En 1979 se celebró un encuentro histórico en las relaciones culturales entre Cuba y Estados Unidos después de 1959. Por primera vez en esa franja de tiempo, músicos de ambos países se unieron en un escenario en Cuba para tocar y colaborar durante tres noches. Billy Joel, Weather Report, Stephen Stills, Rita Coolidge, Pablo Milanés, Irakere y la orquesta Aragón fueron algunos de los grupos y artistas estadounidenses y cubanos que, al menos en el escenario del Karl Marx, permitieron que la política cediera su lugar a la diplomacia de la música y a los vasos comunicantes entre las culturas de ambos pueblos.
Sin embargo, pocos cubanos conocen sobre este hecho de invaluable trascendencia, debido a la exigua promoción que se le dio en los medios de difusión del país, tanto en la prensa plana como en la televisión.
El realizador y promotor cultural cubano Ernesto Juan Castellanos ha dedicado los últimos 11 años de su vida a la realización de un documental que remarca el significado de este evento y lo rescata de alguna manera del manto del olvido que ha cubierto esas cálidas noches anegadas de rock, jazz, trova y música tradicional cubana. Tres días de históricos conciertos que, sin embargo, no pudo disfrutar la enorme mayoría de los seguidores en Cuba de esas músicas porque la entrada al teatro fue, tristemente, por invitación. De ahí que muchos cubanos que vibraban (y vibran) por el jazz, el rock o el blues no pudieran ser parte de ese momento histórico.
Con Ernesto Juan, quien reside actualmente en EE.UU., conversé años atrás cuando el proceso creativo del documental estaba a medio camino. Retomo la charla ahora que Ernesto está a punto de convertir la obra en realidad, después de 11 arduos años de investigación, en que los protagonistas de Havana Jam 79 le confiaron a plenitud sus memorias.
¿Cómo ha sido el proceso de investigación para el documental?
Es un proyecto que comencé a realizar en el año 2009, cuando se conmemoraban los 30 años de Havana Jam. Un amigo muy querido, el Dr. William De Jongh, muy entusiasta con esta celebración, me pidió que escribiera un artículo para publicar en Juventud Rebelde. Ya había publicado varias cosas en el periódico como entrevistas a Silvio, entre otros trabajos. Entonces decidí buscar a alguien que me pudiera hablar del evento, pues yo no participé. Averiguando, di con Chucho Valdés, que había tocado con Irakere en el Havana Jam y dejó en alto el nombre de Cuba. Para los estadounidenses, el nombre del encuentro era Havana Jam, y para los cubanos, Cuba-USA.
Chucho Valdés me dio una entrevista tan buena que decidí buscar cámaras de video, luces y micrófonos para continuar la investigación. En un mes y tanto logré entrevistar a todos los músicos cubanos que participaron en el evento, a muchísima gente que estuvo entre el público y a todos los organizadores. Eso me dio para preparar un video que iba a ser como un pequeño tráiler, como resumen del documental. Inicialmente solo lo tenía pensado con la parte cubana, ya que vivía en Cuba. En el 2011 vine a vivir a los Estados Unidos. En esa etapa el proceso siguió en marcha. Ahora básicamente estoy hablando con músicos de la orquesta Fania All Stars. Muchos de sus integrantes han muerto y los que quedan eran entonces muy jóvenes. Ellos me han dado testimonios muy valiosos, como es el caso de Rubén Blades. Ha sido una investigación de 11 años que aún no termina.
¿Por qué crees que es importante realizar este documental?
Por el valor del hecho, no porque lo haga yo. El Havana Jam fue la primera vez que Cuba y Estados Unidos se dieron la mano en un escenario, de manera organizada. Digo de manera organizada porque dos años antes, en el 77, a Cuba vinieron un grupo de jazzistas que tuvieron un pequeño encuentro con Irakere en el hotel Habana Libre. Luego fueron invitados por Irakere a tocar con ellos en el teatro Mella.
