Cuando Iraida, de 69 años de edad, tropezó con la silla de ruedas de su mamá, de 94, mientras la cuidaba, no calculó que la caída la haría pasar tres semanas hospitalizada. La ingresaron en Hospital Provincial Universitario Arnaldo Milián Castro, de Santa Clara, donde los médicos le indicaron una prótesis de cadera.
La prótesis tendría que llegar a través de un envío familiar internacional o, de lo contrario, Iraiada debería sumarse a la lista de adultos mayores con fractura de cadera que esperan, desde hace seis meses, por una intervención quirúrgica en dicha instalación villaclareña.
Familiares emigrados de Iraida intentaron comprarla en el mercado informal cubano para agilizar la operación. Un envío desde Europa, donde residen, podría demorar. Sin embargo, no hallaron el insumo ni siquiera el valor de 10 mil pesos que estaban dispuestos a pagar.
Finalmente, al cabo de más de diez días de travesía, llegó la prótesis desde Europa. Con esta, otros materiales imprescindibles para la operación de Iraida y de cuya escasez fueron alertados los familiares en el hospital; dígase guantes, branulas, antibióticos y material estéril para las curas.
La historia, no obstante, no es exclusiva de Villa Clara. Al cierre de 2022, José Ángel Portal, ministro de Salud Pública, reconoció ante la Comisión de Salud y Deporte del Parlamento que en toda Cuba “el sistema de salud, además de presentar dificultades en los abastecimientos de medicamentos”, enfrentaba “limitaciones en renglones básicos de material gastable”. En el área se cuantificaban entonces “69 faltas y 23 bajas coberturas”.
Entre los “recursos críticos” en el momento, el ministro subrayó los “catéteres, equipos de transfusión, prótesis de cadera, colectores, entre otros”. Según informaciones obtenidas por esta redactora, otros insumos vitales en falta son jeringuillas, ligas para canalizar venas, anestesia, y más.
En un intento por distribuir lo que no alcanza y paliar la situación, Portal informó que se estaban “haciendo nivelaciones en el país, a partir de la disponibilidad en los territorios”. Además, reiteró “el compromiso de seguir buscando la solución en un tema tan sensible”.
Seis meses después de las declaraciones, la falta de recursos, insumos y medicamentos, un problema que no es nuevo, se mantiene. De hecho, la percepción generalizada es que ha empeorado.
Y el tiempo pasó
El año 2021 marcó el inicio de la etapa más crítica para Cuba en términos de escasez de recursos médicos. En el Informe de balance del Minsap correspondiente a ese año se registró “el incremento sostenido de las faltas y bajas coberturas de medicamentos, diagnosticadores, gastables y otros insumos para la atención médica”.
La suerte no fue distinta en 2022. El balance anual del sector mostró que se mantuvo “el déficit sostenido de bajas o nulas coberturas de medicamentos e insumos”.
Esta realidad afectó de forma directa la calidad de los servicios, el cumplimiento de los principales indicadores de salud y “la satisfacción de las demandas de la población”, según la información oficial anual.
A la escasez de medicamentos e insumos se sumaron en 2022 los problemas en la infraestructura tecnológica por obsolescencia y roturas. Se registró un “91 % de coeficiente de disponibilidad técnica en los equipos” en ambos años, lo que evidencia un estancamiento del indicador en el cálculo interanual.
Fue en 2022, no obstante, cuando las autoridades sanitarias reconocieron la actividad quirúrgica como “una de las más impactadas por el déficit de insumos”. Ni siquiera el hecho de que el año estuvo marcado “por un incremento en el reúso de los dispositivos médicos” sirvió como paliativo. La reutilización de materiales no fue suficiente. Un paliativo a la ausencia de insumos desechables tradicionalmente aplicado en Cuba ha sido la reutilización de insumos, tras su correspondiente esterilización. En el país se reutilizan, en lo fundamental, insumos de cristal y metal inoxidable, como jeringuillas y boquillas para aerosol, y otros recursos hechos de tela que pueden lavarse y esterilizarse para volverse a usar. Es el caso de paños, batas, gorros, zapatillas protectoras y nasobucos.
De acuerdo con las autoridades, la principal causa del déficit sostenido es la falta de financiamiento. La estabilidad en la importación y producción de medicamentos e insumos en Cuba pasa por la solución de “las tensiones financieras que tiene el sistema de salud a partir de las deudas con proveedores, por haber tenido que negociar el envío de algunos recursos sin posibilidades del pago de los mismos”.
Pero, precisamente, “la carencia de ingresos en divisas”, en palabras del primer ministro Manuel Marrero, sigue siendo el obstáculo esencial “en la búsqueda de soluciones para las problemáticas más complejas que enfrentamos como país”, entre las que se cuenta “la adquisición de recursos que garanticen las demandas de salud de nuestra población”.
