Estados Unidos repite como la nación con más representación artística en el Festival Internacional Jazz Plaza que comenzó el pasado 26 de enero y termina este domingo 2 de febrero.
Así ha sido en casi todas sus ediciones desde que iniciara en 1980 como un pequeño conjunto de conciertos en la Casa de la Cultura de Plaza.
Podría realmente ser normal que en cualquier lugar donde se celebre al género musical nacido en Nueva Orleans la mayor asistencia sea de estadounidenses, pero esa no es una realidad que viven todos los eventos de jazz del mundo.
Por más de 40 años y 40 ediciones, el encuentro cubano ha logrado mantener e incluso hacer crecer vínculos entre las dos naciones que en lo referente al jazz nunca se ha fracturado, por más mal que anden las relaciones entre los dos países.
Un rápido repaso por la historia recuerda que las figuras de Bobby Carcassés y Chucho Valdés no solo supieron concebir y dirigir con éxito las primeras décadas de existencia del Jazz Plaza, sino que pusieron siempre sus propios alcances a disposición del evento para establecer contactos, promover invitaciones, hacer posible la visita de grandes estrellas del género en el mundo y, sobre todo, de Estados Unidos.
Ese ha sido tal vez uno de los legados que estos grandes han dejado a las siguientes generaciones de jazzistas cubanos; muchos de ellos son los que hacen posible hoy la concurrencia de artistas a este festival.
Vale mencionar entre los actuales promotores al pianista Roberto Fonseca, director artístico de la cita; los también pianistas Dayramir González y Nachito Herrera y el percusionista Pedrito Martínez.
Aunque en la historia de la gran fiesta del jazz en Cuba han quedado como momentos legendarios las visitas de estrellas como Dizzy Gillespie, Herbie Hancock, Richie Colem, Charlie Haden, Steve Coleman y Wynton Marsalis, en los últimos años, y también en esta edición, se suman a esa lista otros nombres brillantes.
La edición 40 del Jazz Plaza es una prueba más de la fuerza de esa unión que el más libre de los géneros musicales permite entre los artistas cubanos y estadounidenses.
Ted Nash otra vez en Bellas Artes
Ted Nash, el consagrado saxofonista, ganador del Grammy en 2017, se ha convertido en uno de los habituales del festival, a donde a acudido en las últimas tres ediciones.
El artista llega siempre con propuestas que van más allá de la música, y específicamente este año repite con su proyecto Jazz x Art con el que ha recorrido varios países y que consiste en encontrar en la obra de grandes artistas de la plástica mundial la inspiración para la improvisación jazzística.
En 2023, Ted Nash realizó esta aventura en el Museo Nacional de Bellas Artes junto a estudiantes de la enseñanza artística cubana, sobre la obra del universal pintor Wifredo Lam.
Este año presentó en Cuba el documental que recoge aquella experiencia y repitió la sesión en el propio museo junto a los también norteamericanos Ben Allison y Steve Cárdenas.
Ted Nash también ofreció un concierto en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional.
Arturo O’Farrill, lleno de energía
Por su parte, el pianista Arturo O´Farrill es otro de los siempre esperados. “Cada año cuando llego me emociono porque me siento lleno de esa energía, del conocimiento que nos hace parte de una comunidad global, eso me da mucho gusto” dice el hijo de Chico O´Farrill.
Arturo con su constancia en el vínculo con Cuba y nuestros artistas viene haciendo una especie de devolución de lo que su padre dio al jazz norteamericano. Esa relación sanguínea y cultural hace que el artista entienda al evento como “el más importante y prestigioso del mundo”.
“Cuba tiene los músicos más completos; el artista aquí no puede saber nada más de jazz, tiene que entender la música de Europa, de la madre África, de la calle y el baile. La gente que viene de todo el mundo entiende que aquí el músico es el futuro”, opina Arturo O´Farrill.
En el Teatro Nacional de Cuba el pianista ofreció su concierto del Jazz Plaza 2025.
“Este año me puse un poco más político. Tengo un disco que se llama Mundo Agua, que habla de los crímenes que se están cometiendo a cada hora. Tengo un tema que se llama ´Ahora no, ahora mismo´ y otro que se llama ´Acción-Reacción´ en los que hablo sobre cómo el mundo está fastidiado con el clima, la guerra, y creo que el artista tiene la responsabilidad de decir la verdad, de pararse fuerte a describir lo que está pasando y para mí no hay un lugar más bonito en donde se pueda hablar de todo esto que en Cuba”, nos confiesa.
