Carlos Chirinos no esconde su entusiasmo por la música cubana. “Es tanta la riqueza musical de este país —confiesa— que venir hasta aquí es una bendición. No puedo menos que estar agradecido”.
Venezolano de nacimiento, radicado actualmente en los Estados Unidos, Chirinos es un excelente comunicador. Atrapa al auditorio con una conversación ágil y amena, salpicada con anécdotas y referencias nacidas de su amplia experiencia dentro de la música. O para decirlo mejor: en el negocio de la música.
Tras haber desempeñado varios roles en este complejo y competitivo mundo, lo mismo en su país que en circuitos internacionales, ahora comparte sus conocimientos como profesor de la Universidad de Nueva York. Hasta Santiago de Cuba llegó invitado por los organizadores del Manana Cuba Festival y en el evento dictó una conferencia y compartió con artistas, productores y promotores, tanto de la música tradicional como de la llamada música urbana. Allí nació esta entrevista.
“Yo creo que las oportunidades para Cuba son infinitas en el mercado internacional”, dice sin ambages. “Hay un talento y un potencial increíbles y también una gran historia. Pero también hay muchos retos y no dependen solo de la industria musical y sus mecanismos, sino también de las realidades de Cuba en particular”, apunta.
“Hablo de los condicionantes sociales, económicos, tecnológicos, que no pueden desconocerse y que influyen tanto en la promoción como en la vida de los músicos. En cualquier caso, lo importante es que los artistas, los productores y emprendedores cubanos estén al día con las últimas tendencias para que cuando exista la oportunidad ya sepan cómo funciona la industria y puedan obtener los mayores éxitos. Por eso vine hasta acá, a compartir con ustedes lo que he aprendido hasta hoy”.
Periodista: La apertura de Cuba no solo con respecto a los Estados Unidos sino a todo el planeta, ha convertido al país en un escenario de moda, apetecible para muchos músicos foráneos, lo mismo rockeros que cantantes de pop o DJ’s. ¿En qué medida cree que esta situación ayude a la inserción de la música cubana en nuevos circuitos comerciales?
Carlos: Puede que sea una moda pero es también una gran oportunidad, porque los artistas establecidos que vienen acá tienen la posibilidad de compartir con los músicos cubanos, de descubrir lo que sucede en la Isla más allá de los géneros y las figuras conocidas, así que hay mucho talento que puede y está siendo expuesto. Es lo que pasa, por ejemplo, con los DJ’s en el caso de la música electrónica. Los DJ’s tienen la capacidad de exponer la música en otros mercados, en los que probablemente la música cubana no es tan conocida.
Tampoco se puede desdeñar la influencia que este fenómeno puede tener en los músicos cubanos, el impacto de ver a otros artistas haciendo su trabajo, de saber cómo usan la tecnología, qué tendencias musicales privilegian. Todo ello propicia una visión diferente de la música, una mezcla que puede contribuir a la innovación.
En Cuba hay un valor que me parece insuficientemente explotado todavía: el turismo. La industria de la música no tiene que ver únicamente con vender los discos, con vender las grabaciones. El turismo es una buena vía porque como industria depende mucho de la cultura, del entretenimiento y de la música en particular. Es un punto de atracción, que funciona sin dudas para el caso de Cuba. Eso es algo que hay que tomar en consideración y que hay que aprender a utilizar adecuadamente, con inteligencia, de manera estratégica para promover y vender la buena música cubana.
P: Pero, ¿no entraña eso el riesgo de acentuar determinados estereotipos de la imagen de la música cubana fuera de Cuba, acentuados con fenómenos como el del Buena Vista Social Club? ¿Hay reales oportunidades de inserción internacional para expresiones y tendencias musicales que no respondan a esos estereotipos?
C: Claro que sí. A mí, por ejemplo, me parece que acá hay muchas posibilidades con la llamada música urbana, en particular para mercados como el del Caribe y también el de los latinos en los Estados Unidos.
