El diálogo iniciado el 17 de diciembre y el acercamiento entre Cuba y EE.UU. abren el camino para intercambiar sobre diversos aspectos de la vida de ambos pueblos. Sin embargo, una de las temáticas menos visibles en la expectativa nacional resultan los beneficios de la cooperación “destrabada” entre Estados Unidos y Cuba en materia de ciencia.
Los científicos, por definición, se caracterizan por una objetividad que pudiera considerar nulas determinadas decisiones políticas, entorpecedoras de la búsqueda de conocimiento humano. Así que, en unas circunstancias donde dos gobiernos comienzan a hablar, quizá la ciencia pueda ver abiertas posibilidades de intercambio antes bloqueadas.
Asistir a eventos, fomentar intercambios, realizar inversiones en el sector científico cubano caracterizado por el contraste entre la calidad de sus recursos humanos y las condiciones deplorables del equipamiento, así como la cooperación interinstitucional están sobre la mesa de negociaciones.
¿Ciencia V.S. leyes?
Resulta real que las diferencias políticas entre Cuba y Estados Unidos llevaron al mínimo posible el potencial de intercambio científico. Incluso en investigaciones donde era obvio el interés particular de ambos países, las trabas legales solían sobreponerse al interés de las instituciones. La vida marina en el Golfo de México, y dentro de ella, la rápida propagación del pez león, constituyó una problemática a analizar en convenciones anuales Cuba-EEUU-México, a las que científicos cubanos no siempre obtuvieron visa.
En ocasión de la visa negada para asistir a la convención de Texas 2013, Fernando Bretos, Director del Programa de Conservación e Investigación y Marina de Cuba, explicó: “Todos (los tres países involucrados) estamos en riesgo porque hay tanto biológica como ecológicamente común: peces, tortugas marinas, aves migratorias y no estamos entendiendo lo suficiente sobre las poblaciones en la región”.
Sin embargo, otros asuntos de interés medioambiental han motivado que científicos cubanos colaboren oficialmente con sus homólogos en territorio estadounidense. En 2013, el diario Tampa Tribune reportó un encuentro al suroeste de la Florida para elaborar el plan que las naciones del Caribe seguirían en el caso de enfrentar derrames de petróleo a través de los límites marítimos.
Por otra parte, científicos de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías Aplicadas declararon recientemente a OnCuba que sus peticiones para asistir a los eventos del Organismo Internacional de Energía Atómica siempre eran rechazadas cuando estos se efectuaban en territorio estadounidense. Ni siquiera se llegaba a nivel de pedir visa en estos casos: la aplicación era respondida cada año con una carta formal de la misma institución que acogía el evento, comentó Aniuska Betancourt, presidenta de la Agencia. Sin embargo, las inspecciones reglamentarias a las aplicaciones nucleares se realizan regularmente en territorio cubano bajo la supervisión de este Organismo, con el cual Cuba mantiene una participación activa en el resto de las actividades.
No obstante, incluso en los peores años del diferendo, las excepciones hicieron a la regla. Científicos utilizaban estrategias como “mantener un bajo perfil” o pedir licencias para concretar visitas profesionales entre ambos países. De esta forma, Cuba ha recibido a varios físicos ganadores del Premio Nobel, entre ellos León Lederman, Murray Gel-Mann, y Walter Kohn, que han podido impartir conferencias en la Facultad de Fisica de la Universidad de La Habana y visitar centros científicos.
En entrevista concedida a la revista especializada Juventud Técnica, María Sánchez, directora actual de la Sociedad Cubana de Física, sugiere que dos o tres visitas aisladas no hacen cooperación: “Hay muchos profesores e investigadores que ni siquiera se arriesgaban a pedir el permiso. Ahora estoy segura de que van a querer venir masivamente”.
En la misma entrevista, Sánchez comenta que varios científicos cubanos han sido invitados a ser miembros de instituciones como la Sociedad Norteamericana de Física, APS –con la cual ahora se prevén provechosos acercamientos- y con el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos. Con este último organismo, buena parte de las colaboraciones se detuvieron a partir del recrudecimiento de las medidas antiterroristas de EE.UU. luego del 11 de septiembre.
No solo el hecho de poder ser candidato a una membresía constituye un problema para los cubanos. El precio anual a pagar suele sobrepasar con creces los ingresos de profesionales cubanos quienes, además, tampoco tienen a su disposición la manera de enviar ese dinero desde la Isla.
Dificultades aparte, el Doctor Agustín Lage, director del Centro de Inmunología Molecular asegura que “siempre ha habido cercanía entre la comunidad científica norteamericana y los científicos cubanos”. Lage explicó a Cubadebate que su Centro convoca cada dos años un evento científico internacional de Inmunoterapia del cáncer y el país que más científicos envía es EEUU, incluso en los años más complejos del Periodo Especial.
