Recorrer el distrito arquitectónico histórico de Miami Beach es transportarse a una época en la que lujo y modernidad se entrelazaron para dar vida a un estilo constructivo. La esencia de los años 20 y 30 se respira en cada esquina, con el estilo art déco dominando el paisaje urbano. Este encantador rincón, delimitado por Ocean Drive, Collins Avenue y Washington Avenue, se presenta como una ventana al esplendor pasado.
El art déco, surgido en Europa durante esas décadas, fusiona elementos del cubismo, la Bauhaus y el expresionismo, y se caracteriza por sus formas estilizadas y el uso de materiales lujosos. Tras su lanzamiento en la Exposición de Artes Decorativas de París en 1925, este estilo cruzó rápidamente el Atlántico, y dejaría su huella en ciudades estadounidenses como Nueva York y Chicago, y a su vez capitales latinoamericanas como La Habana.
Mientras camino fascinado con cada edificio y busco información sobre el barrio, encuentro el dato de que los rascacielos art déco en Nueva York fueron la inspiración inicial para este barrio de Miami. Sin embargo, aquí, el estilo resalta con una identidad propia al fusionarse con la tradición mediterránea, colores cálidos y motivos tropicales que reflejan el entorno costero. Fachadas en tonos pastel, mosaicos de terrazo, palmeras…
El distrito, que alberga alrededor de 900 edificios de este estilo, comenzó a desarrollarse en la década de 1920. Lo que antes era una zona pantanosa se transformó en un destino de lujo gracias al auge turístico y a la visión de promotores inmobiliarios. Arquitectos como Henry Hohauser y L. Murray Dixon jugaron un papel fundamental en esta metamorfosis, combinando líneas rectas y formas aerodinámicas con un toque tropical que añade fantasía al paisaje urbano.
Tras su esplendor en los años 30 y 40, la zona sufrió un declive en las décadas posteriores, con muchos edificios abandonados y planes de demolición en los años 70. Fue entonces cuando un grupo de activistas, liderados por Barbara Baer Capitman, se alzó para proteger el distrito. Sus esfuerzos culminaron en 1979, cuando el Art Déco Historic District fue incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos, convirtiéndose en el primer barrio del siglo XX en recibir el reconocimiento.
Hoy el panorama ha cambiado. Hoteles como The Carlyle y The Tides, que alguna vez hospedaron a celebridades, atraen a visitantes de todo el mundo. El turismo se ha convertido en la principal fuente de ingresos, con millones de personas que llegan cada año, cautivadas por la estética vintage y por eventos como el Miami Art Deco Weekend.
Ocean Drive, la arteria principal, está flanqueada por la playa, una serie de palmeras y sucesivos inmuebles art déco. El bullicio de turistas que filman y se sacan selfis es constante.
La icónica Ocean Drive también ha sido escenario de clásicos como Scarface. Mis referencias sobre este barrio provienen principalmente de la película, en especial una escena filmada cerca de la 13th Street, donde ahora se encuentra una farmacia CVS. En su entrada, una placa recuerda la filmación, y a pocos pasos, frente al hotel Colony, un Cadillac blanco de los años 50, con una reproducción de Tony Montana al volante, se ha convertido en punto de encuentro popular entre los turistas.
Al caer la noche, Ocean Drive revela otra cara. Las luces de neón inundan la calle, con una belleza singular. Las fiestas cobran vida en bares, espectáculos de danza, música en vivo y DJ animan la atmósfera. Los autos desfilan a baja velocidad mientras la multitud se agolpa.
La movida nocturna se extiende hasta Washington Avenue, a solo dos cuadras de Ocean Drive, donde restaurantes, tiendas y bares, como el famoso nudista Madonna, abren sus puertas cuando cae el sol.
A pocas cuadras llegamos a Lincoln Road, vía peatonal rediseñada por Morris Lapidus en 1950 como un paseo de compras. Esta calle está repleta de galerías de arte, tiendas, boutiques y restaurantes.
Más allá de ser el barrio turístico por excelencia de Miami, el distrito art déco es un reflejo vivo de la historia, la cultura y la evolución de la ciudad. Su combinación de arquitectura, entretenimiento y bulliciosa vida lo ha consolidado como un ícono global, un lugar en el que cada paso cuenta una historia y cada edificio es un escenario perfecto para la foto del recuerdo.