Una de los pocos vínculos que nunca se rompieron entre Cuba y los Estados Unidos fue el de los meteorólogos, vigilantes y pronosticadores del tiempo. La causa principal es que la atmósfera no tiene fronteras. Un huracán puede cruzar por Cuba y después lo hará por los Estados Unidos, con destrucción y peligro para la vida en ambos territorios, sin frontera ideológica o política.
Un sistema invernal fuerte, como la llamada Tormenta del Siglo afectó a los Estados Unidos y también a Cuba con iguales consecuencias. Por ello, el papel internacional de la meteorología tenía que necesariamente preservarse también en el caso de Cuba y los Estados Unidos, con su misión de prevenir posibles desastres, salvar vidas humanas y proteger la riqueza material.
Las primeras acciones directas de cooperación entre los meteorólogos de Cuba y los Estados Unidos las encontramos en las estrechas relaciones del Observatorio de Belén de La Habana, bajo la dirección del Padre Viñes, con el Signal Service de los EE.UU., que poco después pasaría a ser el Weather Bureau, y en los tiempos actuales es el National Weather Service de la NOAA.
Aquella colaboración se inició alrededor de 1877, mientras que desde 1879, el Observatorio del Colegio de Belén, en La Habana, hacía uso operacional de los cables con observaciones meteorológicas del Caribe que les eran enviados por el Signal Service de los Estados Unidos, y Viñes, por igual vía, enviaba sus pronósticos y datos de huracanes.
Posiblemente, esas relaciones resultaron fortalecidas tras la visita del Padre Viñes a los Estados Unidos que ocurrió, según se sabe, durante esa década, aunque en un año aún sin precisar. Ese viaje aparece reflejado en su Prólogo a las Observaciones de 1885. Es significativo que en las notas y comunicados redactados en el Observatorio de Belén, por esas fechas, aparecía casi siempre la frase “se mandó a Washington”.
Entre las cartas que Mr. Adolphus Greely, destacado meteorólogo norteamericano y Jefe del Signal Service, enviara al Padre Viñes, aparecen detalles interesantes. En una de ellas fechada el 31 de agosto de 1887, dice: “Mi Estimado Padre: Al acusar a Ud. recibo de su comunicación del 6 del actual, permítame darle las gracias en telegrafiar a esta oficina la marcha de los ciclones. Excuso a Ud. decir cuan valiosos estimamos los telegramas sobre el particular, tanto para esta oficina como para los intereses marítimos de los EE.UU…”
En 1893, el Padre Viñes recibió una invitación para participar en el World’s Columbian Exposition (Exposición Mundial Colombina) en ocasión del Día de Chicago, el 9 de octubre de 1893, con la finalidad de que hiciera una presentación sobre los huracanes de las Antillas y sus investigaciones. El Padre Viñes no pudo asistir.
Ya muy enfermo, escribió para ello su trabajo titulado Investigaciones relativas a la circulación y traslación ciclónica en los huracanes de las Antillas, que devino también su testamente científico. Murió el 23 de julio de 1893, tras enviar su obra a Chicago, donde fue expuesta en el célebre Congreso Meteorológico por los que le sucedieron en el Colegio de Belén.
Siglo XX con gobierno “americano”
En 1898 durante el gobierno interventor de los Estados Unidos en Cuba, el entonces Weather Bureau abre una oficina en La Habana como Servicio Meteorológico oficial, y al Colegio de Belén, única institución meteorológica existente en ese entonces en el país, se le prohíbe dar a conocer públicamente sus pronósticos.
En ese escenario, se produce el paso por Cuba de una tormenta tropical de septiembre, de esas que llegan con una trayectoria alargada este-oeste, y atraviesa a Cuba como un sistema más bien moderado a débil.
El Padre Lorenzo Gangoiti, S.J., sucesor del Padre Viñes al frente del Observatorio de Belén, comunica a los meteorólogos norteamericanos que la tormenta se fortalecería y sería un huracán, que iba a tomar mucha fuerza en el Golfo de México y que se convertiría en una gran amenaza para la costa norteamericana. Lamentablemente no le hacen caso. Piensan que el huracán recurvará tranquilamente para el Atlántico.
Pero el huracán no recurvó. Continuó con dirección al oestenoroeste y ganó fuerza en el golfo de México. Ese fue el huracán que llegó sin ninguna advertencia ni aviso previo a Galveston, Texas, el 8 de septiembre de 1900, ocasionando la mayor catástrofe natural en la historia de los EE.UU. El triste saldo fue de 8 000 personas fallecidas y la ciudad totalmente destruida. Aún se recuerda el hecho. En el lugar existe una tarja donde posteriormente fue construido un gran muro para supuestamente proteger a la ciudad de las olas y la Marea de Tormenta que pudiera generar otro huracán similar.
Cuando Cuba tuvo su servicio meteorológico oficial
El Weather Bureau mantuvo su oficina en La Habana hasta el fin de la segunda intervención norteamericana en 1908. A partir de ese año comenzó a existir un servicio meteorológico oficial en Cuba: el Observatorio Nacional, perteneciente entonces a la Secretaría de Agricultura y Cosechas, que desde 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, pasó a pertenecer a la Marina de Guerra.
Desde 1959 pasó a formar parte de la Marina de Guerra Revolucionaria, y desde 1965, hace ahora, 50 años en este mes de octubre, el Observatorio Nacional pasó a ser el Instituto de Meteorología (Insmet), entonces subordinado primero a la Academia de Ciencias de Cuba y ahora del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
Situado siempre en la Loma de Casa Blanca, en La Habana, el Servicio Meteorológico de Cuba con base en el Instituto de Meteorología, se convirtió en una institución civil, creada para la expansión y desarrollo de la meteorología, en tareas tanto de servicio como de investigación. Pero, estas podrían ser historias de otra entrega para OnCuba.
La cooperación entre los meteorólogos cubanos y norteamericanos se mantuvo en todos los años siguientes. Se instaló un circuito directo de teletipo a través de un cable submarino llamado “línea 7019” y dos estaciones de radiosondeo atmosférico en los años 40, por la necesidad de incrementar los datos meteorológicos durante la Segunda Guerra Mundial.
A partir de la creación de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1950, se instituyó el Sistema Global de Comunicaciones por esta agencia especializada de las Naciones Unidas. El centro regional perteneciente a nuestra área, es el Centro Meteorológico de Washington, que sirve aún como enlace primario de las comunicaciones meteorológicas de la parte norte del continente, incluyendo al área caribeña.
¿Qué pasó después de 1959? ¿Cómo las tensas relaciones entre los dos países afectaron o no la función de los meteorólogos, que vigilan el tiempo, y que con sus pronósticos salvan vidas? La semana próxima contaremos algunas interesantes historias sobre esto.
Muy buen artículo, solo espero que la semana que viene, en la 2da parte, aparezca la cooperación de científicos del Centro Meteorológico Provincial de Camagüey con científicos estadounidenses. Hace menos de un año salió en Granma la instalación de un equipo de última tecnología procedente de USA.
Hola muchachos de OnCuba. ¿Saben algo de lo que se está cocinando en el CITMA de un aumento IMPORTANTE de salario para los investigadores (científicos) y otros favorecimientos para que no se sigan yendo del país? La cosa la está comentando todo el sistema CITMA, y la ministra anda de provincia en provincia promulgándolo pero nadie sabe a CIENCIA CIERTA cuándo será el tan ansiado día…
Como siempre, el Dr. Rubiera nos asombra con su escarbar en los aspectos a veces no muy conocidos de la historia de la Meteorología en Cuba. Espero poder seguir leyendo otros aspectos.