Para fotografiar a los gatos en las calles de Cuba, Emmy Park aprendió que la palabra “misu” sería de ayuda, mientras que los pedazos de pollo deshidratado que traía desde Nueva York serían útiles para atraer a los perros. Así logró capturar más de 121 000 imágenes desde que en 2015 comenzara a viajar a la isla.
Dos libros coleccionables salieron publicados recientemente de esas aventuras: Los perros de Cuba y Los gatos de Cuba, de la editorial Schiffer, con la selección de las mejores fotos que Emmy tomó lo mismo a mascotas que a animales callejeros.
“Lo primero que me llamó la atención cuando salimos del aeropuerto en Cuba fueron varios perros deambulando y buscando comida en la calle”, dijo Emmy, quien además de fotógrafa premiada en Nueva York, también colabora con organizaciones benéficas para animales.
Sus inicios en la fotografía se vinculan a su trabajo como voluntaria para el rescate de animales, desde donde ha creado varias series sobre perros y gatos que necesitan un hogar.
Por eso cuando descubrió que en Cuba no había una ley de protección animal, investigó en redes sociales y contactó con grupos de protección animal en Cuba a través de Instagram.
“Después de descubrir CEDA y PAC Cuba, tuve un mes antes de mi tercer viaje y contacté a las dos organizaciones para preguntarles qué medicamentos necesitaban con mayor urgencia. Utilizando mi cuenta y con el apoyo de una organización de rescate de Nueva York, pude recaudar dinero que usé para comprar medicamentos que de otro modo sería difícil obtener en Cuba”.
A la hora de confeccionar su proyecto de fotografías de los perros y gatos cubanos, Emmy tuvo incorporó los nombres de la mayoría de los animales en los pies de fotos. Así se puede encontrar en sus páginas nombres perrunos como Dobi, Negro y Negra, Gachopín, Yako y Rambo, u otros más felinos como Dulce, Marina y hasta Mister Trump.
A todos los que no parecían tener dueño, Emmy solo los ubicó en el lugar exacto del país donde tomó la foto, cuenta.
“Durante mis caminatas, solo tomaba fotos de cada perro o gato que encontraba; en ese momento no tenía en mente lo que quería hacer con mis imágenes, solo quería capturar y documentar todo lo que veía y me conmoviera”, dijo.
“A veces seguía a los perros para ver a dónde iban y descubría que algunos tenían un hogar. En la ciudad de Matanzas, hay una manada de cachorros callejeros que siempre visito y conocí a una vecina que a veces los alimenta. Hay algunos perros que hasta me reconocen cuando los visito nuevamente y siempre me saludan, incluso si solo puedo visitarlos una vez al año”, cuenta.
Durante sus viajes a Cuba, algunos de hasta dos meses de duración, Emmy recorrió el país desde Oriente hasta Occidente e incluyó a la Isla de la Juventud.
Pasar las páginas de sus libros es recorrer la isla entera, con los perros y gatos como protagonistas, pero con encuadres que recogen un contexto amplio, lo que añade calidad al proceso creativo de sus imágenes.
Sus fotos no ubican a los perros y gatos en primer plano siempre, ni buscan ser solo el retrato del animal detalladamente. Los encuadres pueden mostrar en muchas ocasiones los planos abiertos de una calle, un barrio, un edificio, donde apenas asoma una cola, unos ojos o una cabeza del animal en su ambiente. Se convierte la foto así en una incógnita donde se puede encontrar a un gato o un perro en cualquier lugar del paisaje.
“El libro del gato es un poco más abstracto, principalmente porque no fueron fáciles de capturar como lo fueron los perros para mí. Quería que la gente viera Cuba desde mi perspectiva, los detalles y la imagen más amplia en diferentes áreas, así como los momentos íntimos entre humanos y caninos o felinos”.
De camino a su hospedaje en Morón conoció a un hombre que le contó sobre animales callejeros que atiende pero que lamentablemente no puede tener en su casa por falta de espacio. “Tiene un gran corazón y es una persona maravillosa y un amigo”, dijo Emmy y agregó que una foto de un gato con el cielo azul de fondo fue tomada desde su casa.
Emmy llevó consigo un mapa de Cuba y decidió cómo comenzar su viaje por la isla gracias a su anfitriona de Airbnb en Centro Habana.
“Realmente no investigué mucho sobre las características o lugares de interés en los pueblos o ciudades que estaba visitando como lo hacen la mayoría de los turistas. No planeaba hacer nada turístico, solo caminar por las calles de cada lugar”.
“Mientras viajaba, me di cuenta de que muchos lugares podrían ser parecidos a otras ciudades en Cuba y quería mostrarle a la gente dónde estaban los animales que estaba fotografiando. En el camino, conocí a otros viajeros y conversé con los propietarios de casas que me contaron sobre lugares de interés o edificios emblemáticos especiales. Quería mostrar el pueblo y la ciudad, pero también mostrar el hermoso paisaje de Cuba y cómo los perros y los gatos están en todas partes.
“Puede que no siempre sean visibles de inmediato y al aire libre, pero están allí. También elegí a propósito algunas de las imágenes donde el animal no es tan obvio porque pensé que sería divertido para el lector encontrarlo”.
Las ciudades pequeñas fueron particularmente especiales para Emmy durante su proyecto fotográfico. “Definitivamente necesito más tiempo en la Isla de la Juventud, solo tuve tres días completos allí. Conocí a un fotógrafo local que tenía un adorable cachorro de pitbull y terminé pasando la mayor parte de un día con él y su cachorro”.
De todas las ciudades que visitó, Holguín fue la única en donde apenas había perros o gatos callejeros. Aunque Emmy es alérgica a los gatos, en realidad la parte más difícil de hacer las fotos en las calles fue “la simple necesidad de usar el baño”.
“Honestamente, a veces desearía tener a otra persona viajando conmigo. Tenía muchas cosas encima y cuando necesitaba usar el baño, tenía que traer de alguna manera todo el equipo de fotografía conmigo. Admito que no soy una empacadora ligera, pero también tenía todo mi equipo de cámara, medicinas y suministros para rescatar animales, etcétera”.
Una vez le cobraron 100 dólares desde Guantánamo hasta Baracoa en un taxi, porque supuestamente no había transporte público, cuenta Emmy, y aunque fue consciente de lo que considera un timo, en el fondo agradece que pudo hacer muchas fotos durante el camino.
Para tomar algunas imágenes solo le da tiempo hacer un disparo “perfecto”, mientras que en otros casos puede hacer 100 fotogramas, especialmente con los perros. “Tienen tanta emoción y expresiones que quiero capturar, así que si tengo la oportunidad y el tiempo, lo hago. También termino conversando con las personas de los alrededores”.
Su método en general para tomar fotografías de animales es sumamente peculiar. “Hablo con los perros y los gatos, a veces verbalmente, y a veces con el lenguaje corporal, para hacerles saber que no estoy allí para lastimarlos. Creo que los animales pueden leer muy bien a los humanos. Si a un perro no le gusta o no confía en alguien, tampoco yo confiaría en la persona”.
Fotos cortesía de Emmy Park. Todos los derechos reservados. Copyright © 2019