Detrás de la voz de Abel Lescay se escucha una sinfonía de grillos. Está en algún rincón apartado del municipio Bejucal, en Mayabeque. El músico se encuentra en un dialogo constante con la persona que es o con la que quiere ser. Una conversación intima que no es, por esencia, fácil. Se trata, a no dudarlo, de un terremoto. ¿Quién tiene 23 años y no arde en ganas de vivir, de cambiar todo, de romperlo y rehacerlo todo, incluso a sí mismo?
Abel se graduó de la Escuela Nacional de Arte en 2017. Luego ingresó al servicio militar obligatorio y más tarde comenzó a tomar clases de ese faro que es Juan Piñera.
Piñera lo impulsó a ingresar a la Universidad de las Artes. Abel hizo las pruebas y fue el segundo en el escalafón en la categoría de composición. Dice que le fue muy bien realmente, que había encontrado una parte de su camino. Me lo cuenta por Whatsapp con una voz tan trepidante que parece no le cabe en la garganta. Le imprime mucha velocidad a sus palabras, otras veces las frases se le enredan en la lengua.
El arte lo acompaña desde pequeño. La música, por encima de otras manifestaciones, había sido su primera elección aunque luego se incorporarían la poesía y la singular sinfonía de los grillos. Un artista como Abel nunca estará cómodo. Si se detiene sobre esa meseta deja de ser él mismo para convertirse en la sombra de lo que detesta, en el falso equilibrio de la vida que daría el tiro de gracia al artista.
“Yo estaba estudiando piano por la calle. Nunca estuve muy cómodo con la forma de educación de las escuelas de arte cubanas. Es muy poco fundamentada en el amor al arte, en la inspiración. Es muy técnica y exigente. Si nos enfocamos en la técnica sin tú amar algo es muy complicado hacerlo” dice.
En algún punto de ese camino lleno de inconformidades se reconcilió no con las escuelas sino con el mundo creativo que le reveló el piano, su otra casa.
“Estuve en la ENA un tiempo y siempre estudié bastante, aunque nunca fui muy buen estudiante de piano. Después de graduarme de la ENA tuve libertad para enamorarme del piano y para hacer música”.
Libertad es la palabra primera que pronuncia para definir su trabajo, para marcar ese relación casi delirante que estableció con el piano. Pero no solo ha buscado a rabiar esa palabra entre los sonidos del instrumento. La ha buscado, por lo general, en toda su vida y en sus vínculos sociales.
Abel me dice que siempre fue “muy melómano y un enamorado de los lenguaje de la música”. Su joven carrera habla por sí sola del músico que es Abel Lescay. Es, bien visto, un talento nato, una fuerza de la naturaleza, cuando uno escucha la fuerza interior de sus canciones percibe que, sin la música sería otro náufrago en tierra firme.
Un ejemplo es su ingreso al grupo Reflejo de la piedra en el agua, un fugaz experimento entre trova y rock que durante sus cerca de 3 años en activo se convirtió en uno de los grupos más interesantes de las nuevas hornadas de músicos cubanos. No salieron apenas reseñas sobre su trabajo, ni casi ningún medio le dijo a Cuba que había un grupo de muchachos rebeldes y medio locos que estaban innovando con el despuntar de la furia, la poesía y el interés de extraer de la creación todo lo nuevo que podría aportar. De eso seguramente ellos no estaban conscientes, ni creo les importaba demasiado. Lo de ellos era cantar, componer y tocar para sacar a flote todo lo que les movía el cuerpo y así salir también a flote ellos mismos.
“En agosto de 2018 comencé a trabajar con Frank Mitchetl. Desde el primer concierto le pusimos al grupo Reflejo de la piedra en el agua. Éramos él y yo y luego se unió un bajista. Estuvimos desarrollando un concepto de hacer música que venía desde la canción y la convertíamos en rock. Usábamos conceptos armónicos del jazz y conceptos estructurales de la música clásica. Trabajamos experimentado y fuimos poco a poco desarrollando ese concepto al que llamamos rock orgánico. El punto culminante fue en diciembre del 2020 cuando hicimos un concierto en Bellas Artes. Hablamos de cosas mágicas, de lo literario y espiritual.”