Incluso, en el año 75 visitó Cuba una chelista norteamericana, Christine Walevska, invitada por Fidel Castro. Dio una pequeña gira por escuelas de arte y casas de cultura. En el año 79, ya de manera organizada, se hizo el Havana Jam. Fue una pequeña ventana que se abrió, bajo la administración del entonces presidente Jimmy Carter, para tener un acercamiento con Cuba.
Se había realizado otro tipo de acercamientos, en materia de lucha contra el terrorismo, secuestro de aviones y trabajos en zonas de pesca. Se había abierto la Oficina de Intereses de Cuba en Washington y la de Estados Unidos en La Habana y se había brindado la posibilidad de que los cubanos que vivían en Estados Unidos pudieran viajar a Cuba.
El músico Stan Getz le habló en Nueva York a Bruce Lundvall— quien era presidente de la Columbia Records— sobre la fuerza del movimiento musical en Cuba, y que valía la pena que se llegara por la Isla, para conocer músicos y firmarlos por su sello.
Se dio la posibilidad de hacer un evento que en principio era breve, pero después se convirtió en uno bien grande. En ese escenario convergió lo mejor que tenía el sello Columbia Records, como Billy Joel, Kris Kristofferson y la Fania All Star. Cuba llevó una representación de algunos de sus mejores estilos.
El Havana Jam permitió que Estados Unidos y Cuba dejaran la política a un lado, para que predominara la cultura, porque ambos países tenían raíces muy cercanas y allí se probó. De ahí la importancia del evento. La primera y segunda noche terminaron con jam sessions, en las que participaron músicos de la Fania, el grupo de Matanzas Yaguarimú y Pacho Alonso. El segundo día tocaron músicos de la CBS Records con Irakere. El tercero terminó con Billy Joel. Desgraciadamente, ahí no hubo jam session porque los rockeros cubanos no compartieron escenario con Billy Joel. Fue un evento cultural y político muy grande. Poco después del Havana Jam, se cerraron las puertas nuevamente, tras entrar a la presidencia de Estados Unidos el republicano Ronald Reagan. Él clausuró todo tipo de comunicación con Cuba.
¿Por qué crees que apenas se conoce en Cuba sobre el Havana Jam?
Yo aún estoy sorprendido de que Cuba aceptara realizar este evento. Estábamos al final del llamado quinquenio gris, en el cual el lema de divisionismo ideológico era todavía un arma letal contra todo aquel que tuviera inclinaciones culturales ajenas a lo que era la rumba, el guaguancó, el ron y el tabaco. Toda persona que amara el jazz, el blues, el rock and roll o el pop era tildada de diversionismo ideológico.
Fue un término que se acuñó por desgracia en la vida cultural y política de Cuba. Mucha gente que tenía el pelo largo o una moda parecida a la que se usaba en Estados Unidos era mal vista. Estados Unidos trajo en ese momento a sus mejores jazzistas, un estilo que se veía en Cuba como una expresión imperialista. La música rock, por supuesto, era observada con recelo por los censores cultuales y políticos cubanos. Por otra parte, la llamada música salsa de la Fania era interpretada como un robo a los valores culturales de Cuba. Estos tres estilos que convergieron por la parte de Columbia Records eran prohibidos o, si no prohibidos, por lo menos vetados o mal vistos en la prensa cubana.
La gente no conoció apenas el Havana Jam porque no se le dio la promoción que merecía. Se publicaron pequeñísimas notas en Juventud Rebelde, Trabajadores y Granma, en las que se decía que se iba a realizar un evento musical entre Cuba y Estados Unidos y que las entradas eran por invitación.
Las invitaciones se las dieron a personas confiables, militantes del Partido Comunista, a trabajadores destacados. Es cierto que se repartieron invitaciones a estudiantes destacados de escuelas de arte, pero muy pocas.
El público general no tuvo acceso a las entradas. Me imagino que la política del país era no darle promoción a algo que no tenía un carácter popular ni masivo. Si se le hubiera dado la promoción que merecía, el Karl Marx se hubiera repletado los tres días del evento. No se le dio porque Cuba consideró que no era importante.