Al europeo la música urbana latina por lo general no le interesa, al menos no tanto como el Chan Chan y el resto de la música tradicional que se vende en Europa. En cambio, el mercado de la música latina es otra cosa, es un mercado en expansión en el que los artistas de acá tienen un por ciento de participación muy baja en la actualidad pero en el que el repertorio de la música cubana siempre ha tenido un nivel muy alto de proyección y aceptación. Ahí está el potencial.
En ese mercado no interesa tanto la música tradicional, porque está en sus raíces, no es una novedad ni un incentivo turístico hacia dentro, como sí lo es para los europeos. En cambio, el reguetón, el hip hop, las fusiones intergenéricas de la música urbana sí tienen éxito y por ende un potencial de posicionamiento en sitios como México, que es un mercado muy grande para la música hispana, como Estados Unidos con la tríada Miami-California-Nueva York, como el circuito del Caribe con Colombia, Venezuela, Panamá, Puerto Rico y Dominicana. Hacia allí me parece que deben dirigirse los esfuerzos.
P: ¿Cuál sería entonces la clave para que estos artistas de la música urbana y alternativa de Cuba logren insertarse en esos mercados?
C: Pues el mercado de la música depende mucho de la innovación, y hasta de la sorpresa. Uno nunca sabe de dónde va a salir un hit, la canción que pega o el performance que te da a conocer ante la industria y evidencia tu calidad. Depende de muchos factores que no son teóricos. En cualquier caso, la principal perspectiva es la calidad. Los artistas en lo que deben concentrarse es en la calidad de su producto.
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Que me disculpe Carlos Chirinos, el potencial de la musica cubana esta en “la musica cubana!!!” La de los Van Van, La Reve, Maykel Blanco, El Noro, Alexander Abreu y muchos mas. Mucho talento musical, y a la larga eso es la que cuenta.
David Leyva desde cuando la “música cubana” es un monolito cerrado de timba? Música cubana es tanto la timba, como la trova, como el rock and roll hecho en inglés desde Cuba. Dejemos los estereotipos aún lado. Esos grupos que tu mencionas, no sé, a mí no me representan, ni siquiera los Van Van que desde hace décadas viven del nombre. Y sí, aunque tampoco me guste creo que ahora mismo el potencial lo tiene la música urbana, sobre todo porque es de nuestras representaciones la que mejor ha podido posicionarse internacionalmente
El potencial COMERCIAL… de la ‘música’ cubana. La palabra música sobra, en realidad. Y por ende, se desbarata todo el titular.
La música que se hace en Cuba hoy en día (incluso la que supuestamente es más elaborada, como la trova, el jazz… excluyendo quizás la clásica) es MUY POCO INTERESANTE.
La demagogia y la propaganda del talento se comen tan siquiera la intensión de producir algo tan rico y plural, como fue la MBP (Música Popular Brasileña) que hizo tantas cosas grandes que incluso con la pobreza que hoy la azola tiene un baúl infinito de cosas aún por explorar.
La época de las grandes canciones, incluso bailables pasó. Y no puede ser de otra manera. El arte no escapa a las crisis sociales. Las sufre intensamente.
La preparación académica de los músicos y su ejecutoria, no puede confundirse con la calidad. En le mejor de los casos los músicos son como deportistas que sólo usan los músculos.
Los grupos musicales y cantantes se mutiplican como los peces. ¡Todos quieren cantar! Porque es algo que ‘da’. ¿Pero cuántos CANTAN? (incluso cuando tienen potencia vocal, que no se puede confundir con calidad del timbre, afinación y mucho menos capacidad interpretativa).
Las letras padecen la pobreza intelectual de los que la producen.
Hay un mimetismo muy marcado y los referentes son lo peor de la ‘industrial culturales’ mexicano-miamense. Todos quieren parecerse a esas estrellas. En el casos menos extremo a algunos artistas de los EUA (que ya casi no se oyen y lo que se oye es sumamente monótono).
De los medios – que no participan del negocio, sólo lo impulsan – sólo oímos elogios. Loas. Exaltaciones. Para no variar. Sin embargo, una mirada más aguda sobre el mundo musical nos revelará una escena musical sucia intelectual y éticamente hablando.
La opinión de arriba es la de un comerciante, al que no le importa por dónde le entra el lucro.