En esencia, las deudas deben pagarse, pero las divisas disponibles no alcanzan para hacerlo. En el sector de la salud, la asignación de financiamiento a medicamentos, insumos, piezas de repuesto y reactivos se basa en los ingresos del propio sector y el presupuesto que asigna el Estado. Las cifras oficiales revelan apenas montos de asignaciones conjugadas, dedicadas a más de un sector.
En 2021, se designó un monto de 6 741 millones para la Salud Pública y la Asistencia Social. En 2022, 123 mil millones se destinaron a Salud Pública, Educación y Asistencia Social; y en 2023, 251 222 millones fue la asignación para Salud Pública, Educación, Cultura, Deporte y Asistencia Social.
Concluidos los primeros cinco meses de 2023, y aunque se había asegurado que este sería “un año distinto”, el problema y sus causas continúan vigentes.
En mayo pasado, las autoridades incluyeron de nuevo entre los principales desafíos de la salud pública la “escasez de medicamentos” e “insumos para prestaciones fundamentales” del sector.
Un atenuante, al menos temporal, llega de la mano de la recién anunciada extensión de la prórroga a la importación sin carácter comercial, sin límites en su valor y exenta de pagos de aranceles aduaneros, de medicamentos, alimentos y productos de aseo.
Desde el primero de julio hasta el 31 de diciembre de 2023, la prórroga incluirá la importación de insumos, desde equipos médicos hasta aditamentos para personas encamadas o con alguna discapacidad. La lista detallada de bienes de esta índole que podrán entrar al país sin costo ni límite aún no ha sido publicada de forma oficial.
Aunque, en medio de tan prolongado estado de crisis, la alta demanda y la bajísima oferta incentivan que personas naturales importen medicinas con el fin único de revenderlas a precios muy superiores a los estatales, es bienvenida la ampliación de esta facilidad. En tanto, los medicamentos, aun con dinero mediante, llegan a manos de alguien que los necesita. De la solución justa y definitiva al problema, no obstante, no hay señas.
Aunque no solo de medicinas se vive…
La carencia de medicinas es, posiblemente, uno de los temas más sensibles de la crisis actual en Cuba. Tanto para los intrahospitalarios como para los que se expenden en la red de farmacias del país, la tendencia de la producción nacional ha sido al descenso durante más de un lustro. Su punto crítico comenzó en 2021 y se vive hasta la fecha.
Al cierre de 2022, la información oficial reportó “219 faltas de medicamentos en el país y 197 medicamentos con cobertura menor de 30 días (73 son importados y 146 son de producción nacional).”
En el caso de los medicamentos y vacunas, el cuadro básico está integrado por 627 medicamentos y vacunas en general, de los cuales el 60 % (369) son suministrados por BioCubaFarma y creados en centros del sector biotecnológico y farmacéutico cubano.
Sin embargo, no hay medicamentos. Ni siquiera los de producción nacional. ¿Las causas? Otra vez el financiamiento. Para producir los fármacos en Cuba hay que importar las materias primas. Y, según declaraciones del presidente de BioCubaFarma, Dr. C. Eduardo Martínez, estas no pueden comprarse por “no contar con el financiamiento necesario y oportuno para adquirirlos”, y por “problemas para el pago a los proveedores, debido a la negativa de bancos de trabajar con Cuba”.
La falta de materias primas genera el 94 % de las faltas. El otro porcentaje se debe a las paradas en las plantas de producción por roturas o mantenimiento. En el año 2022 se vio afectada la estabilidad de cinco antihipertensivos, dos diuréticos, un anticoagulante, la metformina para la diabetes, dinitrato de isosorbida para la insuficiencia cardíaca y dos aerosoles para el asma: salbutamol y fluticasona, entre los medicamentos de mayor consumo. Del mismo modo, las tabletas prenatales (con 14 componentes) y el ácido fólico para las embarazadas, este último debido a la falta la vitamina C (ácido ascórbico), según puntualizó Ms.C. Tania Urquiza Rodríguez, vicepresidenta de BioCubaFarma.
Como resultado de la propia estrechez financiera que sortea el país, no solo se han producido menos medicamentos, sino además que se han comprado menos en el exterior.
Las inversiones en medicamentos terminados comprados en el exterior en 2020 y 2021 demostraron una disminución respecto a 2017 y 2019. Mientras en 2020 y 2021 Cuba invirtió alrededor de 85 y 89 millones de dólares, respectivamente, entre 2017 y 2019 se superaron los 100 millones.
El eslabón final de la cadena del déficit son y serán los necesitados. Quienes dependen de la solidaridad de quien tiene y desea compartir, de parientes que desde el exterior costean envíos o, en el peor de los casos, de lo que esté disponible en el mercado informal a precios que no conocen topes.
La salud pública no puede depender de ninguno de esos factores. Cuba es un país marcado por un rápido envejecimiento poblacional, tendencia que trae consigo el incremento de la demanda de servicios sanitarios y fármacos. Una demora de seis meses o más para que un paciente de la tercera edad pueda ser operado para solucionar una fractura no puede convertirse en una realidad que, de tan cotidiana, termine siendo tolerable. Esto, por solo mencionar un sector de la población.