Una rara dermatitis provocada por el contacto con microorganismos en el mar ha despertado temores en la usualmente tranquila ciudad de Cienfuegos. Desde hace unas dos semanas comenzaron a llegar a los hospitales varias personas, sobre todo niños, con erupciones y lesiones en la piel.
“Los médicos parecían no saber de qué se trataba”, le cuenta a OnCuba María del Carmen, joven madre de tres niños que acudió, como tradicionalmente lo había hecho, al área de baño que los lugareños llaman “el Círculo Juvenil”. “A mis hijos les diagnosticaron intoxicación, impétigos y dengue. La niña estuvo ingresada cuatro días bajo un mosquitero, hasta que la erupción pasó”, recuerda María.
El hijo de Anay, otra joven cienfueguera, también experimentó el mismo cuadro clínico: enrojecimiento y picazón repentina en la zona de los genitales. Insatisfecha con las respuestas en el Hospital Pediátrico, Anay se puso en contacto con el Centro de Higiene y Epidemiología y la Dirección de Salud Pública, donde desconocían los hechos.
La fuerza del rumor sobre la contaminación de las playas y los casi 60 casos presentados en los Cuerpo de Guardia obligaron a las autoridades a tomar cartas en el asunto. El domingo 26 de julio cerraron “el Círculo…”, pero el flujo de bañistas ha continuado hacia otras zonas de baño cercanas, todas en el perímetro del conocido Hotel Jagua.
El historial de derrames al mar de químicos tóxicos como sosa cáustica y amoníaco desde la cercana zona industrial (cuyas consecuencias todavía se monitorean) dieron oxígeno a versiones apócrifas del suceso, con supuestos arrastres de un nuevo vertido. También se le achacaron las causas a una bacteria o incluso a una agresividad inusitada del llamado Caribe,microorganismo marino que suele aparecer en la costa sur de Cuba y que produce irritación en la piel tras rozar con él.
Pero hasta ahora lo único confirmado es que se trata de una “marea roja” de microalgas tóxicas.
“Observamos que había un crecimiento de algas, un crecimiento masivo (…) y encontramos una microalga marina que es muy famosa por ser de actividad tóxica”, explicó a la televisión local el investigador Augusto Comas, del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC).
No es la primera vez que un suceso de este tipo ocurre. Ya en los años 2005 y 2009 se había registrado un numeroso aumento de estos organismos microscópicos, pero en aquellas ocasiones no se reportaron daños a las personas. Incluso en los libros de referencia sobre el tema aparecen pocos registros de perjuicios para la piel por contacto con mareas rojas, explicó el científico quien fue uno de los movilizados para determinar la razón del preocupante incremento de afecciones en los bañistas.
A pesar del esfuerzo de su equipo, la causa de esta rara dermatitis nunca será más que “probable”. Trabajadores del CEAC revelan que sus laboratorios carecen de financiamiento, equipos y patrones necesarios para determinar con qué microorganismo específico están lidiando. Hasta ahora solo saben que pertenece a la amplísima familia de microalgas nombrada Alexandrium, que produce toxinas paralizantes y afecta a los peces y bivalvos que las consumen.
No obstante, con sus escasos recursos los expertos cienfuegueros han descrito desde hace algunos años distintas especies de microalgas tóxicas en los ecosistemas de la Bahía de Jagua y los mares al sur. Uno de los más recientes, un hallazgo en la zona de Guajimico, en el litoral costero de la carretera a Trinidad, documentó microalgas que en otras áreas del mundo ocasionan conjuntivitis, laringitis y erupciones en la piel; pero estas de ahora, localizadas en los balnearios de Punta Gorda, en Cienfuegos, no tienen nada que ver con sus “parientes” de mar afuera.
¿Por qué ahora? y ¿qué hacer para detener la “marea roja”? son dos de las preguntas que más se han hecho los investigadores, políticos y residentes de Cienfuegos. “Las condiciones medioambientales de calor, poca lluvia y aumento de nutrientes en la bahía por el arrastre de los ríos, favoreció la reproducción de estas microalgas”, le dijo a la prensa local un experto del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. A esperar entonces por unos buenos aguaceros que limpien por completo la proliferación que se aprecia a simple vista desde la orilla.
Consumir pescados infectados con estas algas también representa un peligro para la salud humana. Ese es el próximo riesgo que tratan de controlar (ahora de manera proactiva) las autoridades de la urbe, conocedoras, como cualquier ciudadano de a pie, de los muchos pescadores ilegales que distribuyen sus ensartes por las calles y restaurantes privados de la ciudad.