El 2021 fue un año importante para Abel. Él lo define como “un gran momento creativo en mi vida, con muchas experiencias fuertes”. Fue el año en que comenzó a escribir la mayoría de las canciones de su primer disco, titulado precisamente Grillos, y fue el año, también, en que estuvo preso tras participar en las protestas masivas del 11 de julio.
“Con Reflejo de la piedra en el agua estuvimos dos años trabajando muy intensamente. Dos años en un proceso creativo muy bonito. Yo fui como arreglista. Estábamos trabajando con las canciones de Frank Mitchell. Después de separarme del grupo en el 2021 comencé a escribir canciones tras de la gran crisis que significó separarme del grupo. Empecé a escribir y a comprender la vida de otra forma. Creo que en ese año escribí 20 canciones y yo nunca había escrito canciones. Antes, en el 2020, escribí un libro de poesía y fue un momento creativo muy importante”.
El 12 de julio, tras las manifestaciones, la policía sacó a Abel de su casa. El músico recuerda que eran las 6 de la mañana cuando sucedió ese hecho inédito en su vida. “Me sacaron encueros. Me dieron unos tonfasos y me metieron cuatro días solo en una celda. Después tres días más con otros presos. Viví las experiencias de la prisión”. Abel dice que no sabía qué iba a pasar con él y con el otro grupo de detenidos por manifestarse. Mientras, dice, “conversaba con los presos y miraba cómo llovía y escuchaba a los pájaros en la ventana”.
¿Qué paso el 11 de julio en Bejucal?
Salí a manifestarme normal para soltar lo que uno siente de toda la vida. Lo que sucedió fue una manifestación bastante pacífica policialmente y por parte de los manifestantes. No sucedió nada más que los gritos de Patria y Vida. Estábamos muy contentos la verdad. Ese día estaba grabando en Bejucal. Pasó la manifestación y salí para la calle. Llegué a mi casa a las 7 de la noche muy cansado y me acosté a dormir. Entonces en la mañana me arrestó la policía”
Abel, estudiante de Composición Musical del ISA, ganador del Premio Jojazz, alumno aventajado de Juan Piñera, segundo escalafón, está condenado a 6 años de prisión por manifestarse el 11 de julio. Lo acusan por ”desacato agravado de carácter continuado a cuatro años de privación de libertad, por el delito de desórdenes públicos a dos años de privación de libertad, por el delito de desacato a la figura simple de carácter continuado a un año de privación de libertad y como sanción conjunta y única la de seis años de privación de libertad”, según reza el documento judicial.
Este miércoles Abel ha sido llamado a un otro juicio oral en el Tribunal Supremo de San José de las Lajas. Me explica que en el documento que le entregaron no le dieron detalles sobre el motivo de la citación.
Abel dice que es injusta la sentencia. Tampoco está de acuerdo en la forma en que sucedió el juicio. Destaca, no obstante, la actuación de su abogado defensor.
¿Cómo fue el proceso del juicio?
“Mi abogada insistió en que quitaran lo de desacato continuado. Y trató de demostrar que no había sido desacato. Hay cosas de las que se me acusan que no había forma de demostrarlas. El jefe de la policía con el que discutí estaba vestido de civil y entonces mi actitud no puede calificarse como desacato. En la petición fiscal decía que yo uso joyas, que ando con gente de mala conducta social, cosas que no son delitos pero ellos consideran un mal actuar en la sociedad. Pero esa es otra persona que no era yo, no uso joyas ni me reúno con personas de mala conducta. Mi abogado dijo que yo era un estudiante y si me iban juzgar que lo hicieran de tal forma que yo pudiera continuar mis estudios. El desacato de carácter continuado dicen que es por un insulto específico a Díaz Canel ese día y al otro día. Y no fue así. El policía que me llevó preso no estuvo ahí. Declaró telefónicamente, me dijeron”.
