Hay un aspecto de la política de Estados Unidos hacia Cuba, y solo uno, en el que los presidentes Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden estuvieron de acuerdo: apoyar al sector empresarial privado de Cuba. Desde que el gobierno cubano legalizó las pequeñas empresas en la década de los 90, Washington ha visto al sector privado como un actor que podría llevar a Cuba hacia una economía más abierta, y a medida que gana poder económico hacia una política más democrática. El pasado mes de mayo el presidente Biden prometió aumentar el apoyo estadounidense a los empresarios cubanos independientes. Pero hasta ahora no ha hecho mucho.
La actitud del gobierno cubano hacia el sector privado (o sector “no estatal”, incluidas cooperativas y empresas privadas) ha sido ambivalente. En 1968, buscando el camino más corto para llegar al comunismo, Fidel Castro ordenó intervenir más de 55 000 pequeños comercios privados y prohibió todos los negocios privados, excepto las granjas familiares. Durante las siguientes dos décadas, los únicos empresarios privados en Cuba fueron los del mercado negro.
En la década de los 90, después de que el colapso de la Unión Soviética arrojara a Cuba a una profunda depresión, Castro legalizó a regañadientes algunas formas de trabajo por cuenta propia (cuentapropismo) porque el Estado ya no podía darle empleo a todo el mundo. Pero Castro vio el resurgimiento de los negocios privados como una concesión al capitalismo y amarró al sector con cinta roja regulatoria hasta permanecer económicamente marginal.
Por contraste, Raúl Castro vio el sector privado como un elemento dinámico en su plan de reforma económica más amplio para cambiar la economía cubana de una planificación central de estilo soviético a una economía de mercado socialista. Amplió el alcance de los negocios permitidos, flexibilizó algunas regulaciones y quizás lo más importante: reconoció la legitimidad del sector privado como un elemento permanente e importante de la economía.
En 2019 la nueva Constitución cubana reconoció explícitamente el derecho a la propiedad privada. Y en 2021 el gobierno aprobó una ley otorgando a las empresas privadas personalidad jurídica propia. Como resultado de esta liberalización, el número de empresas privadas en Cuba se ha incrementado dramáticamente, al punto de que hoy emplea a un tercio de la fuerza laboral.
El impacto de la política estadounidense en el sector privado de Cuba también ha tenido sus altibajos. Cuando el presidente Obama anunció su intención de normalizar las relaciones, los primeros cambios normativos que suavizaron el embargo se focalizaron en ayudar al sector privado. Los cambios permitieron microfinanzas estadounidenses y programas de capacitación empresarial para empresarios cubanos y legalizaron la importación de bienes producidos por privados.
Cuando visitó Cuba en 2016, Obama se reunió con un grupo de empresarios cubanos, elogió su ingenio y declaró: “Estados Unidos quiere ser su socio […]. Estados Unidos quiere ayudarlos a despegar”.
Pero la reimposición de sanciones económicas por parte del presidente Trump afectó gravemente a las empresas privadas de Cuba, a pesar de que su política declarada era “fomentar el crecimiento de un sector privado cubano independiente del control del gobierno”. Las restricciones a los viajes y a las remesas privaron a las empresas cubanas de clientes y capital. En una encuesta de 2019 de 126 negocios privados en La Habana, de los que solo alrededor de una cuarta parte estaban directamente relacionados con el turismo, el 80 % dijo que sus negocios se habían visto impactados negativamente por las sanciones de Trump.
La política de Biden hacia Cuba
Los empresarios cubanos celebraron la elección de Biden porque prometió regresar a la política de compromiso (engagement) de Obama. “Son realmente buenas noticias para la comunidad empresarial en Cuba”, dijo el consultor empresarial Oniel Díaz. “El sector privado fue uno de los más golpeados por la política cubana de la administración Trump”. Pero cuando Biden no hizo nada para cambiar la política de Trump durante su primer año en el ejecutivo, unas 250 empresas y empresarios cubanos le escribieron una carta abierta instándolo a “retomar el camino del compromiso y la normalización”.
En mayo de 2022 Biden finalmente anunció una política hacia Cuba, incluida la promesa de “aumentar el apoyo a los empresarios cubanos independientes”. Pero todavía tiene que dar los pasos prácticos necesarios para hacer realidad esa promesa. Esto es lo que se necesita hacer:
- Ayudar a los empresarios cubanos a construir y fortalecer sus cadenas de suministros restaurando la visa de no inmigrante de entradas múltiples por cinco años y eliminando los límites en el valor de los paquetes de regalos que se pueden enviar a Cuba. Estos pasos les permitirían a los empresarios privados viajar más fácilmente a Estados Unidos para obtener los suministros y equipamientos necesarios para sus negocios.
- Facilitar las transacciones financieras restaurando la licencia del Departamento del Tesoro para transacciones internacionales en U-turn y permitiendo que los empresarios cubanos abran cuentas bancarias y establezcan entidades corporativas en Estados Unidos. Las finanzas son la savia del comercio. Estos pasos permitirían a las empresas cubanas involucrarse más fácilmente en transacciones financieras para comprar y vender bienes y servicios en Estados Unidos y el exterior, abriéndoles mercados extranjeros.
- Facilitar el acceso de los empresarios cubanos al comercio electrónico, incluidos los pagos electrónicos, mediante el levantamiento de las prohibiciones existentes sobre el uso de aplicaciones comerciales de Internet en Cuba. El acceso a estos servicios es crucial para los pequeños negocios que intentan llegar a un público más amplio de clientes potenciales y para gestionar los pagos, especialmente para proveedores o clientes fuera de Cuba.
- Aumentar el apoyo directo mediante la autorización de licencias generales para brindar servicios de empresa a empresa, subvenciones de microfinanciamiento, préstamos e inversiones. Actualmente ese apoyo solo se permite si un proveedor potencial solicita y obtiene una licencia específica del Departamento del Tesoro. La emisión de licencias generales aumentaría significativamente la velocidad y la facilidad con las que podría implementarse ese soporte.
En el pasado, el gobierno cubano bloqueó el apoyo extranjero al emergente sector privado, pero esa actitud está cambiando. “El gobierno de Estados Unidos… pretende promover el sector privado cubano… como instrumento de subversión política”, denunció en diciembre pasado el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío. Pero agregó: “si esto permite una mayor prosperidad en cualquier sector de la economía cubana, no vamos a interponernos en el camino”.
Con la puerta abierta en La Habana al apoyo de Estados Unidos al sector privado, y con empresarios cubanos que necesitan ayuda urgente para recuperarse de los efectos devastadores de las sanciones de Trump y la pandemia de COVID-19, el presidente Biden tiene la oportunidad única de cumplir la promesa que hizo el pasado mes de mayo. Los pasos modestos pueden tener un gran impacto, beneficiando no solo a hombres y mujeres de negocio cubanos sino también, mediante múltiples efectos multiplicadores, elevando el nivel de vida de miles de familias cubanas.
Traducción: Alfredo Prieto.
*Este artículo fue publicado originalmente en Americas Quarterly. Se reproduce con permiso expreso del autor y los editores.