Una de las entradas más espectaculares del Centro Histórico habanero: la Avenida del Puerto, ha recobrado vida con la restauración de una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana: la cámara de rejas del alcantarillado de La Habana.
Actualmente, gracias a la labor de remozamiento que llevó a cabo la Oficina del Historiador (OHC), la más oculta de las joyas ingenieriles de la Isla permite al visitante apreciar el proceso de filtrado de las aguas albañales de siete de los municipios de la capital.
La construcción de esta maravilla se inició el 1 de mayo de 1911 y concluyó el 19 de abril de 1912. La proyección de la obra tuvo sus orígenes en la primera intervención norteamericana con la campaña de modernidad, limpieza e higienización, que entre muchos fines perseguía desmoralizar al anterior gobierno español, reseña la historiadora de la OHC, Yamira Díaz.
El enmascaramiento de la cámara de rejas del alcantarillado de La Habana nos convoca a venerar lo antiguo, pero con un original concepto. El cubo, como comúnmente se le conoce a esta obra, ha sido una experiencia novedosa y una gran oportunidad para los arquitectos encargados del proyecto, el cual no posee precedentes en Cuba, desde el punto de vista estético formal.
Visualmente, da la impresión que son dos cajas, una transparente y otra opaca insertadas la una en la otra y de las dos mitades se conforma este cubo. La parte inferior, la base, es una la caja sólida, básicamente de columnas de hierro que tiene otra estructura forrada con paneles, cuyo propósito es la protección de la obra. Mientras que en el segmento superior encontramos la pieza de vidrio transparente, la cual posibilita que todas las personas que suben la escalera enclavada en una de las caras del cubo, conozcan y aprecien el funcionamiento de la cámara de rejas.
Para potenciar el acercamiento al cubo y a la historia de la ciudad se realizó un separador vial, en esta zona, el cual posee gráfica informativa del proceso y de la importancia de la obra. Asimismo, más de una decena de palmas ambientan el paseo. Pero sin dudas, uno de los mayores atractivos es que en las noches el cubo funcionará como una caja de luz, la cual funciona con tecnología LED.
Desde ahora las noches capitalinas no solo tienen al faro de El Morro como guía para los viajeros. Esta centenaria maravilla, durante mucho tiempo invisible, ilumina la entrada de la Avenida del Puerto y nos convida a descubrir los reflejos del Centro Histórico desde la Bahía de La Habana.