Al repertorio nacional de la expresión audiovisual le ha nacido un nuevo género: los videos de visitas sorpresa. Se trata de registros en cámara del arribo abrupto al hogar de familia y amigos, por parte de residentes en el exterior, y que se realizan sin complicidad alguna de aquel tomado desprevenido.
Los videos de llegadas sorpresa cuentan con varios criterios en común: son planificados ex profeso; consisten en general en largos planos secuencia de carácter subjetivo, cámara en mano (usando sobre todo teléfonos móviles) y suponen la buscada complicidad entre el ejecutor y su espectador. Les son inherentes una cuota de suspenso y cierto tono de broma.
Se han disparado en los últimos tres años. A partir de 2015, el interés por una Cuba abierta a la curiosidad mundana del turismo hipster, hizo que multitud de registros de turistas y visitantes de toda clase y procedencia inundaran la red.
Los cubanos no perdieron tiempo para sumarse. Hoy existe incluso un canal en YouTube, administrado por Estrella Piñero, que bajo el título de “Llegadas a Cuba”, alojaba para finales de febrero 55 videos. Entre estos, algunos ilustran también el arribo a Miami de familiares residentes en la isla.
Pero la mejor expresión de este fenómeno está en las llegadas a Cuba de personas que por diversas razones acumulan ausencias de años. En el video titulado “Llegando de sorpresa, pensaban que estaba llamando desde Houston EUA”, Anniel Bauta se coloca muy cerca del rostro su teléfono mientras avanza por una calle, sin dejar de conversar con alguien al otro lado de la línea. Reitera una pregunta: “¿Que si te gustaría verme hoy… si pudiera coger un avión?”. Ante la puerta de una casa, sin interrumpir la llamada, le abren; un anciano lo abraza y se echa a llorar. Hasta hoy acumula 101 565 vistas.
Esta clase de bromas supone reacciones inesperadas. Por ejemplo, Juan Pablo Cata subió el 30 de diciembre de 2016 su video de llegada sorpresa a Cuba. Este arranca dentro de un taxi, donde el susodicho sostiene una conversación cómplice con el chofer, a todas luces un viejo conocido suyo. Al llegar a la dirección de su casa, este último se hace cargo del teléfono y comienza a caminar a unos metros de distancia del primero, siguiéndolo mientras avanza a lo largo de un pasillo de vecindad y entra a una casa donde un coro de exclamaciones se alza al unísono.
Cuando el plano alcanza la situación, vemos a un niño y a una mujer que abrazan al recién llegado. Ambos llegan a las lágrimas por la emoción. Por encima de su sobresalto, la voz grave de una mujer fuera de cuadro regaña: “Juan Pablo, ¿por qué tú haces esto?”, mientras advierte a otra mujer, que aparece sentada sobre un sofá: “No te pongas así que tú estás operada. ¡Jessica, estás operada, no te pongas así!”. Juan Pablo recupera el teléfono de la mano de su amigo y, mirando a cámara, declara: “Una sorpresa más”. Corte final.
Abundan en esta categoría los traslados en automóvil desde el aeropuerto y la búsqueda de direcciones, así como el arribo cauteloso a las viviendas de familiares y conocidos. En Videos QBA, una mujer conversa con el chofer que la conduce hasta una casa de placa de paredes sin repello, perimetrada por viejos tanques de metal. Alguien porta la cámara mientras una muchacha rubia, cuya voz escuchamos antes fuera de cuadro, golpea la puerta y se esconde.
Cuando la inquilina abre y descubre la extraña situación, hace un silencio, mira a la cámara y comenta, aprehensiva: “Ay, no me asusten…”. Entonces la recién llegada se asoma y la mujer se echa a llorar mientras la abraza; la primera tiende a reírse de su astucia, pero acaba abandonada a la emoción y confiesa: “¡¿Cuántas veces voy a llorar hoy?!”
Esta clase de chanzas se reitera bastante. Pero acaso el más elaborado de estos registros sea el que Zuylén Ulloa subió el 18 de enero de 2015 bajo el título de “Mi viaje a Cuba”. No he encontrado otro de su clase con tantas visualizaciones: 383 mil 198.
