¡Derecho a tener derecho! Una idea que aparece con fuerza dentro del debate sobre el Código de las familias. Esta norma no limita derechos, sino que los diversifica y amplía. Ahora tendremos, en términos de familias, más sujetos de derechos, es decir, personas a las que se les reconoce su identidad y se les procura amparo legal.
Muchos de los argumentos presentados en contra del Código, como afirma Duglas Calvo, no son por defender derechos, sino por oprimir derechos ajenos. En ese acto, en ocasiones, las personas mienten, tergiversan, divulgan afirmaciones que no están en el espíritu ni en la “letra” de esa ley. Es un derecho oponerse, argumentar desacuerdos, exponer alternativas de otra índole, pero no mentir, ni negar derechos que no vayan en desmedro de los suyos propios.
Sería bueno preguntar, sobre todo a quienes hoy se desgarran las vestiduras con el nuevo Código de las Familias:
¿Cómo afecta tu derecho que una mujer heterosexual quiera llevar los apellidos de sus dos madres?
¿Cómo afecta tu derecho que dos hombres decidan casarse, y vean en esa oportunidad su conexión con Dios?
¿Cómo afecta tu derecho que una abuela tenga todos los derechos sobre sus nietos cuando mamá y papá decidieron no estar más?
¿Cómo afecta tu derecho que una mujer de la tercera edad herede los bienes que compartió durante décadas con su pareja lesbiana?
¿Cómo afecta tu derecho que una pareja recurra a la adopción tras años sin lograr un embarazo de feliz término?
¿Cómo afecta tu derecho que dos mujeres lesbianas puedan concebir una criatura de conjunto?
¿Cómo afecta tu derecho que un anciano no tenga que deambular porque su familia no lo quiere dentro de la casa?
¿Cómo afecta tu derecho que dos hombres recurran a una gestación solidaria para amar, cuidar, educar, respetar y compartir valores de solidaridad y aceptación con una niña?
¿Cómo afecta tu derecho que una persona tenga más de una madre y de un padre?
¿Cómo afecta tu derecho que un hombre solo adopte a un niño?
Tener una visión conservadora del mundo, de las relaciones familiares, de los vínculos entre padres e hijos, de la conducta humana en general, no es un hecho reprochable. Vivir en consecuencia, tampoco. Sí es reprochable cuando de conservadurismo se pasa a fundamentalismo, ahí donde nada diferente tiene derecho a existir, y peor, ahí donde lo diferente debe ser eliminado.
El derecho es el término medio para la convivencia humana. Es límite que regula la relación entre argumentos, motivos, sentidos de vida, y los comportamientos sociales aceptables. Tener argumentos en contra no es un medio para todos los fines. Al interior del debate, de la contradicción, de las oposiciones, de las visiones diversas y divergentes, no es ético el recurso de mentir.
Si se afirma que la patria potestad pasará al Estado, mienten. También lo hacen si se afirma que se pierde facultades sobre las hijas y los hijos, o que estos pueden tomar decisiones sin contar con los adultos. Si se afirma que la responsabilidad parental es perder autoridad sobre hijos e hijas, o que los pueden separar de su madre y su padre, mienten. Si se afirma que la responsabilidad parental es falta de valores, autoridad y mínimos morales, mienten. Si se afirma que la ley obliga a enseñar a nuestros hijos e hijas a cambiarse de sexo, o que le hablarán en la escuela de temas no acordes a su edad, mienten. Si se afirma que las iglesias estarán obligadas a casar personas del mismo sexo, mienten. Si se afirma que la consulta popular es una manipulación del Estado y que ya la ley está aprobada, mienten.
Según la norma vigente, y mantenida en la propuesta de modificación, solo un Tribunal podrá determinar la separación de un menor de su familia, como medida de último recurso, la que sería revisada periódicamente. Sin embargo, el Código incluye como novedad derechos de los niños, niñas y adolescentes: ser escuchados, participar en la toma de decisiones (acorde a su edad e interés); disfrutar de convivencia familiar y comunitaria; recibir acompañamiento y orientación; derecho al libre desarrollo de su personalidad, a crecer sin violencia, abuso, negligencia o explotación; derechos al descanso, al juego, al esparcimiento, entre otros.
El Código brinda el derecho de tener varios tipos de filiación. Los hijos y las hijas lo pueden ser por procreación natural, es decir, porque mamá(s) y papá(s) logran un embarazo de buen término. Por adopción, ahí donde un niño o una niña se integran a una familia, con el interés superior de crecer en un ambiente familiar, con bienestar y con un desarrollo integral. Por reproducción asistida, ahí donde se recurre a métodos diversos para facilitar la procreación. Por lazos socioafectivos reconocidos legalmente, por ejemplo, con la pareja de mamá o de papá que desean asumir legalmente ese vínculo.
Aun y cuando el término obediencia no aparece, con la nueva ley se afianza el derecho de madres y padres que la procuran de una manera racional y justa; con autoridad, pero sin autoritarismo; con límites, pero sin imposiciones; con diálogo y conversación permanentes, con acuerdos claros y no con órdenes sin derecho a negociación; derecho a la obediencia con base en el ejemplo. Contraria a esta noción, se asume una obediencia que subordina el interés de niñas y niños a la voluntad de los adultos; se castiga con fuerza y sin clemencia; sin derecho a manifestar emociones, y con el miedo, la vergüenza y la tristeza como recurso educativo; obediencia que intenta controlar el comportamiento de niñas y niños, y no el propio de adultos y adultas.
El actual escenario de polarización que vive Cuba, tiene en el Código de las familias un evidente terreno de disputa. Vuelve a la palestra pública el fundamentalismo político con lenguaje evangélico; postura que atenta, esencialmente, contra el derecho que tenemos como nación de reencauzar el proyecto histórico de la Revolución cubana, con base en la igualdad, la dignidad y la soberanía popular. Estamos en presencia de una campaña sin límites, contraria a la norma jurídica que hoy, con mayor amplitud, reconoce y explaya derechos. Si se afirma que oponerse al Código de las familias es salvar al pueblo cubano, mienten.
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esta mañana trate de publicar este mismo comentario en cubadebate y no me lo publicaron
no importa yo lo esperaba de ellos, les falta al igual que al país la libertad de expresión para publicar una análisis sincero aunque no les guste lo que leen
lo que no me esperaba es que en un sitio donde hacen excelentes y extensos artículos de opinión no me los publiquen por falta de espacio o no sé qué les falta