas improvisadas cerca del mar y se refresca en el agua de los calores veraniegos.
A pesar de la concurrencia conserva en buena medida su limpieza, al menos más que otras playas de la zona, según testigos y visitantes habituales.
Niños jugando, personas descansando a la sombra natural o improvisada, o dándose un chapuzón para desconectar de las tensiones cotidianas, son imágenes habituales en el lugar.
Bacuranao también es sitio tradicional de rituales religiosos afrocubanos. Son frecuentes en la zona las ofrendas, toques de tambor y hasta sacrificios de animales, lo que contamina con malos olores la desembocadura del río de igual nombre y parte de la playa.
En busca de más tranquilidad y un aire más limpio, algunos prefieren la conocida poceta de Bacuranao, en el barrio de Celimar. Aunque la arena da paso allí al diente de perro, la claridad y profundidad de sus aguas hacen de este un sitio preferido por bañistas y hasta pescadores.
Los tiempos, que han cambiado para toda Cuba, también lo han hecho, lógicamente, para Bacuranao. Las antiguas cafeterías y centros estatales han perdido protagonismo ante los puestos particulares, y no son pocos los que optan por llevar su propia comida para el día playero.
El transporte tampoco cuesta lo mismo que años atrás, aunque las guaguas siguen siendo una vía para acerarse. Otros van en sus propios autos, motos y bicicletas, toman alguno de los coches que van hasta la playa, o incluso caminan desde la carretera o desde Alamar para no sobregirar sus bolsillos.
Hasta Bacuranao llegan incluso extranjeros, algunos hospedados en la villa de igual nombre, o en casas particulares. O incluso, en la ciudad. También lo hacen cubanos de otras provincias, aunque los habaneros, sobre todo los de las zonas cercanas, suelen ser los bañistas predominantes.
Así lo comprobó nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez, quien, cámara en mano, estuvo esta semana en esta popular playa habanera. De lo que vio —y fotografió— allí nos deja entonces el testimonio gráfico de sus instantáneas, hechas a solo días de que finalicen oficialmente las vacaciones estivales en Cuba.