Abel dice que sus amigos y las personas que tiene cerca lo apoyaron. “Tengo muchos amigos que me han apoyado bastante. Realmente ha sido muy poca la gente que no simpaticen con la forma en la que actúo. Son pocas las personas que se han alejado. Yo estoy claro que no hago las cosas bien ni mucho menos. Las hago de la manera en que creo son. Pero mis amigos de la vida siempre me han apoyado.”
“También me llevo muy bien con estudiantes, profesores, limpia pisos, policías, directores. He comprendido cómo hacer que las relaciones entre los seres humanos sean bastante agradables. Realmente me llevo muy bien con todos”.
Durante toda la conversación ha mencionado a Juan Piñera como tutor. Ahora también ese concepto lo expande más allá de la música para incorporarlo a la fibra humana. “Ser alumno de Pìñera es como encontrarte un ángel en el camino de la vida. Es un grandísimo músico y un muy buen profesor que te enseña desde la libertad de darte la oportunidad de crear lo que quieras, y eso repercute en mi vida de todas las formas. La autoridad que yo tengo es Juan Pìñera para hacer música, mi vida no tiene mucha más autoridad que esa. Me ha permitido hacer la música por el camino que yo crea. Piñera ha sido un gran apoyo en todo este proceso judicial. Me ha apoyado en todo momento aunque también se pasa la vida entera regañándome. Siempre ha estado muy preocupado por mí.”
Abel ha tocado con frecuencia en diversos escenarios cubanos. Lo ha hecho antes de la detención y luego de la salida de la cárcel. Su imagen es fácilmente reconocible. Pelo largo, ojos muy expresivos, y una vestimenta medio hippie. Sobre su cuerpo muchas veces lo único que tiene de valor son sus canciones y su guitarra, que no es poco.
¿Con qué zona del arte cubano te sientes más identificado?
“Yo me siento muy identificado con el arte cubano. Me siento parte de la tradición artística cubana. En este tiempo me identifico más con el arte underground de casi todos los géneros, del rock, el metal, el rap, la electrónica. Me siento parte de ese ambiente. De la parte histórica tengo que decirte Martí, por supuesto, y la poesía cubana es muy importante en mi vida. Eliseo Diego, Ángel Escobar y Virgilio Piñera, quien es muy importante en mi forma de pensar”.
En estos meses mientras espera el resultado de apelación ha lanzado una campaña de crowdfunding para buscar dinero de forma independiente
para grabar las canciones de su primer disco. Dice que el proceso va bien, que espera poder recaudar lo necesario para sus canciones. Y también, dice, no ha dejado de escuchar a los grillos.
“La música no es más que otro sonido en el espacio. Siempre me han molestado los conceptos de armonía. Los conozco y me relaciono bien con ellos pero me molesta que sean los que rigen nuestra vida musical. Me molestó más cuando me quedé sin forma de escuchar música. Y en plena cuarentena me di cuenta que la única forma que tenia de escucharla era darme cuenta de que los grillos estaban haciendo música. Estuve mucho tiempo escuchando a los grillos y dándome cuenta que ellos utilizan otros conceptos. Y los llevé a mis formas de hacer música.”
Su álbum debut recoge ese nueva relación con la naturaleza, su detención, la incertidumbre y su propia filosofía de una vida creativa que explota de ganas por expandirse.
“El disco habla de mi superación del grupo Reflejo de una piedra en el agua. Del estallido político, de mi enfrentamiento abstracto con el gobierno porque yo nunca me he enfrentado con un gobierno. Son canciones del 2021. Hablan de ese momento. Fue el momento más creativo de mi carrera. Creo que las canciones reflejan eso. El crowdfunding ha ido bastante bien”.
¿Hasta dónde te gustaría llegar con tu carrera?
“Mi carrera no es lo más importante. Lo más importante es ver cómo mi carrera puede influir en mi crecimiento espiritual, en conocerme a mí mismo, en andar por el camino de la verdad, de la sinceridad por lo menos. Y poder cambiar la realidad de la forma en que siento que quiero cambiarla. En la medida que me ayude en esa búsqueda estoy en el lugar al que quiero llegar”.