Más incertidumbres para el sector privado en Cuba

En los últimos años, y luego ya de tener mi negocio propio en Cuba, no puedo evitar recordar con especial emoción la “era Obama”.

Marta Deus muestra una carta firmada en diciembre de 2016 por emprendedores cubanos y dirigida al presidente Trump pidiéndole que diera continuidad a la política de normalización implementada por el presidente Barack Obama. La presentación se hizo en el Congreso de Estados Unidos.

Marta Deus muestra una carta firmada en diciembre de 2016 por emprendedores cubanos y dirigida al presidente Trump pidiéndole que diera continuidad a la política de normalización implementada por el presidente Barack Obama. La presentación se hizo en el Congreso de Estados Unidos.

A veces, tenemos la sensación de que cuando nos pasa algo muy bueno, no durará mucho. Será porque ya se acumulan los años y sabemos lo que cuesta mantener la armonía en casi todos los ámbitos de la vida, o por el simple miedo a perder lo que tenemos.

En los últimos años, y luego ya de tener mi negocio propio en Cuba, no puedo evitar recordar con especial emoción la “era Obama”. No hace falta volver a repetir cuán positiva fue aquella época para el sector privado, para el turismo, para la inversión extranjera en Cuba. En mi caso, siempre digo que lo que más me marcó fue el intercambio entre ambos Estados Unidos y Cuba.

Gracias a mi emprendimiento tuve la oportunidad de participar en reuniones, conocer a políticos de ambos lados y estar presente, de alguna forma, en aquel momento histórico que vivimos con mucha expectativa. La voluntad de ambos lados, por lo menos de las personas que conocí, era de apertura y de colaboración entre ambos países. Se hicieron avances y se cumplieron objetivos; podría haberse aprovechado más, pero queda en la lista de mejoras para el futuro.

Marta Deus participa en Cuba Summit organizado por The Economist en Washington, en diciembre de 2015.

Nuestro sector se empoderó, crecimos, nos hicimos fuertes; pero eso no duró lo suficiente. Muchos nos mantenemos trabajando, pero ya llevamos un tiempo en la tensa calma del ojo del huracán que se nos ha impuesto, lamentablemente desde ambos lados.

En julio de 2017, semanas después del discurso de Trump en la Florida, cuando más necesitábamos el apoyo de nuestro país, las autoridades congelaron 27 licencias de trabajo por cuenta propia. Quedamos más de un año esperando nuevas regulaciones que finalmente, para alegría de todos, nunca llegaron a aprobarse en su totalidad. Este año, otras nuevas medidas se anuncian, sin embargo, seguimos a la espera de su implementación. Las pocas líneas de comunicación que existen entre el gobierno y el sector privado han tenido siempre un carácter constructivo, colaborativo y de entendimiento y eso me hace ser positiva sobre nuestro futuro.

Con este antecedente y con muchas cosas ocurriendo, el pasado 17 de abril se confirmaron algunos de los comentarios que veníamos leyendo en la prensa y compartiendo con los amigos. El gobierno de los Estados Unidos endureció su política hacia Cuba a raíz de la activación del Título III de la ley Helms Burton.

Junto con ello el gobierno de Estados Unidos, a través del asesor de seguridad John Bolton, anunció que habrá nuevas limitaciones a la cantidad de dinero para el envío de remesas y el anuncio de restricciones para los viajes de los norteamericanos a la Isla. En momentos como estos yo me pregunto: ¿quién le dio la potestad al gobierno norteamericano para limitarnos o restringirnos?

Entonces, tengo la oportunidad de expresar cuánto afecta esta medida al sector privado; un sector que según ellos mismos explican en su política, pretenden “apoyar” y “ayudar”. Pues déjenme decirles que están haciendo todo lo contrario.

Empecemos diciendo que la Ley Helms-Burton, aun cuando no nos afecta directamente, tiene consecuencias serias para nuestra realidad. Primero que todo, incide en la inversión extranjera del país y por supuesto en la privada, pues muchas de esas inversiones son oportunidades de desarrollo para nuestros negocios. A esto unámosle todo el desconocimiento y la incertidumbre que dichos anuncios crean para cualquiera de los inversores interesados en Cuba.

Asimismo sucede con las remesas, que son actualmente la mayor fuente de financiación de negocios privados en Cuba. Recibir dinero de familiares y amigos ha sido la oportunidad de muchos para comenzar su emprendimiento en el país ante las limitantes para acceder a créditos bancarios. Igualmente, ha sido la vía de algunos cubanos en el exterior, para volver y estar más presentes en la Isla. Limitar las remesas, es limitar el crecimiento del sector privado.

Por último y no menos importante ha sido la presentación de nuevos cambios referidos a los viajes de los estadounidenses a Cuba. Aun cuando todavía no sabemos cuáles serán estas medidas, solamente su anuncio, ya está afectando la llegada de turistas. Muchos de los que piensan visitarnos, leen las noticias y quedan en un estado de desconcierto, sin saber realmente qué pueden y qué no pueden hacer. En estos casos, la mayoría opta por cancelar su viaje ante el temor de infringir alguna de las leyes de su país. Para todos los que trabajan en el sector privado y conviven con el turismo, los últimos meses no han sido los mejores. El número de visitantes norteamericanos a Cuba sigue decreciendo, y en paralelo, los ingresos de los emprendedores.

Los últimos tiempos no han sido nada fáciles. La incertidumbre mata muchos de nuestros negocios, aún cuando nos empeñamos en mantenerlos vivos. ¿Será que esta realidad le importa a alguien? ¿Será que las personas que promueven esas medidas las toman teniendo en cuenta algo más que intereses personales? Hace mucho tiempo que es hora de superar conflictos y orgullos, nos hemos ganado el derecho del diálogo y queremos ejercerlo.

Salir de la versión móvil