Durante el mandato de Bush, el Departamento del Tesoro Estadounidense otorgó una licencia para que una empresa norteamericana desarrollara de forma conjunta con el Centro de Inmunología Molecular una vacuna terapéutica para el cáncer del pulmón. El contrato se firmó en 2004, con la presencia de Fidel Castro. A pesar de que la empresa nunca concretó los pagos a Cuba, como consecuencia de un fracaso financiero “por razones ajenas al proyecto colaboración con nosotros”, el Dr. Lage lo considera como una muestra de que “si hay voluntad política, se puede levantar o minimizar el bloqueo”.
Incluso antes del contexto actual -redimensionado a partir del 17D-, la idea de un intercambio a nivel institucional de representantes del sector científico cubano y estadounidense no era tan desatinada como parecía. En 2011, la Academia de Ciencias de Cuba coordinó junto a la Asociación Americana de Avance de las Ciencias un conjunto de encuentros donde se buscaran oportunidades de trabajo conjunto en materia de ciencias biológicas, ambientales, tecnologías habilitantes y política científica.
Conversaciones, perspectivas y futuro de las ciencias
Al término de la segunda ronda de negociaciones oficiales Cuba-EEUU, realizada en Washington, la Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, incluyó en una breve lista de los diálogos que se realizarán próximamente entre instituciones de ambos gobiernos temas “que van desde la aviación civil hasta la tecnología de la informática y la protección de la vida marina”.
Mientras, John Hemingway, nieto del afamado escritor norteamericano estrechamente vinculado a Cuba, hizo declaraciones sobre la necesidad de acercar a la isla y Estados Unidos en materia de ciencia. John, junto con su hermano Patrick, realizó un viaje a Cuba el año pasado con motivo del 60 Aniversario del Premio Nobel obtenido por su abuelo en 1954. Los descendientes del autor de El viejo y el mar como parte de un grupo de científicos marinos. Para viajar en 2014, Hemingway tuvo que pedir un permiso especial.
“Ha llegado el momento del cambio”, expresó John Hemingway en una conferencia de prensa del Latin America Working Group, donde científicos abogaban por el intercambio Cuba-EE.UU. en el campo de las Ciencias Marinas. Su compañero en el proyecto, Jeffrey Boutwell, agregó “Nos gustaría usar estas cuestiones específicas en las que podemos trabajar en materia de conservación del océano para promover relaciones EE.UU.-Cuba en una era totalmente nueva”.
Por otro lado, revistas científicas cubanas ya se encuentran analizando los posibles efectos en su especialidad del restablecimiento de las relaciones. Tal es el caso de la Revista Cubana de Neurología, que publicó un editorial sobre el potencial de una “sinergia científica” que una instituciones y universidades de ambas naciones en función de desarrollar la ciencia, en particular la neurología.
El Dr. Alberto Dorta-Contreras de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, autor del artículo, propone algunos datos interesantes obtenidos a través del buscador especializado en sitios biomédicos GoPubMed. Según esa herramienta científica, el país que con mayor frecuencia publica de conjunto con autores cubanos es Estados Unidos, de acuerdo con los datos indexados por su plataforma. “Del total de 10 551 artículos publicados hasta el cierre de 2014 por autores cubanos, 593 se realizaron conjuntamente con autores norteamericanos”.
Entre las revistas norteamericanas que más han reflejado la colaboración científica entre especialistas de ambos países se encuentran American Journal of Public Health y Lancet, con 20 y 12 trabajos respectivamente hasta el cierre de 2014, según GoPubMed.
El Premio Nobel de Química 2003, biólogo estadounidense Peter Agre calificó el acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos como una “buena oportunidad” para una colaboración científica entre ambos países. El profesor de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, quien ganó el premio del inventor de la dinamita gracias a sus estudios en las membranas celulares, visitó por tercera vez a Cuba para recibir una placa honorífica del 280 Aniversario de la Universidad de La Habana.
En viajes anteriores, Agre había visitado la Facultad de Química de la Universidad habanera y participó como Presidente Honorífico en un congreso de Biotecnología donde aprovechó para destacar los “incuestionables avances” de Cuba en investigaciones científicas, según la agencia de noticias Prensa Latina.
A raíz del restablecimiento de relaciones diplomáticas, Agre expresó: “Tenemos muchísimo que aprender de Cuba, y también mucho que enseñar a los cubanos, y juntos podremos hacerlo mucho mejor”.
La ciencia cubana, como el resto de la vida del país, se encuentra a la expectativa de lo que pueda ocurrir. Sin embargo, pudiera decirse que esta esfera esconde un gran potencial de aprovechamiento de la cooperación con los Estados Unidos. Si bien es cierto que la ciencia en Cuba ha sabido mantenerse a flote a pesar de dificultades graves como el equipamiento obsoleto y la emigración de recursos humanos, las nuevas circunstancias quizá sean el puente hacia la creación mutua e intercambio de conocimientos sin las limitantes pragmáticas que atan las manos de un sector nacido para estar en constante desarrollo.