Orbet Davis: nos volvimos familia
Orbert Davis, trompetista y director de orquesta, es otro de los estadounidenses presentes. El artista ya había estado en Cuba en 2012 para realizar una investigación sobre música cubana; y luego en 2014 para trabajar con estudiantes del Instituto Superior de Arte (ISA).
“Estuvimos aquí en el momento exacto en que Obama hizo el anuncio de la normalización de las relaciones. En ese momento sentimos que nos volvimos familia y nosotros queremos continuar con esa relación”, cuenta entre las razones para volver a Cuba.
Este año Davis presentó su proyecto personal; pero su más destacado aporte fue la preparación de un concierto de su octeto, junto a estudiantes del ISA y músicos de la Orquesta Filarmónica de Jazz de Chicago, de la cual es director musical.
“Estoy muy emocionado de traer a mis músicos a tocar con estudiantes cubanos. Es muy especial porque la esencia de la música cubana está en todo lo que tocamos, incluso en lo clásico. Lo más importante es el sentimiento, y se siente muy bien”, nos dice.
“Creo que el Jazz Plaza va a cambiar el mundo. Hay muchos problemas, pero el peor problema es el egoísmo. La música nos enseña a estar juntos y las personas de todas partes están en La Habana esta semana. Creo que eso hace hoy a La Habana la ciudad más grande del mundo”.
Michael League y Elipsis
Dentro de los consagrados músicos estadounidenses —aunque más joven—, que llegaron este año, está Michael League, el bajista y líder de la agrupación Snarky Puppy, quien repite por tercera vez en el Jazz Plaza.
Esta vez League acompaña al percusionista cubano radicado en Nueva York, Pedrito Marínez, y al baterista mexicano, también asentado en Estados Unidos, Antonio Martínez. Juntos conforman el grupo Elipsis, un proyecto musical que por primera vez llega al escenario cubano.
“Elipsis es un grupo con el concepto de integrar sonidos experimentales y una libertad del espíritu del jazz a la música yoruba en la que Pedrito es especialista. El corazón de lo que hacemos es la tradición yoruba, pero lo que estamos haciendo Antonio y yo alrededor es algo diferente que no tiene raíces específicas. Creo que la mezcla funciona super bien y transmite la música yoruba, pero con colores nuevos”, nos explica sobre la propuesta con la que por tercera ocasión comparte escena con artistas cubanos. Ya había trabajado con Muñequitos de Matanzas y Eliades Ochoa.
Sobre el Jazz Plaza, Michael League piensa que “es increíble. La cantidad de músicos que tienen y la diversidad musical siempre es impresionante y, sobre todo, que sea en un país tan musical cambia mucho la onda a los que viajamos por todo el mundo haciendo festivales de jazz. Tocar para un público que sabe tanto de la música es especial para nosotros porque tenemos que ofrecer lo mejor”.
Danielle Ponder, de abogada a jazzista
Danielle Ponder, la abogada estadounidense devenida cantante que en 2022 presentó su álbum debut después de años de trabajo como defensora pública, fue una de las más hermosas novedades que el público pudo disfrutar en esta 40.ª edición del Jazz Plaza.
Acompañada solo de su guitarrista, sin más alardes en el espectáculo que su grandiosa voz, Ponder sorprendió gratificantemente a los que por primera vez la escuchamos.
“Estoy muy emocionada de estar aquí. Siempre quise conectar con la gente de Cuba. Como negra estadounidense, siento que los cubanos siempre han estado en solidaridad con nosotros y nosotros siempre hemos estado en solidaridad con ellos”, declaró la defensora del R&B y el soul.
Para su repertorio en La Habana, escogió algunos de los temas de su disco Some of Us Are Brave en los que comparte las experiencias de su comunidad y de su experiencia como abogada trabajando en el sistema de justicia de Estados Unidos.
Que el jazz convoque siempre a un espacio donde nunca ha sido posible una fractura entre ambas naciones debe estar ligado a la libertad, espíritu esencial de esta música.
Gracias Lied por esta maravillosa entrega; soy fanático al Jazz, pero desde mi Camaguey tengo el acceso limitado a esa joya artística que el es Jazz Plaza, ojalá pueda un día contactar con usted para intercambiar en relación con el tema, somos colegas.
Gracias nuevamente, cuídese mucho.