Zuylén, quien tiene un canal con 39 videos titulado “Nails Zuylén”, donde promociona su negocio de manicure, hizo más que la mayoría, al apoyar su registro de video doméstico con edición de imagen y una banda sonora intencionada. De hecho, su pieza comienza desde la cabina del avión que despega y por fundido se posa en la pista del aeropuerto José Martí de La Habana. Desde allí se percibe la ansiedad del reencuentro y la astucia picarona de quien prepara una celada. A fondo, suena la melodía efervescente de Alegría, el tema de René Dupéré compuesto para la obra homónima del Circo del Sol, en la voz de Francesca Gagnon.
https://www.youtube.com/watch?v=shMW48gQEb4
El recorrido por carretera sintetiza en minutos y con imágenes icónicas de las autovías cubanas, la entrada de Varadero, la circunvalación de Cárdenas y las calles del reparto 13 de marzo de esa ciudad. Ante uno de sus edificios, pintado de verde, descienden Zuylén y su pareja, quien se ocupa siempre de grabar lo acontecido. La mayoría de los diálogos son ahogados por la música, aunque en ciertos instantes esta pasa a fondo o desaparece, víctima de una elaborada edición de sonido.
La mujer es una trigueña en sus 30, que usa un vestido rojo y gesticula a la cámara mientras asciende por las escaleras, llega ante la puerta de un apartamento y se persigna antes de tocar. Un perro ladra al otro lado. Cuando abren, una señora mayor se lleva las manos a la cabeza mientras la recién llegada anuncia a gritos: “¡Visita para almorzar!” La señora se dirige al de la cámara: “Ay Danielito, eres malo”, se queja. Zuylén se precipita sobre un hombre que sale desde el fondo y se abrazan. Pero advierte que la madre no está. Es aquí que se despliega una mañosa emboscada.
“Está para la calle”, explica la señora. Zuylén organiza su plan, llama al hombre: “Papi, ven acá: yo quiero sorprenderla”. “Le va a dar algo”, advierte la señora. “No le va a dar nada, eso es alegría”, replica Zuylén, y ordena al hombre: “Llámala, que entre aquí”. Toman el teléfono y marcan el número de la madre ausente; Zuylén no deja de advertir: “No le vayas a decir nada…”. Ella y el individuo tras la cámara no pueden controlar una risa estertórea, de niños que saborean de antemano el resultado de su travesura.
La señora se incorpora aprensiva a la acechanza. Marca el número y consigue respuesta del otro lado de la línea: “Mami, mijita, no pasa nada nada, pero quiero que vires enseguida.” El hombre, temiendo que la primera no haya sido muy convincente, le arrebata el teléfono: “Oye… que vengas acá un momento porque se me rompió el búcaro ese… se me armó un reguero del carajo”.
Zuylén abraza a la señora, da brinquitos de júbilo. El hombre cuelga. “¿Qué te dijo?”, lo acosan. “¿Qué búcaro? ¿Qué búcaro? Ya voy pa´llá”, explica la reacción de la mujer al otro lado de la línea. Corte y disolvencia.
Cuando abre el plano, una mujer –de nuevo– se lleva las manos a la cabeza mientras Zuylén la abraza. La señora mayor viene con un vaso de agua y se lo entrega. La recién llegada no puede articular frase alguna, arquea sobre la meseta como si fuera a vomitar, mientras se aferra fuerte al cemento. Respira profundo, busca con dificultad sobreponerse a la impresión. Comienza a recuperarse.
Zuylén dice: “¿No estás contenta?” El tipo tras la cámara ríe a carcajadas.
Zuylén, quien tiene un agudo dominio de la narración audiovisual, subió además a su canal un archivo titulado “Lo que usted no vio”, donde reúne el registro de algunas visitas que recibió durante su estancia en Cuba, así como de otras que hizo a familiares y conocidos. En una de ellas, al referir su elaborada broma, alguien le dice: “Usted está loca pa´la pinga”.
No se que es peor: si que haya gente que haga estas cosas, o que un periodista pierda su tiempo no sé haciendo qué la verdad.
Felicidades Dean, has contribuido a la viralización de contenidos por medio del sufrimiento del cubano. Gran periodista. Aplausos para ti.
Esa es nuestra realidad, la de millones de Cubanos, y no hay porque esconderla. Más que sufrimiento lo que reflejan esos videos es la alegría del reencuentro con los seres queridos.
Muy buen artículo