El gobernador de Florida dio órdenes de reabrir el estado, pero el alcalde del condado Miami-Dade, donde la pandemia no baja su intensidad, se opone.
Según el alcalde Carlos Giménez, el peligro no ha pasado y por ello se mantienen dos cosas: los restaurantes funcionando al 50% de sus capacidades y el toque de queda de 11 pm a 6 am. Lo único en que Miami-Dade ha cedido al gobernador fue en no poner las multas a quien no lleve máscaras de protección en lugares públicos.
En declaraciones a una emisora de radio, Giménez resumió la situación, a su entender: “Los restaurantes, independientemente del tamaño de sus espacios interiores, seguirán operando al 50% de su capacidad” y “habrá repercusiones si no lo cumplen”.
Después de todo, Miami-Dade ha sido el condado más afectado por la pandemia en Florida, incluso nacionalmente, solo superado por Los Ángeles, con más de 168.000 contagiados y de 3.200 fallecidos.
Giménez puede disentir del gobernador Ron DeSantis porque los condados de Miami-Dade, Broward y Palm Beach gozan de autonomía en decisiones de su fuero interno, en las que el gobernador no puede interferir.
“Esperamos que el gobernador no nos critique por tener restricciones más severas que el resto del estado. Tenemos una mayor propagación del virus en el sur de Florida que en otras partes del estado”, comentó el alcalde del condado de Broward, Dale Holness, a la estación de radio WLRN.
DeSantis suspendió el uso de máscaras, lo cual es visto como un peligro. Esta preocupación ha llevado a la legisladora estatal de Jacksonville, Audrey Gibson, a comentar a WLRN: “nadie aboga por un cierre a gran escala en Florida, pero seguimos pidiendo medidas de prevención y de sentido común como mascarillas, esenciales para prevenir una mayor propagación”.
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