¿Quién no ha soñado con viajar en el tiempo? Movernos en el tiempo ha sido siempre una obsesión que, durante siglos, hemos reflejado en cuanta manifestación, artística o no tanto, se nos ha puesto por delante. Sin embargo, seguimos sin lograr el tan ansiado salto de una época a otra. O al menos eso pensaba yo.
Hasta este verano descubrí mi error en Laredo, un pueblo de la costa cantábrica española, en el que sus habitantes han encontrado la fórmula para moverse a través de los años, aunque solo para saltar al pasado, durante 4 días y a una época muy concreta, los años 60 y 70 del pasado siglo.
Lo llaman “Festival Ye Ye” y lo celebran desde 2010 como remembranza de una época dorada, en que el humilde pueblo de pescadores se convirtió en vanguardia musical y cultural producto de la invasión de turistas franceses, que acudían a disfrutar de las heladas aguas del mar Cantábrico y de la contundente gastronomía del norte de España. Esta avalancha turística trajo el siglo XX a Laredo y lo transformó en la ciudad balneario que es hoy.
Durante el festival se realizan diversas actividades que nos hacen viajar a esos tiempos de libertad, destape y buena música, en los que España se abría al mundo después de años de férrea dictadura y censura franquista. Fiestas blancas, festivales deportivos en mar y tierra, juegos infantiles, mucha música y un mercadillo con ofertas sesenteras y mucha comida, incluida una exhibición de “food trucks”, hacen que Laredo viaje durante unas pocas horas a un pasado reciente.
Pero lo mejor del evento, sin duda alguna, es el desfile Ye Ye o fiesta hippie, en el que todos en el pueblo, sobre todo la gente de más edad, salen a las calles vestidos con coloridos y añejos atuendos like real hippies o disfrazados e Elvis, muchos con pelucas estilo afro y de los colores más increíbles, oyendo música de la década “prodigiosa” y paseando en autos y motos clásicos con muchos años y más kilómetros a cuestas.
Enternece ver a las abuelas —siempre más osadas que los abuelos— vestidas y maquilladas como en sus años mozos, bailando y cantando descocadas, dándolo todo al ritmo de The Beatles, Formula V, The mamas & the papas, Los Brincos y otros grupos españoles o foráneos que marcaron sus juventud.
¿De dónde sacan tanta ropa añeja y colorida? ¿Y las enormes gafas con el símbolo “peace, love and liberty”? ¿Y las pelucas de colores chillones? El milagro de los atuendos se logra a través del comercio minorista con Asia. Todo lo necesario para lucir como un auténtico hippie se encuentra en los bazares chinos del pueblo. Los chinos, milenarios comerciantes que siempre saben que vender en el momento y el lugar exacto, inundan sus tiendas con disfraces, pelucas y todo tipo de gangarrias durante los días previos al festival, seguramente la temporada en que llegan más euros a sus felices bolsillos.
Laredo es un pueblo de abuelos y de nietos que veranean mientras los padres aún trabajan. La tradición Ye Ye, como manifestación de cultura popular, va pasando de los más viejos a los más jóvenes, que disfrutan tanto como sus yayos de una música que nos llegó tarde a los cubanos, bien sabemos por qué, pero que jamás pasará de moda.