Después, la cobertura fue mínima. En Juventud Rebelde salió una pequeña notica. El Caimán Barbudo publicó un artículo que decía que había triunfado la música cubana, porque era muy difícil sustituir las manos de Tata Güines por los sintetizadores que trajeron los americanos, como queriendo decir que Estados Unidos solo había traído mucha tecnología.
La idea era comparar el evento con un match, una pelea de boxeo en la cual había ganado Cuba. Ese fue el concepto que se manejó en la Isla. Por eso es que la gente no lo conoce. No saben que Billy Joel, la Fania All Star y los artistas más importantes de Columbia Records estuvieron en Cuba. Lo curioso del caso es que en Estados Unidos tampoco se le dio mucha cobertura. Cuarenta y un años después del Havana Jam, parece que no hubiera pasado nada.
¿Cómo fue el proceso de contactar a los protagonistas?
Ha sido un proceso de 11 años, que continúa. En Cuba me dediqué a buscar a los músicos que participaron, de los cuales muchos ya han muerto. Generalmente, cuando entrevistaba a un músico, me daba el contacto de otro y se fue creando una especie de red. Así se me abrieron muchas puertas en Cuba y en Estados Unidos.
Cuando llegué a Estados Unidos, decidí comenzar a promocionar el evento. Abrí una página en Facebook y un canal en YouTube y publiqué el tráiler que hice en Cuba en el 2009, diciendo que era un realizador cubano que estaba tratando de localizar a músicos norteamericanos que habían participado en Havana Jam. El viernes de esa misma semana recibí una llamada privada (el número no estaba identificado en el móvil) y era Billy Joel. Pensé que se trataba de un amigo que me estaba corriendo una máquina, pero era, en efecto, Billy Joel.
La primera entrevista que hice fue gracias a que me llamó. Billy Joel me abrió las puertas a otros músicos porque pensaban que, si un artista como él me había dado una entrevista, mi trabajo iba en serio. En el 2015 realicé una buena cantidad de entrevistas. Ya he cubierto la mayoría de los grupos que estuvieron. Ahora estoy en el proceso de entrevistar a músicos de la Fania, una agrupación grande, cuyos integrantes ya eran bien adultos en aquel momento. El primer músico de la Fania con el que hablé fue Rubén Blades, quien me dio una entrevista fabulosa.
Ahora voy a organizar la producción para entrevistar a los que quedan. Es un documental que necesita fondos, dinero, que emplea equipos muy caros y yo necesito viajar mucho para realizarlo. Además, tengo que tener en cuenta los temas de derecho de autor en cuanto a música y videos. Es un proceso caro. Estoy buscando fondos nuevamente para terminar lo que queda y una compañía que quiera estrenarlo en Netflix o en festivales de cine.
¿Algún suceso del Havana Jam te sorprendió?
Cuando comencé a realizar el documental, no sabía casi nada del Havana Jam. No era fan a la Fania, ni a Billy Joel ni a Rita Collidge, ni a los músicos cubanos que estuvieron. Empecé este proyecto como investigador y periodista, no como fanático.
Espero que en algún momento el documental tenga trascendencia histórica, porque refleja un evento del que no se hablado casi nada. La CBS me dio acceso a todos sus archivos y me ha sorprendido la forma en que se hizo.
Conocí cómo se manejó el evento, las condiciones que puso Cuba y la CBS aceptó gustosamente. Estados Unidos no puso condiciones. Hace poco hablé con el tresero de la Fania, Nelson González, y me contó acerca del intercambio que tuvieron con Pello el Afrokán en una actividad colateral en el club Pinomar. Él defiende que los valores culturales cubanos fueron violados en muchos sentidos por la Fania.
Es lindo escuchar a Billy Joel diciendo que vio en Cuba, sobre un escenario, a músicos que jamás pensó que iba a ver en su vida. El baterista de Billy Joel me dijo que su concierto en La Habana fue el pináculo de su carrera. Muchos de estos músicos jamás pensaron que podrían visitar Cuba. Pasaron tres días fabulosos y me han dicho cosas que me han sacado lágrimas, por el amor que sienten por Cuba y por su música.
