Cuba inició este jueves la primera etapa de su reapertura gradual tras casi tres meses de restricciones por la COVID-19, un regreso a la normalidad en tres fases que de momento no incluye aún a La Habana ni a su vecina provincia de Matanzas, donde todavía se registran contagios.
La Isla, que comenzó a aplicar medidas de aislamiento social desde fines de marzo, acumula hasta la fecha 2.295 positivos al coronavirus y después de una semana consecutiva sin muertes anunció este jueves un nuevo fallecido, para un total de 85, según datos oficiales.
Más de 2.000 pacientes han recibido el alta médica, lo que significa que el 88 % de los enfermos de coronavirus en Cuba se han recuperado.
Los cambios de fase no tienen una fecha fijada sino que dependerán de la evolución epidemiológica, y las fronteras no reabrirán con normalidad hasta la tercera y última etapa.
Cuba: las fronteras seguirán cerradas al menos hasta el 1 de agosto
La Habana, donde viven alrededor de 2,2 de los 11,2 millones de habitantes de la Isla, concentra en este momento 151 de los 160 casos detectados en las últimas dos semanas, por lo que las autoridades han decidido aplazar sin fecha su incorporación a la desescalada.
Matanzas, a unos 150 kilómetros al este de la capital, muestra una mejor situación epidemiológica y se espera que entre pronto en la “nueva normalidad”.
Desescalada progresiva
Al contrario de La Habana y Matanzas, las trece provincias cubanas restantes y el municipio especial Isla de la Juventud –situado al sur de la isla mayor– no reportan nuevos contagios desde hace más de quince días. Varios territorios orientales llevan incluso más de un mes sin registrar casos del virus.
En todas esas regiones comienza hoy la primera de las tres fases que conforman la etapa de “recuperación post COVID-19”.
Esta etapa inicial mantiene varias de las restricciones actuales como el uso obligatorio de la mascarilla y el distanciamiento físico, pero permite la reactivación del transporte público y el trabajo autónomo.
Reabren con limitaciones de capacidad los servicios hospitalarios y algunos centros de ocio como museos, zoológicos y piscinas. Se permitirá nuevamente el acceso a las playas, muy populares sobre todo en el verano, pero bajo vigilancia policial en un inicio.
El turismo, uno de los motores de la maltrecha economía cubana, estará entre los primeros en volver aunque solo para cubanos en esta primera fase.
El Gobierno cubano anunció este miércoles que reabrirá sus cayos al turismo extranjero desde el 1 de julio, dentro de las disposiciones de la segunda fase de reapertura, durante la cual los visitantes internacionales no podrán acceder a la isla grande ni mantener contacto con la población del país, a excepción de los trabajadores de los hoteles.
Cuba abre al turismo extranjero el 1 de julio, pero solo en sus cayos
Cuando finalice la primera etapa de “recuperación”, la Isla se enfocará en la “estrategia de fortalecimiento económico para enfrentar una crisis prolongada a nivel global”, que en el caso de Cuba se verá además agravada por el endurecimiento del embargo de Estados Unidos en los últimos dos años.
Capital cerrada con las calles llenas
Desde fines de marzo, unas dos semanas después de la aparición de los primeros casos de COVID-19, Cuba paralizó la mayoría de sus actividades y aunque no decretó nunca el confinamiento obligatorio, el Gobierno pidió a todos los ciudadanos salir de casa solo para lo indispensable.
La mayoría de los cubanos cumplió esa recomendación en los primeros días de la epidemia, cuando los contagios diarios a menudo superaban el medio centenar en todo el país.
Pero a medida que comenzaron a bajar las cifras, aumentó el trasiego de personas en las calles, la inmensa mayoría reunidas frente a comercios desabastecidos, en colas de más de tres horas para comprar alimentos y artículos de primera necesidad.
En La Habana, donde todavía permanecerán cerrados los centros laborales no esenciales y el transporte público sigue suspendido, las filas en las tiendas no solo no muestran signos de detenerse, sino que han aumentado en las últimas semanas, según ha podido comprobar Efe.
Muchos desafían las elevadas multas a quienes no lleven o usen incorrectamente la mascarilla y no cumplen con las normas de distancia física de al menos un metro, pese a las repetidas recomendaciones de las autoridades.
La mayor parte de los mayores brotes de COVID-19 en Cuba han sido en La Habana, casi todos en centros laborales y con mayoría de infectados asintomáticos, algo que preocupa a las autoridades, que establecen estrictos protocolos de identificación y aislamiento de contactos sospechosos de portar el virus.