Cuentan que en 1769, cuando expulsaron a los jesuitas del Reino de Este Mundo, el obispo Santiago José de Echeverría solicitó a Carlos III aprobar los estatutos de un nuevo seminario en La Habana.
Cinco años más tarde, en 1774, abrió sus puertas el Real Colegio y Seminario de San Carlos, dirigido por el sacerdote Rafael Castillo y Sucre. Una institución que dejaría huellas perdurables en la cultura cubana a partir de sus dos vertientes: la eclesial y la civil. Gramática, Filosofía y Teología serían sus puntales primigenios, a los que se añadirían otros.
Eso fue lo que hizo Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa (1756-1832), más conocido como el obispo Espada. Llegado a La Habana en 1802, el prelado aprobó impartir en el Seminario las asignaturas de Derecho Civil y Matemáticas. También una materia de modernidad absoluta: Economía Política.
Luego, con la Constitución de Cádiz, abrió una cátedra de Constitución en la que sería nombrado un joven profesor nacido en San Agustín, Florida, en el primer asentamiento de europeos en Estados Unidos: Félix Varela, quien también enseñó en el Seminario Filosofía, Latinidad, Retórica, Física y Química.
Escribió Luz y Caballero: “Mientras se piense en Cuba, se pensará con afecto y veneración en el primero que nos enseñó a pensar”. Y José Martí: “Aquel patriota entero, que cuando vio incompatible el gobierno de España con el carácter y las necesidades criollas, dijo sin miedo lo que vio y vino a morir cerca de Cuba, tan cerca de Cuba como pudo…aquí estamos de guardia, velando los huesos del santo cubano, y no le hemos de deshonrar el nombre”.
La primera de sus dos portadas, que da a la calle San Ignacio, exhibe un peculiar barroquismo: un retablo de tres niveles, con pilares y pilastras poligonales, inspirado en la de la Universidad de Valladolid.
La segunda fue edificada en los años 50 en la calle San Telmo, cerca de la brisa de la Bahía, y levantada arquitectónicamente en empatía con la Catedral.
En su patio central se dan la mano el sosiego, la espiritualidad y la reflexión, con sus peculiares galerías, columnas y arcos, verdaderas obras maestras de la arquitectura cubana.
Ventanas, barandas, toda su carpintería sobresale por su sencillez y exquisitez, hecha de maderas preciosas. Puertas y maderos torneados en los que está la inconfundible huella del artesano paciente y laborioso.
Por todo ello, y más, el Seminario de San Carlos y San Ambrosio es eso: un lugar de forja y peregrinación. El conjunto más elaborado de la arquitectura colonial barroca. Una de las maravillas de La Habana al cabo de su medio milenio.
fenomenal!
Excelente como siempre
Interesante y refrescante , nada de politica y conflicto,.
Por favor muchos mas articulos como este , te esperamos.
6/29/2023
Al construirse La fachada trasera del Seminario tuvo problemas con la Cortina de Valdes , con un nivel distinto ?
Gracias por su atencion a mi pregunta.
Respetuosamente
Angel L. Riguero Sr.