Un estudio observacional con datos sobre 300.000 personas en Estados Unidos publicado este martes por la revista The Lancet Digital Health respalda la utilidad de las mascarillas que cubren la nariz y la boca para mantener controlados los contagios de coronavirus.
Un incremento de un 10 % en el uso de las mascarillas entre la población multiplica por tres las posibilidades de mantener el ratio de reproducción instantáneo (Rt) del virus por debajo de 1, una métrica que refleja que la expansión de la enfermedad se está ralentizando, según concluyen los investigadores.
Los científicos del Hospital Infantil de Boston y otros centros de EE.UU. que han elaborado el trabajo advierten, con todo, que su investigación no es una prueba directa y definitiva sobre los efectos de las mascarillas en el ratio de transmisión.
Still not convinced about #masks?
Our new paper in @LancetDigitalH surveyed mask-wearing behavior in over 300k Americans.
We find a 10% increase in self-reported mask use in a community was associated with > 3 fold better odds of #COVID19 Rt below 1. https://t.co/pDVXf42ORb pic.twitter.com/CLsop3H5il
— John Brownstein (@johnbrownstein) January 19, 2021
Es posible que las personas que utilizan los también llamados cubrebocas o nasobucos actúen también con mayor precaución en otros ámbitos y se laven las manos con mayor asiduidad o salgan menos de casa, unas variables que no se han tenido en cuenta en este estudio.
Los autores resaltan, sin embargo, que sus conclusiones respaldan la recomendación de utilizar mascarilla como una intervención relevante para tratar de minimizar el impacto de la pandemia.
“Gobiernos de todo el mundo han hecho obligatorias las mascarillas en espacios públicos para frenar la transmisión de la COVID-19. Su objetivo es establecer una barrera física que evite la expulsión de gotas cargadas de virus”, señaló en un comunicado John Brownstein, investigador del Hospital Infantil de Boston.
“Las pruebas existentes hasta ahora sobre el uso de mascarillas contra la COVID-19 son heterogéneas y desarrollar estudios aleatorios controlados para investigarlo es complicado”, agregó el científico.
Pese a ello, “nuestras observaciones sugieren que existe un beneficio comunitario por llevar la mascarilla”, subrayó Brownstein, que recomienda que se analice más a fondo la cuestión para evaluar si es adecuado continuar recomendando su uso.
Los investigadores creen que los nasobucos pueden tanto proteger a su portador como prevenir que infecten a otras personas a su alrededor. Los análisis llevados a cabo en laboratorios han demostrado que las mascarillas reducen la cantidad de virus detectados en el aliento al exhalar, lo que respalda asimismo su utilidad.
Brownstein y sus colegas utilizaron para su estudio una encuesta en la que los participantes debían puntuar en una escala de entre uno y cuatro cuál era su grado de uso del cubrebocas en público, y compararon las respuestas con datos epidemiológicos de Estados Unidos a partir de un modelo matemático.
También analizaron datos sobre movilidad en diversos estados de EE.UU., así como las medidas sobre distancia social aplicadas en cada territorio.
“Un hallazgo importante es que el uso de mascarilla no puede reemplazar a la distancia física. Los estados que impusieron las dos medidas tuvieron la mayor probabilidad de controlar la expansión de la enfermedad”, afirmó Ben Rader, coautor del trabajo.