La pasada semana el presidente de BioCubaFarma y otros altos funcionarios del sector asistieron a la Mesa Redonda para informar sobre la situación de la producción de medicamentos en Cuba. El Doctor en Ciencias Eduardo Martínez Díaz, presidente del referido grupo empresarial explicó que BioCubaFarma desarrolla 996 productos, entre medicamentos, vacunas, medios de diagnósticos, dispositivos médicos. De ellos, 757 están destinados al sistema de salud pública, incluidos el 60% (369) de los 627 medicamentos y vacunas del cuadro básico, 10 más que el año anterior.
El directivo manifestó que durante el 2021 “el 50% de los recursos financieros y materiales se utilizaron en la producción de medicamentos del protocolo para la COVID-19, así como para el desarrollo de las vacunas cubanas —que lograron con éxito controlar la enfermedad en la Isla. En consecuencia, “no logramos tener los recursos para producir toda la gama de medicamentos con el fin de garantizar el cuadro básico”. Esta situación “ha continuado y se ha agudizado en el 2022”, expresó, mientras afirmaba que el 94% de las faltas de medicamentos se han dado porque el país no cuenta con las materias primas y materiales necesarios para producirlos.
La crisis de medicamentos en Cuba, así como las comparecencias de los directivos de BioCubaFarma y el Ministerio de Salud Pública al espacio vespertino de la televisión cubana para explicarla están lejos de ser algo nuevo. Así lo confirmaba el hecho de que el que el 7 de junio del 2019 el Dr. Emilio Delgado Iznaga, entonces director de “Medicamentos y Tecnologías Médicas del MINSAP” asistiera a la Mesa Redonda, donde explicó que en el 2016 se reportaron unas 100 faltas de medicamentos por problemas financieros, mientras que en 2017 y 2018 hubo una tendencia a “la disminución paulatina” de las faltas y bajas coberturas de fármacos. Esto hizo que en el 2018 se reportara “la menor cantidad de los últimos años” con solo 38 medicamentos en falta. En esa ocasión, la M.Sc. Rita María García Almaguer, directora de Operaciones y Tecnologías de BioCubaFarma, señalaba que al finalizar el mes de abril del 2019 se reportaron “85 faltas, incluidos 16 fármacos de tarjetas controlados”.
Un año después, el 3 de julio del 2020 comparecían el actual Ministro de Salud Pública de Cuba, Dr. José Ángel Portal Miranda y el presidente de BioCubaFarma para “actualizar sobre la situación de los medicamentos en el país”. En aquella oportunidad, Portal Miranda explicaba que “al cierre del mes de junio” se reportaban “116 medicamentos en falta (16% del Cuadro Básico de Medicamentos)”. La situación dos años después es aún peor. Según un reporte de EFE, fechado en La Habana el 19 de julio, Tania Urquiza Rodríguez, vicepresidenta de BioCubaFarma, explicó que el grupo empresarial “ha tenido un déficit promedio mensual de 142 productos”. Nótese que esto se refiere solo a los fármacos que produce su empresa, por lo que las faltas seguramente son mayores.
Durante estos años se han mantenido las causas fundamentales que provocan la escases de medicamentos en la Isla. En primer lugar “no contar con el financiamiento necesario y oportuno para adquirirlos”, y también “problemas para el pago a los proveedores, debido a la negativa de bancos a trabajar con Cuba”, según explican los directivos. Todo esto unido al incumplimiento de proveedores habituales “que dejan de suministrar por acciones relativas al bloqueo”. A las razones anteriores se añaden en esta ocasión: “déficit mundial de algunas materias primas y materiales de uso farmacéutico, que se ha agudizado en el período de la pandemia” y “afectaciones en la logística internacional debido a la COVID- 19”. Esas realidades, según el presidente del grupo empresarial, se agravan por el hecho de que el gobierno de EEUU tiene a Cuba incluida en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Se mantiene el déficit de medicamentos en Cuba por falta de materias primas
El impacto de esta crisis en la vida del país ha sido enorme; especialmente porque la población cubana, marcadamente envejecida, precisa niveles crecientes de medicamentos y servicios sanitarios. Para que se tenga una idea, la demanda de hipotensores como el Enalapril pasó de 151 millones de tabletas en el año 2010 a 400 millones en el 2019; el Amlodipino (10 mg), de 15 millones aumentó a 87 millones; la Metformina de 500 mg, un medicamento utilizado en la diabetes, paso 42 millones de tabletas a 152 millones en igual período, como expresión de dos de los problemas de salud más frecuentes de la población. Otro medicamento muy popular como es la Dipirona de 300 mg también duplicó su demanda, en este caso de 450 millones en el 2010 a 1000 millones de tabletas en el 2018, sin que la industria pudiera satisfacerla.
