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Con el 2025 finalizando, la crisis económica no da tregua a los cubanos. Por el contrario, sigue apretando más el lazo sobre las familias de la isla, agobiadas también por los interminables apagones y una epidemia de dengue y chikungunya que no ha podido ser controlada.
En este durísimo escenario, agravado por las sanciones de EE.UU. y la política económica hasta ahora fallida del Gobierno, una preocupación básica no ha dejado de gravitar sobre la gran mayoría de quienes viven en la isla: los alimentos necesarios para el sustento cotidiano… y sus precios.


En medio de las tantas carencias que ceban la inflación y hacen del mercado informal un muy costoso pero ineludible salvavidas, las ferias agropecuarias en espacios y fechas señaladas han sido por años una opción socorrida para muchos, tanto en La Habana como en el resto del país, por las facilidades que brindan. Al menos, en teoría.
En sitios favorables para la concentración de personas, como parques o avenidas, estas ferias han seguido reuniendo a productores estatales, cooperativas y vendedores privados, según la disponibilidad de mercancías y las capacidades locales de organización y control.


Las ferias no solo son un espacio de confluencia para vendedores y compradores, en el que las personas pueden tener a mano una variedad de productos agropecuarios. También deberían servir para aliviar los precios y dejar un agujero menos profundo en el bolsillo que el que dejan las cada vez más onerosas compras en carretillas y mercados.
Al llegar muchos de los artículos de manera directa desde el campo, los precios supuestamente tendrían que ser más bajos. Sin embargo, ya se sabe que no siempre es así. Ello, a pesar de los topes fijados periódicamente por las autoridades, y las inspecciones y multas a los infractores.


Uno de los sitios habituales para ferias agropecuarias en la capital es el Parque Trillo. Situado en la barriada de Cayo Hueso, en Centro Habana, el pasado fin de semana volvió a acoger carpas, camiones y carretillas con viandas, hortalizas y otros productos, y sobre todo, a personas en busca de alimentos. Y nuevamente los precios estuvieron en el centro de las conversaciones.
Arroz a 750 pesos (CUP) la libra, frijoles a 850, tomate a 200, y el ajo entre 80 y 100 pesos la cabeza, fueron algunos de los precios vistos allí por el fotorreportero Otmaro Rodríguez: el del litro de aceite a 950 CUP, el paquete de 10 libras de pollo hasta 3800, el cartón de 30 huevos entre 3000 y 3500 y la carne de cerdo a 850 la libra si era criolla y hasta 1200 la importada.
Frente a estos precios, y conociendo que el salario medio en el sector empresarial estatal y presupuestado no llega a los 7 mil pesos —el salario mínimo y las pensiones son muchísimo más bajos—, puede entonces sacarse la cuenta de cuánto necesita un cubano para alimentarse, aun al precio de las “más económicas” ferias.



















