Las calles de Ipanema, en Río de Janeiro, embriagan por lo seductoras que son; provocan una sensación única. Aquí el sol brilla con más intensidad, la brisa marina acaricia la piel y la vida misma parece fluir a ritmo de bossa nova.
A los pocos minutos de llegar al icónico barrio costero, escuché una melodía contagiosa y una letra que, aunque en portugués, me era muy conocida:
Olha que coisa mais linda / Mais cheia de graça / É ela a menina que vem e que passa / Num doce balanço a caminho do mar:
Mira que cosa más linda, más llena de gracia / Es ella, la chica, que viene y que pasa / Con un dulce balanceo camino al mar.
Era la famosa “Garota de Ipanema” o “La chica de Ipanema”, la canción que nació en un bar de este barrio carioca y que, después de “Yesterday” de The Beatles, es el tema más grabado de todos los tiempos.
A un par de cuadras de la playa, en una esquina, se encuentra el célebre bar Veloso, modesto establecimiento testigo de innumerables historias y encuentros a lo largo de los años.
Al entrar, me transporta a otra época. Me sumerjo en la atmósfera bohemia y me dejo llevar por la música de un trío callejero que llega desde la acera tocando, por supuesto, la canción que hizo famoso el nombre de la playa.
Es aquí, en este refugio de la creatividad y la inspiración, donde nació la leyenda de “Garota de Ipanema”.
Sentado en una mesa, pido una caipirinha, la bebida emblemática de Brasil. En lo que espero, recorro con la vista las paredes llenas de fotografías antiguas, instrumentos, partituras y recortes de periódicos. Todo alude a la canción, que ha dejado una marca indeleble en la música popular brasileña y en el imaginario colectivo del mundo entero.
La historia detrás de “La chica de Ipanema” es tan cautivadora como el propio tema. Corría el año 1962 cuando dos de los más emblemáticos músicos brasileños, Vinicius de Moraes (1913-1980) y Tom Jobim (1927-1994), se encontraban compartiendo tragos en este bar, como solían hacer.
Desde su mesa podía observarse el ir y venir de la vida. Pero, de repente, una joven capturó la atención de Jobim y de Moraes mientras caminaba por la calle en dirección a la playa.
Su gracia natural y su belleza radiante no pasaron inadvertidas para los artistas. Dicen que, en ese momento, nació la idea de “La chica de Ipanema”:
Chica del cuerpo dorado, del sol de Ipanema / Tu balanceo es más que un poema / Es la cosa más linda que he visto pasar.
Parece que fueron varias las ocasiones en el transcurso de los días en que se cruzaron con la joven. Cuentan hasta que la tuvieron muy cerca, a pocos metros, porque ella a veces entraba al bar para comprarle cigarrillos a su madre. Sin embargo, no se atrevieron a decirle nada.
La musa de la famosa canción tenía 17 años. Se llamaba Heloísa Eneida Menezes Paes Pinto, también conocida como Helô Pinheiro.
A medida que se sucedían esos encuentros fugaces, la canción y la música tomaban forma:
Ah, ¿por qué estoy tan solo? / Ah, ¿por qué todo es tan triste?/ Ah, la belleza que existe / La belleza que no es solo mía / Que también se va sola.
Por lo que cuenta uno de los recortes colgados en la pared del bar, Jobim y Moraes se sumergieron en su trabajo con pasión y dedicación. Si preguntas a algún mozo del lugar, te dicen que, rodeados de amigos, dieron vida a cada acorde y cada palabra con una maestría que solo los grandes artistas poseen.
Pero la joven no sabía nada.
Ah, si ella supiera que cuando ella pasa / Todo el mundo se llena de gracia / Y se vuelve más hermoso por el amor.
La melodía suave de la canción captura la esencia del bossa nova, un género musical que fusiona jazz y samba con melancolía y romance.
El primer nombre de la canción fue “Menina que passa”. Parece que fue concebida inicialmente para una comedia musical titulada Dirigível, en la que De Moraes estaba involucrado por aquellos días. La primera vez que la tocaron fue el 1ro de agosto de 1962, durante una sesión en el club nocturno Au Bon Gourmet, en Copacabana.
El memorable encuentro contó con la participación, además de Tom Jobim y Vinicius de Moraes, de João Gilberto, Os Cariocas, Otávio Bailly y Milton Banana.
En marzo de 1963, en Nueva York, se grabó “Garota de Ipanema” por primera vez, con João Gilberto entonando en portugués y su entonces esposa, Astrud Gilberto, cantando en inglés. Esta última versión recorrería el mundo.
No fue sino hasta 1965, en el mismo lugar por el que Helô Pinheiro solía pasar con frecuencia camino a la playa, que finalmente los músicos le confesaron que era ella la musa inspiradora de la famosa canción.
Luego, durante una conferencia de prensa, el propio Vinicius de Moraes lo revelaría públicamente. En esa oportunidad el compositor describió a Helô como una figura dorada, una mezcla de flores y sirenas, llena de luz y gracia, pero también con una melancolía inherente por la fugacidad de la juventud y la belleza.
La revelación catapultó a la joven al estrellato instantáneo como modelo y actriz. Con los años, además, establecería su propia marca de ropa, “Garota de Ipanema”.
Hay más. También en este bar, en 1966, Jobim recibió una llamada de Nueva York. Era Frank Sinatra, interesado en grabar la célebre “Garota de Ipanema”. El pianista voló a los Estados Unidos y, luego de varias jornadas de colaboración, vio la luz el disco Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim, donde Sinatra canta la icónica canción para abrir el álbum.
El bar Veloso fue rebautizado con el tiempo como “Garota de Ipanema” y la calle Montenegro, por donde pasaba a menudo Pinheiro, pasó a llamarse Vinicius de Moraes.
Medio siglo después, la historia de cómo fue hecha la canción se ha puesto en tela de juicio.
Julia Moraes, nieta y una de las herederas del compositor, declaró que en los archivos sobre la producción intelectual de su abuelo “podemos ver que era un trabajador de la palabra. Y por eso un poema o una canción podían demorar años antes de ser concluidos”, explicó a EFE.
“Muchos creen que compuso ‘Garota de Ipanema’ sentado en un bar, bebiendo su cerveza en una tarde de sol y conversando con Tom Jobim. Pero en realidad no fue así. La canción tiene varias versiones en las que es posible ver una búsqueda intensa por palabras y rimas. Él cambia varias palabras, se cuestiona y va perfeccionando su voz lírica mediante un trabajo constante y prolongado”, afirmó.
Lamentablemente, ni De Moraes ni Jobim están ya entre nosotros y solo ellos podrían esclarecer los detalles en torno al nacimiento de la obra. Como sea, ahora, mirando la vida pasar desde el mismo sitio en que se dieron cita una tarde; al ver las fotos colgadas y verlos a ellos en este sitio rodeados de amigos, abrazo la leyenda sobre la canción.
Es más, imagino ver a la chica que inspiró semejante obra de arte, levanto mi vaso de caipiriña para celebrar la belleza del lugar y su gente, y entonar algo que dice: “Olha que coisa mais linda…”.