En los artículos que han estado publicándose como preámbulo a la visita del Secretario de Estado norteamericano John Kerry a Cuba el próximo 14 de agosto, se ha insistido en que esta será la primera vez que un funcionario en su cargo viene a Cuba en los últimos 70 años, pero son pocos los detalles divulgados hasta ahora sobre ese antecedente: se trató de el entonces Secretario de Estado Edward Stettinius Jr quien estuvo en el país entre el 9 y el 10 de marzo de 1945.
Dos visitas
Como Kerry, Stettinius también llegó a Cuba un viernes, solo que no en la mañana, sino a las 3:00 p.m. en un avión militar norteamericano -“imponente”, según la descripción de un periodista cubano- procedente de México, donde había estado participando en la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz.
Llegó por el Aeropuerto “General Batista”, en San Antonio de los Baños y lo fue a recibir una comitiva nutrida del gobierno: congresistas, miembros de las Fuerzas Armadas, y diplomáticos.
Según el diario Noticias de Hoy, a su llegada y en el momento en que Stettinius salía del avión se le acercó una Comisión de Recepción, integrada por el Primer Ministro, que en ese momento era Félix Lancis; el Embajador de EE.UU. en Cuba, Spruille Braden; el Encargado de Negocios de la Unión Soviética, varios congresistas y el Jefe de la Policía.
También asistieron otras personalidades y funcionarios, incluyendo a Juan Marinello, Guy Pérez de Cisneros y José María Chacón y Calvo.
Después de devolver “cordialmente los amables saludos que se le tributaron”, el Sr. Stettinius salió del aeropuerto en una caravana escoltada por una doble guardia de motociclistas de la policía, por la carretera de Rancho Boyeros, pasando por el Vedado, hasta el Yacht Club, en la Playa de Marianao, donde “los visitantes disfrutaron de un breve descanso”.
Su estancia duró dos días y el programa de actividades incluyó, al igual que el de Kerry, una conferencia de prensa en el Hotel Nacional, donde los participantes hablaron en inglés, con excepción de uno de los miembros de la comitiva, Nelson Rockefeller, Secretario Auxiliar para Asuntos de América Latina y el Hemisferio Occidental de EE.UU., que habló en español.
Abrió la conferencia el Embajador de Estados Unidos, quien cedió seguidamente la palabra a Stettinius.
“El distinguido visitante comenzó exteriorizando el extraordinario placer que le causaba el encontrarse en Cuba, un país tan relacionado con los Estados Unidos”, reportan los periodistas de la época.
Acto seguido, el Secretario leyó unas palabras que traía escritas y de las que reproducimos una síntesis a continuación:
“Tengo el mayor placer en poder aceptar la invitación de Su Excelencia, el señor Dr. Ramón Grau San Martín, Presidente de la República de Cuba para que hiciera una visita oficial aquí en La Habana a mi regreso a Washington desde las Conferencias de Crimea y de la Ciudad de México”.
“No ha mucho vuestro Presidente honró a nuestro país con su visita y ahora traigo para él y para todos vosotros el saludo personal del Presidente de los Estados Unidos”.
“La República de Cuba y los Estados Unidos están ligados por vínculos fuertes de amistad tradicional y mutuo respeto. Hemos hecho causa común en dos guerras mundiales para preservar nuestra libertad y hemos trabajado en íntima colaboración en tiempos de paz”.
“Abrigo la firme convicción de que la Conferencia de la Ciudad de México constituye una base sólida para grandes avances en la cooperación política y social de las Repúblicas Americanas y en el desenvolvimiento económico de este Hemisferio, en beneficio de todos los pueblos”.
La pregunta incómoda del periodista anónimo
Al final de la conferencia, cuando el Secretario invitó a los presentes a preguntar las dudas que pudieran quedar, un “reporter gráfico”, que quedó sin identificar, le hizo una pregunta que, por la descripción de lo sucedido y por la forma en que se recrea la respuesta, parece haber sido percibida como fuera de lugar por sus colegas.
El periodista de “voz un poco tartamudeante” hizo una pregunta que no tenía que ver con el Secretario de Estado directamente, pero que tocaba uno de los temas más candentes del momento en la escena pública cubana: el papel de la delegación que había representado (muy por debajo de las espectativas) al país en la conferencia de México. Concretamente: por qué Cuba no había presentado una moción de ruptura con España y Argentina.
Así describe Noticias de Hoy la respuesta de Stettinius:
“Well… well… —garraspeó (sic) el interrogado y añadió: —“En México todos tuvieron libertad para plantear lo que desearan… Además, yo no debo juzgar la labor de otras delegaciones…”
Poco después, el Secretario lamentó no disponer de más tiempo para intercambiar más con la prensa y se despidió de los presentes.
Tras su breve estancia en La Habana, el Sr. Stettinius fue despedido por el Ministro de Estado, Gustavo Cuervo Rubio, en el mismo aeropuerto por el que había llegado, y del que partió en “un avión especial”.
La visita de Stettinius había sido precedida por la de quien fuera su antecesor en el cargo, Cordell Hull, quien asistió a una Conferencia Panamericana en La Habana en 1940.
Stettinius renunció a su cargo tres meses después de estar en Cuba, en junio de 1945, para convertirse en el primer embajador norteamericano de la recién creada Organización de Naciones Unidas.
Murió a los 49 años de edad, cuatro años después de su histórico viaje a Cuba.