Un adversario extranjero de Estados Unidos probablemente sea el responsable de algunos de los incidentes del Síndrome de La Habana, concluyó una comisión de investigación de la cámara baja del Congreso, echando por tierra la versión de la Agencia Central de Inteligencia y acusándola de ocultar información valiosa.
El representante Rick Crawford, presidente del Subcomité de Inteligencia de la Cámara que supervisa a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), publicó el jueves un informe provisional que fustiga a la comunidad de inteligencia de Estados Unidos por “intentar frustrar” la investigación y producir una evaluación previa “dudosa o engañosa” que desestimó los incidentes, reseñó un artículo publicado en El Nuevo Herald, de Miami.
“Parece cada vez más probable y el presidente [del subcomité] está convencido de que un adversario extranjero está detrás de algunos” de estos incidentes, refiere el informe.
“La comunidad de inteligencia ha intentado frustrar los esfuerzos de investigación del subcomité para descubrir la verdad a cada paso”, imputó el documento.
Según la fuente periodística, los investigadores del Congreso realizaron 48 entrevistas con funcionarios de inteligencia estadounidenses actuales y anteriores, médicos y víctimas, y revisaron miles de páginas de registros producidos por diferentes agencias de inteligencia y denunciantes.
Sin embargo, las agencias de inteligencia censuraron en gran medida y retrasaron “rutinariamente” la información solicitada por el subcomité y “pusieron obstáculos a quién podía testificar”.
“Debido a esta falta de cooperación y a la incapacidad para acceder a información específica, el Subcomité concluye que debe haber algo que el liderazgo de la comunidad de inteligencia ha tratado de evitar que el Congreso descubra”, indicó el documento, lleno de suspicacias.
En marzo de 2023, un informe redactado por las siete agencias de inteligencia de Estados Unidos luego de una exhaustiva investigación sobre el llamado síndrome de La Habana, consideró “muy improbable” que un agente extranjero fuera responsable de las dolencias (un cuadro de migrañas, náuseas, lapsos de memoria y mareos) que diplomáticos y agentes de inteligencia estadounidenses han reportado durante su trabajo en legaciones en el extranjero.
Identificado por primera vez entre funcionarios de la Embajada estadounidense en la capital cubana en 2016, el llamado Síndrome de La Habana ha aquejado desde entonces a un numeroso grupo de diplomáticos, funcionarios y familiares estadounidenses en varias naciones, incluso algunas aliadas de Washington.
La comunidad de inteligencia reacciona al informe Crawford
“La mayoría de las agencias de inteligencia evalúan que es muy poco probable que un adversario extranjero sea responsable de los [incidentes] reportados y la afirmación de que estamos reteniendo información que contradice este análisis o que de otra manera iluminaría este tema complejo es infundada”, contrargumentó la portavoz de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional.
No obstante, adelantó que las agencias “continuarán haciendo todo lo posible para proteger la salud y la seguridad de nuestra fuerza laboral y cuidar a nuestros colegas con compasión y profesionalismo”.
Según El Nuevo Herald, la información que salió a la luz este año ha hecho agujeros en la narrativa de la evaluación de inteligencia.
Para respaldarlo, el medio cita el hecho de que a principios de este año la CIA compensó a algunos de sus funcionarios afectados en La Habana y otros lugares en virtud de una ley que requiere una certificación médica de que las condiciones previas o los factores conocidos no pueden explicar la lesión.
Un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental reveló que 334 estadounidenses, incluidos 15 niños, han calificado para recibir tratamiento para el síndrome de La Habana en instalaciones médicas militares especializadas.
Cuba descarta cientificidad del caso
En septiembre de 2021, un panel de más de una veintena de científicos cubanos hizo público un informe multidisciplinario en el que aseguró que no hay pruebas para considerar como producto de un ataque o un atentado al conjunto de síntomas descritos por diplomáticos estadounidenses.
De acuerdo con el informe oficial cubano, redactado por expertos de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), la narrativa que sustenta el “síndrome misterioso” no es científicamente aceptable en ninguno de sus componentes.
Además, esa narrativa ha sobrevivido debido a un uso sesgado de la ciencia, donde se han suprimido los puntos de vista discrepantes.
Los científicos cubanos argumentaron que muchas enfermedades que afectan a la población general pueden explicar la mayoría de los síntomas observados. Por lo tanto, no existe un síndrome novedoso.
Solo una minoría de personas ha presentado una disfunción cerebral detectable, y esto podría deberse a experiencias anteriores o condiciones médicas bien conocidas.
Igualmente, señalaron que ninguna forma de energía conocida puede causar selectivamente daños cerebrales con una precisión espacial similar a un haz de láser, como se ha descrito en estos casos.
Los resultados de la comisión liderada por el congresista Rick Crawford, presidente del Subcomité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, se publican apenas cuando faltan seis semanas y media para la inauguración del segundo mandato de Donald Trump, cuyo entorno ejecutivo más cercano ha prometido mano dura con los “regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba”.