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Cada 8 de Marzo el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, una fecha de memoria y reivindicaciones. A pesar de los avances logrados en décadas, la desigualdad de género persiste en formas diversas: la brecha salarial, la violencia en sus distintas escalas, el techo de cristal en el ámbito laboral y la falta de representación equitativa en la política y otros espacios de decisión.
La historia de la fecha está marcada con sangre. Desde la huelga de las trabajadoras del rubro textil, conocidas como garment workers, en 1857 en Nueva York, brutalmente reprimidas por la policía, hasta por la trágica muerte de 123 trabajadoras en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en 1911 (por solo mencionar dos casos en los Estados Unidos), las mujeres pagaron el precio más alto por reclamar igualdad de condiciones laborales, derecho al voto, salarios justos y jornadas de trabajo dignas.
La iniciativa de establecer un día internacional de la mujer surgió en 1910 en la Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras en Copenhague, gracias a la propuesta de la activista Clara Zetkin (1857-1933). La propuesta fue aceptada y se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en varios países europeos. La fecha del 8 de Marzo quedó establecida oficialmente tras las movilizaciones de las mujeres rusas en 1917, que exigieron “pan y paz” en el contexto de la Primera Guerra Mundial.
En 1975, las Naciones Unidas oficializaron el Día Internacional de la Mujer, brindando un marco global para la promoción de sus derechos.

En Cuba, la lucha feminista también es una urgencia. La Revolución cubana impulsó la equidad de género desde sus inicios, promoviendo el acceso de las mujeres a la educación y el empleo para intentar eliminar su histórica subordinación. Iniciativas como la creación de la Federación de Mujeres Cubanas en 1960 facilitaron la integración en distintos ámbitos, desde el trabajo hasta la política. Sin embargo, la persistencia de valores patriarcales impidió la plena materialización de estos cambios. La cultura popular y las estructuras sociales se mueven a una velocidad distinta a la de las políticas públicas y la ley. Aún hoy la realidad cotidiana de muchas mujeres está lastrada por ese simple hecho: ser mujeres.

El Consejo de Ministros de Cuba aprobó en 2024 el Sistema Nacional de Registro y Monitoreo de hechos de violencia de género, con el fin de recopilar información para diseñar estrategias de prevención. Sin embargo, en Cuba el feminicidio no está tipificado como delito específico en el Código Penal.

En el ámbito laboral, las mujeres cubanas también enfrentan inequidades. Aunque constituyen una parte importante de la fuerza laboral del país, muchas desempeñan funciones en sectores feminizados. El trabajo doméstico y de cuidados sigue recayendo mayoritariamente sobre los hombros de ellas, sin que existan políticas públicas que equilibren esta carga.

El 8 de Marzo sirve para recordar las deudas con las mujeres, las vidas arrebatadas por la violencia machista y la necesidad de acompañar la lucha con acciones concretas. Es, además, un llamado a los hombres a que reconozcamos nuestros privilegios y construyamos nuevas masculinidades que contribuyan a una vida en sociedad basada en el respeto.

El cambio requiere compromiso diario, políticas públicas efectivas y justicia para las víctimas. La igualdad real exige transformar las estructuras patriarcales que sostienen la discriminación y la violencia.