Esto se hizo especialmente sensible durante el verano pasado, en el momento más duro de la pandemia de COVID-19, cuando las necesidades de medicamentos de la población se hicieron críticas. Con la intención de aliviar la situación, después de las protestas sociales del 11 de julio el gobierno autorizó “excepcionalmente y con carácter temporal” la importación de alimentos, aseo y medicamentos, “sin límite de valor de importación y libre de pago de aranceles”, hasta el 31 de diciembre de aquel año, medida que se ha prorrogado en dos ocasiones. Recuerdo que en aquellos meses los precios de un ciclo de Rocephin y de Azitromicina, dos antibióticos con un uso auxiliar en la COVID-19, alcanzaron precios exorbitantes en el mercado negro de la Isla.
A pesar de que la importación de fármacos tenga, explícitamente, un carácter “no comercial”, estos productos se venden con total libertad en el mercado informal. El mecanismo es muy sencillo: basta entrar a algunos de los grupos de venta que existen en Facebook, buscar alguna oferta, solicitar una lista de precios o un fármaco específico. El servicio, en ocasiones, incluye la venta a domicilio. En algunos casos, se trata de personas que están “especializadas”, mientras que otros mercadean un surtido de productos que puede incluir además zapatos, celulares, nasobucos, condimentos…
En este mercado, la oferta quizás supere la de muchas farmacias estatales en cuanto a diversidad de productos, que a juzgar por los catálogos incluye: antibióticos, ansiolíticos, vitaminas, antiácidos, analgésicos, antihistamínicos, vitaminas, hipotensores… Sin embargo, el tema son los precios: un blíster con diez tabletas de Loratadina, un popular antihistamínico, —muy utilizado por personas con alergia, que además prácticamente no tiene efectos adversos—, vale 170 pesos. Diez tabletas Sulfraprim, un antibiótico muy útil en las infecciones del trato urinario, cuesta 220 pesos; un tratamiento completo alcanzaría un valor de 880 pesos. Téngase en cuenta que esto sucede en un contexto donde la pensión de un jubilado promedio oscila entre 1528 y 1733 pesos, pudiendo llegar, excepcionalmente, a 2000 pesos. En estas circunstancias, la compra de los medicamentos cae sobre la familia.
Un riesgo adicional está en la comercialización de medicamentos de baja calidad, adulterados o vencidos. Quienes se dedican a este negocio no son personas con conocimientos profundos sobre la materia, ni existe sobre ellos ningún tipo de regulación. De ahí que se puedan producir intoxicaciones y otras complicaciones médicas a partir del consumo de medicamentos sin la supervisión requerida.
Según afirmaron los directivos de BioCubaFarma en la referida Mesa Redonda “hay un programa de sustitución de importaciones hasta el 2030 que abarca medicamentos, materias primas…”. En ese mismo sentido, Luis Armando Alarcón Camejo, director general de Medsol, empresa que produce el 35% del cuadro básico de producción nacional y el 77.8 de los medicamentos controlados, precisó en la Mesa Redonda que están trabajando con “almidón de maíz de producción nacional gracias al programa de sustitución de importaciones”.
Parece quimérico que la situación financiera del país mejore significativamente en los próximos meses o que el gobierno de EEUU saque a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, por lo que los problemas con los proveedores y las acciones relativas al bloqueo continuarán. Las soluciones requerirán de ideas nuevas y nuevas estrategias, de lo contrario lo más probable es que las faltas y bajas coberturas se mantengan y es posible que el próximo año los directivos de la industria nacional de medicamentos sean convocados a una nueva Mesa Redonda para “actualizar sobre la situación de los medicamentos en el país”.