En Cuba todas las personas —o casi todas, para no pecar de absolutista— que llevan por nombre Caridad se lo deben a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba, que hoy celebra su día.
Para afirmarlo no tengo referencias científicas, estudio sociológico ni censo estadístico pero, como dice el dicho, “no tengo pruebas pero tampoco dudas” desde que hace unos años, en un barrio en Ciego de Ávila, conocí a tres Caridad que vivían en la misma cuadra y no eran familia entre ellas.
Por curiosidad indagué con cada una, de franjas etarias diferentes, sobre por qué le habían puesto ese su nombre. La más adulta, de unos sesenta y tantos años, me dijo que era porque su madre era fiel devota de la Virgen. La del medio, casi cuarentona porque nació un 8 de septiembre, día de la
Patrona de Cuba y, aunque sus padres eran ateos, la fecha es tan fuerte que no se puede dejar pasar la coincidencia. Y la más pequeña, una adolescente, porque su madre, embarazada, tuvo un accidente y en medio del siniestro pidió a la Virgen de la Caridad por su salvación y la de la criatura en su vientre. Ambas se salvaron. A manera de agradecimiento a la Virgen su madre le puso Caridad.
No nos debería asombrar porque la Virgen de la Caridad del Cobre, popular y familiarmente llamada Cachita, es el icono ineludible de la identidad y la historia de Cuba.
Sobre esa gran simbiosis sociocultural e histórica alrededor de la deidad y el presente de Cuba, el escritor Alex Fleites, en su perfil de Facebook, hoy escribió: “La Caridad del Cobre y Martí, dos pilares para la reconciliación”. Otro gran poeta y narrador, el holguinero Manuel García Verdecia, le contestó en ese post a su amigo: “Eso creo, el padre esforzado y la madre amantísima, qué mejor emblema del bienestar posible”.
Toda la razón asiste a estos dos sabios y queridos cubanos. Por un lado la Virgen de la Caridad, de rasgos amulatados, es esa figura religiosa fuera del panteón colonial, a la que encomendaron su fe cubanas y cubanos en su lucha contra la metrópoli española, en el siglo XIX. Por eso fue también bautizada como la Virgen mambisa.
A su vez, es el símbolo donde se funden en una devoción común el catolicismo y la santería en la Isla. En los cultos sincréticos afrocubanos es venerada como Ochún, diosa del amor y la fertilidad y reina de las aguas dulces del mundo, los arroyos, manantiales y ríos.
Se dice que la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre apareció hace más de cuatro siglos, flotando sobre las aguas de la Bahía de Nipe, en la costa de la actual provincia de Holguín. Fue avistada por tres esclavos de unas minas de cobre. Sus nombres eran Juan Moreno, de diez años y raza negra y los hermanos de raza aborigen, Juan y Rodrigo de Hoyos.
La leyenda cuenta que “Los tres Juanes”, como han pasado a la historia, navegaban en busca de sal cuando divisaron en el mar un objeto llamativo.
En abril de 1687 Juan Moreno, en las postrimerías de su vida, con 85 años y bajo juramento eclesiástico, dio su testimonio de cómo encontraron a la Virgen. El relato forma parte del Archivo de Indias de Sevilla, creado en 1785 por Carlos III, rey de España, para resguardar toda la papelería referente a las colonias de América y Filipinas por entonces.
En el histórico documento se puede leer que Juan, en aquel momento único sobreviviente del hallazgo, “siendo de diez años de edad fue por ranchero a la Bahía de Nipe, que se encuentra en la banda del norte de esta Isla de Cuba, en compañía de Rodrigo de Hoyos y Juan de Hoyos, que los dos eran
hermanos e indios naturales, los cuales iban a coger sal y habiendo ranchado en Cayo Francés que está en medio de dicha Bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar en calma salieron de dicho Cayo Francés antes de salir el sol los dichos, Juan y Rodrigo de Hoyos, y este declarante. Embarcados en una canoa para la dicha salina y apartados de dicho Cayo Francés, vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua que no distinguieron lo que podría ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios, parece una Niña, y en estos discursos, llegados reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora de la Virgen Santísima, con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos y decían: “Yo Soy la Virgen de la Caridad”, y siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas”.
La Virgen fue llevada hasta el hato de Barajagua y depositada en un rústico altar. Luego de un tiempo la trasladaron al pueblo Real de Minas, a una sencilla capilla de un pequeño hospital destinado para esclavos. En 1648 se le construyó una ermita propia, en una zona adyacente a la mina de cobre. Hasta ahí peregrinaron durante más de doscientos años devotos para pedirle milagros y ofrendar a la Santa. Entre ellos patriotas y familiares de las contiendas independentistas.
Fueron los veteranos de las guerras de independencia los que pidieron que la Virgen de la Caridad sea la Patrona de Cuba. Sucedió el 24 de septiembre de 1915 por medio de una misiva al Papa Benedicto XV. Después de 8 meses de espera llegó la aprobación, el 10 de mayo de 1916. Pero hubo que esperar hasta el 24 de enero de 1998, con la visita a Cuba del papa Juan Pablo II, que se hizo efectiva la coronación en la plaza Antonio Maceo de la ciudad de Santiago de Cuba.
En 2015, coincidentemente con el centenario de la declaración de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, otro Papa, esta vez Francisco, en su viaje apostólico a la Isla, dijo que la Virgen “ha acompañado la historia del pueblo cubano, sosteniendo la esperanza que preserva la dignidad de las personas en las situaciones más difíciles y abanderando la promoción de todo lo que dignifica al ser humano. Su creciente devoción es testimonio visible de la presencia de la Virgen en el alma del pueblo cubano. En estos días tendré ocasión de ir al Cobre, como hijo y como peregrino, para pedirle a nuestra Madre por todos sus hijos cubanos y por esta querida Nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación”.
La imagen original de la Virgen descansa a la vista de todos en la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, construida en su honor en 1927 en lo alto del cerro llamado Maboa, cerca del poblado El Cobre, a unos pocos kilómetros de la Ciudad de Santiago de Cuba.
Enseguida la iglesia se convirtió en la entidad religiosa más visitada por el pueblo cubano. Especialmente cada 8 de septiembre donde miles y miles de personas llegan hasta allí a rezarle y pedirle a La Patrona de Cuba.
Desde que hace casi dos años se instaló la COVID-19 en nuestras vidas y por las necesarias medidas sanitarias, las visitas masivas al Santuario del Cobre están suspendidas. Hoy los recordatorios por el día de Cachita inundaron las redes sociales. Su esfinge, oraciones y flores de girasoles, ahora mismo le dan la vuelta al mundo en millones de perfiles sociales de cubanas y cubanos diseminados por cualquier lugar de Cuba y el planeta.