Hace varios años, autoridades culturales me confirmaron que pensaban reeditar este evento, a 40 años de su celebración. ¿Estuviste al tanto de esos preparativos?
Estuve incluso en el proceso de realización de esos conciertos. Me reuní con funcionarios del Ministerio de Cultura. Cuba estaba dispuesta a realizar este festival, con conciertos durante tres días. Se iba a traer músicos que participaron en el Havana Jam 79, junto a otros artistas jóvenes. Se programaron talleres en escuelas de música, en el Instituto Superior de Arte y la Escuela Nacional de Arte.
Desdichadamente, el organizador del evento, Bruce Lumball, entonces presidente de Columbia Records, ya estaba viejito y enfermo y finalmente murió. Las productoras que iban a poner la plata se retiraron, porque ya no tenían ningún compromiso con Bruce. El evento jamás se dio.
Se han hecho otros como el Music Bridges, en 1999, un encuentro en el que músicos estadounidenses y el británico Peter Frampton hicieron talleres en el Hotel Nacional de Cuba, donde se escogía a dos músicos cubanos y estadounidenses al azar para que trabajaran en equipo y de manera individual, para componer canciones. Ese evento tuvo características parecidas al Havana Jam, en el sentido de que no se vendieron entradas y el acceso fue por invitación. Fue otro intento de hacer intercambios entre músicos estadounidenses y cubanos.
A mí no me gustó porque el público se quedó con ganas de escuchar la obra de los grandes músicos que participaron, no las canciones compuestas para la ocasión.
¿Tienes fecha de estreno para el documental?
La idea era tener listo el documental para la conmemoración de los 40 años del Havana Jam, en 2019. Para eso me reuní con la Sony y les propuse hacer un paquete, en el que salieran los discos originales del concierto y el DVD del documental. La Sony se interesó, pero luego se retiró de pronto.
Aún no tengo fecha para el estreno. En realidad, estoy parado ahora por falta de fondos, a la espera de un productor ejecutivo que ponga la plata que falta. Ya la obra está casi terminada.
¿Qué significado le han otorgado los artistas que entrevistaste al Havana Jam?
Todos se han interesado en que el documental esté listo y me han llamado para preguntarme sobre el estreno. He tenido mucho apoyo espiritual, pero poco apoyo económico.
Los entrevistados han mostrado mucho interés. La mayoría de ellos me ha asegurado que ir a La Habana fue una de las mejores cosas que les ha pasado en su carrera. Artistas como Billy Joel, Rita Coolidge y muchos más me lo han dicho. Ha sido muy importante escucharlos.
Yo pude escuchar, meses después, algunas grabaciones piratas hechas del Havana Jam en Perspectiva, el programa nocturno de Jorge Gomez, director de Moncada, en Radio Progreso. Digo piratas porque supuestamente no se permitió grabar audios ni videos de los encuentros, creo que ni siquiera tomar fotos. De todos modos, aquello fue espectacular. Es cierto que se le dio muy poca difusión, casi nula, pero los amantes del jazz y del rock de entonces si que estuvimos al tanto del evento, aunque la nomenclatura partidista no permitió la entrada masiva del publico que hubiera abarrotado el Karl Marx de seguro. De ahí surgió la primera gira de Irakere por USA, como teloneros de Stephen Stills, y su posterior Grammy. En las redes andan algunos videos, como la descarga de varios rumberos con músicos estadounidenses de la talla del lamentablemente fallecido Jaco Pastorius, por entonces bajista de Weather Report. Todo mi apoyo a Ernesto Juan Castellanos en su intento por dejar constancia de aquel encuentro, único en la historia de las relaciones Cuba-USA.
Tuve la dicha de ir el tercer dia. Fue algo maravilloso participar en ese encuentro, más q como colofón cerró la noche de manera mágica el gran Billy Joel, donde muchos jóvenes no fuimos hasta la parte baja de escenario. Al finalizar pude saludar a Rita Cooligde manera informal ya en la calle antes de subir al Van q la recogía.