El Parque del Buen Retiro, en Madrid, es uno de los sitios más visitados de Europa.
Esas tierras, pulmón verde de la capital española, abarcan 180.000 metros cuadrados y conforman un conglomerado natural y arquitectónico lleno de historia.
Las primeras noticias sobre el lugar se remontan a la primera mitad del siglo XVII. Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar, —quien fuera conocido en la monarquía católica como conde-duque de Olivares y una retahíla de títulos más—, quiso congraciarse con Felipe IV, el entonces rey de España. Para ello, el súbdito de Olivares le obsequió al gobernante decenas de hectáreas de tierra (obvio, no eran de él) colindantes con Madrid, por entonces una comarca de apenas 15.000 habitantes.
Sobre esa zona se dispuso la construcción de un palacio nada más y nada menos que para descanso del monarca y su corte.
Así nació el Palacio del Buen Retiro donde, según la historia, un par de reyes se recrearon y otros lo tomaron como morada permanente. Tal relevancia alcanzó este sitio que se convirtió en uno de los principales centros donde el poder real entretejió importantes proyectos durante el siglo XVII y buena parte del XVIII.
Un día la corona hispana cayó en desgracia. Sucedió durante la guerra de la independencia española, ocurrida entre 1808 y 1814. Las tropas napoleónicas tomaron el inmueble y sus alrededores e instalaron allí su cuartel general. Tras sufrir los embates de esa larga contienda, la fastuosa construcción quedó devastada.
El emporio arquitectónico fue prácticamente derrumbado. Solo quedaron vestigios de su trazado original y los bellos y enormes jardines reales.
En el año 1868 la zona dejó de ser oficialmente un jardín de la realeza. Las 118 hectáreas, que para ese tiempo ya habían sido rodeadas por la expansión urbanística de Madrid, pasó a ser patrimonio municipal y público.
Desde entonces el parque fue sometido a varias intervenciones y se diagramaron nuevos paseos, plazas, fuentes, esculturas, jardines e instalaciones culturales, deportivas y de esparcimiento.
Se fueron construyendo varias vías de acceso, desde diferentes partes de la ciudad. Son 17 puertas monumentales, con sus variados significados, que abren cada día al público de forma libre y gratuita desde el amanecer hasta la medianoche.
Entre las pocas construcciones originales que se mantuvieron en pie, el “Estanque Grande” se destaca; una huella a la vista que nos permite imaginar lo que fue el Real Sitio del Buen Retiro.
A lo largo del tiempo su aspecto varió tras sucesivas remodelaciones. Hoy es una especie de piscina gigante, con una superficie de 37.240 metros cuadrados, que alberga un volumen de agua de 55 150 metros cúbicos. Además, posee un pequeño muelle desde donde zarpan botes y bicicletas acuáticas para el disfrute de los visitantes.
En uno de sus márgenes se alza, imponente, el Monumento a Alfonso XII. Es un conjunto escultórico de bronce y mármol de 30 metros de alto, 86 metros de largo y 58 metros de ancho. En el centro y en la cima, yergue una estatua ecuestre de quien fuera rey de España entre 1874 y 1885 y fue conocido como “el Pacificador”.
De lo que sí no quedó ni rastro fue de las fuentes originales levantadas alrededor del palacio El Retiro durante el siglo XVII. Las que existen fueron concebidas o trasladadas desde otros lugares luego de que el parque alcanzara estatus público.
Una de las más sobresalientes es la fuente de la Alcachofa. Fue construida en 1781 por Ventura Rodríguez (1717-1785). Su primer destino no fue el parque sino en la intersección del Salón del Prado y la avenida Atocha. Allí permaneció casi un siglo hasta que comenzó a estorbar, debido a la amplia afluencia de coches de caballos. Así que el Ayuntamiento de Madrid resolvió, en 1881, mudarla al Retiro, en medio de la Plaza de Honduras, vecina del gran estanque.
La escultura principal, esculpida en piedra caliza, refleja a Nereida y Tritón enlazados. Es una obra de Alfonso Giraldo Bergaz, quien expone en esa pieza una nota barroca.
El Palacio de Cristal es otras de las joyas arquitectónicas que atesora el parque. Es un gran invernadero de estructuras de hierro y planchas de vidrio. Fue construido en 1887 por el arquitecto español Ricardo Velázquez Bosco a raíz de celebrarse una feria dedicada a Filipinas. En ese sitio se guardaron y mostraron varias especies de plantas y vegetales procedentes de ese país asiático.
De ser un almacén para conservar vegetales pasó a convertirse en una galería de arte. Desde hace décadas, el importante Museo Reina Sofía de Madrid realiza exposiciones en el lugar.
Más allá de sus palacios y esculturas, este jardín histórico se ha convertido también en una importante reserva forestal en medio de una de las urbes más concurridas del planeta. En sus bosques habitan casi 20.000 árboles de 167 especies. Tanto verde es un remanso inigualable para quien lo visita.
Este recorrido por el parque público de El Retiro, no se agota. Aún queda mucho por contar de este lugar denominado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.