Aunque es Monumento Nacional desde hace 30 años y guarda los restos de varias generaciones de cubanos y de notables figuras de la historia y la cultura nacional, el Cementerio de Colón es todavía un lugar donde es fácil encontrar ruinas y descuidos.
Con alrededor de 57 hectáreas, esta joya de la arquitectura y el arte funerario de La Habana sufre el deterioro de los años y el que se le debe al vandalismo.
El mantenimiento y restauración del cementerio es responsabilidad de varias instituciones estatales, entre ellas el gobierno local y la Oficina del Historiador de La Habana, según explica un reportaje del sitio Cubadebate que atestigua la reparación de varias capillas y el buen estado de la jardinería, así como la existencia de un anteproyecto general de restauración.
No obstante, el trabajo periodístico descubre muchas tumbas en mal estado o ilocalizables, no pocas de ellas pertenecientes a patriotas, intelectuales y otros cubanos prominentes.
Carlos Bauta Martín, subdirector del Cementerio de Colón, explicó a Cubadebate que la restauración del lugar es “un tema complejo, transdisciplinario y con varias dificultades” y reconoció que “las tumbas de valor histórico o cultural están dispersas por todo el cementerio y eso también constituye un problema para su cuidado”.
Una detallada caminata dio a los reporteros una clara idea del estado actual del camposanto habanero. Las imágenes que tomaron hablan por sí solas.
René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, lamentó el saqueo del cementerio, en especial durante la crisis económica de los años noventa, y la falta de “una cultura de información, divulgación y cuidado” de los patriotas allí enterrados.
“Nuestro discurso político, nuestro discurso histórico y la práctica de la conservación deben estar en consonancia”, comentó el historiador.
“Le estamos diciendo [a los estudiantes] que [los héroes] son importantes, vamos a su tumba y la encontramos plagada de malas hierbas, de vegetación parásita, sin una flor, sin una bandera”.
“El respeto a nuestros próceres tiene que formar parte de la cultura identitaria de nuestro pueblo y creo que nos faltado trabajar en ese sentido”, afirmó.
Entre las tumbas que muestran un estado desfavorable está la de Fernando Ortiz, abogado, etnólogo y escritor a quien se le considera el tercer descubridor de la Isla.
En el panteón de los padres de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, el abandono es visible.
Las tumbas de otras dos figuras importantes de la historia de Cuba, en particular de la primera mitad del siglo XX: el líder sindical Jesús Menéndez y el político Eduardo Chibás, no honran su memoria.
La de Chibás, líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), que enfrentó la corrupción en los años 40 y en el que militó Fidel Castro en su juventud, “es una de las más afectadas”, según reconoce Cubadebate.
La de Menéndez, quien fuera asesinado por defender la causa de los trabajadores del azúcar, pasa totalmente desapercibida. Donde se supone que está enterrado, nada confirma que así sea, y la jardinera que colocaron los hijos del mártir “no aparece en el sitio o su nombre ha sido borrado por el tiempo”.
También irreconocible está la imagen de otro líder sindical del período republicano, Aracelio Iglesias, a quien resulta imposible identificar en el cementerio, mientras que la tumba del historiador Ramiro Guerra, además de lucir deteriorada, tampoco cuenta con una lápida que la identifique más allá del busto del notable intelectual.
Estas imágenes son solo un botón de muestra, una alerta fotográfica cuando falta poco más de un año para el aniversario 500 de La Habana, ciudad que atesora en el Cementerio de Colón una parte fundamental de su memoria.