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Días atrás fue noticia la desconexión y posterior salida de la mayor de las centrales flotantes turcas que permanecían en Cuba. Se debió, según la escueta información oficial, a “razones comerciales”.
La partida de la Suheyla Sultan, fondeada hasta entonces en la ensenada de Melones, en La Habana, supuso la pérdida de 240 MW, una cifra importante en medio de la crisis energética que sufre la isla, agudizada en los últimos meses.
Esa central flotante había llegado a Cuba más de dos años atrás para completar un parque de ocho unidades de distintas capacidades de generación. Lo hizo a manera de alquiler, como parte de un acuerdo entre el Gobierno cubano y la compañía Karadeniz Holding, de Turquía, en marcha desde 2019.
Estos equipos estuvieron instalados en las bahías de La Habana, Mariel y Santiago de Cuba y llegaron a aportar más de 600 MW en su conjunto. Sin embargo, en 2023 se marcharon las dos primeras “en correspondencia con lo pactado en los contratos”, según informó entonces el ministro de Energía, Vicente de la O Levy.

Luego, en 2024, partieron otras hasta que quedaron solo dos en la capital, de acuerdo con lo explicado por el propio ministro durante las sesiones parlamentarias de diciembre. En esa ocasión, De la O Levy achacó la salida a la “imposibilidad de cumplir los compromisos de pago por la ausencia de divisas”.
Hasta el momento no se ha hecho público el monto pagado por Cuba por el alquiler de estas plantas, aunque expertos independientes —basados en informes de otros países— estiman un costo millonario. Sin embargo, las autoridades de la isla han defendido su renta como un “buen negocio” en el prolongado escenario de crisis económica y energética.
En 2025
Tras la partida de la mayoría de las patanas, las dos que quedaron en funcionamiento, según diversas fuentes, fueron la mencionada Suheyla Sultan, identificada en los reportes oficiales como la “patana de Melones“, y la Erol Bay, con una capacidad aproximada de 63 MW y conocida como la “patana de Regla“, por su ubicación en ese municipio habanero.
Ambas se habían mantenido generando a lo largo de 2025, aunque con dificultades y paradas —parciales o totales— crecientes debido a la falta de combustible, un problema que ha golpeado con fuerza la generación de electricidad junto a las continuas roturas de unidades térmicas.
Ya en mayo, la posibilidad de una inminente partida de esos equipos fue desmentida por el Ministerio de Energía y Minas (Minen) tras días de rumores en las redes sociales y publicaciones en medios de prensa. Esas especulaciones habían sido alimentadas por la llegada a La Habana de un carguero empleado para mover grandes tonelajes como los de las centrales flotantes.
Por demás, Jesús Abad Vigoa, viceministro primero del Minen, había reconocido poco antes como “un riesgo latente” la posibilidad del retiro de las patanas “ante las dificultades para honrar sus compromisos monetarios”, lo que dio más verosimilitud a especulaciones que terminaron por confirmarse parcialmente pocos meses después.
Luego, en julio, nuevamente ante el parlamento, De la O Levy aseguró que el Gobierno había ejecutado “pagos mínimos para mantener las patanas generando durante julio y agosto”, aunque finalmente la Suheyla Sultan no demoraría en partir.

En ese momento, el titular de Energía y Minas precisó que de las ocho patanas que alguna vez tuvo la isla se habían retirado cinco, lo que elevaba a tres las que seguían en Cuba, aunque solo se informaba regularmente de dos en los partes de la Unión Eléctrica (UNE).
La tercera, al parecer, era la Belgin Sultan, también llamada KPS-57, una pequeña patana de apoyo, no empleada habitualmente en la generación, en la que el pasado septiembre se produjo un incendio que dejó dos fallecidos —ambos turcos— y varios lesionados. La misma habría permanecido en La Habana, a la sombra de las otras dos.
¿Y ahora?
Luego de la desconexión de la mayor de las centrales flotantes, la UNE ha vuelto a referirse a la patana de Regla, que presumiblemente se mantendría generando más allá de los problemas con el combustible que puedan paralizar sus motores.
Esta sería, según los cálculos lógicos, la única planta de este tipo que seguiría operando regularmente en Cuba.
La novedad es que esta semana se ha comenzado oficialmente a mencionar una patana de Melones, a pesar de que la que hasta hace poco era llamada de esa forma ya no está en la isla. En el parte del pasado martes se le identificó como la KPS56, a la que ese día debían conectarse siete motores y aportar 45 MW, aunque al parecer ello ocurrió el pasado miércoles.
¿Cuál es entonces esta central flotante?
Pues se trata de la Cankuthan Bey, según comprobó in situ nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez. Allí se encuentra fondeada junto a la ya referida Belgin Sultan.
Hablamos de una patana que llegó en diciembre después de la salida de otras centrales y generó rumores y expectativas. Sin embargo, la UNE aseguró entonces que solo estaba de paso por aguas habaneras, donde se le realizarían “trabajos de puesta en marcha de sus unidades” y, una vez terminadas dichas labores, se marcharía de la isla. No queda claro si finalmente lo hizo.
De acuerdo con información disponible sobre ella, la Cankuthan Bey tiene una capacidad de 80 MW, un tercio de lo que podía generar la Suheyla Sultan, aunque superior a la de la patana de Regla. De aportar el máximo de su capacidad, algo que dependería también de la disponibilidad de combustible, aliviaría parcialmente el vacío dejado por la central recién desconectada.
Hasta el momento, las autoridades cubanas no han brindado detalles públicamente sobre su puesta en marcha ni el tiempo que se mantendría en operaciones, como tampoco han explicado en profundidad lo sucedido con la Suheyla Sultan, más allá de decir que su desconexión se debió a “razones comerciales”.
Con ella serían nuevamente dos las centrales flotantes en funcionamiento en La Habana y tres si se cuenta la Belgin Sultan, cuya capacidad nominal sería mucho menor. De no aclararse nada al respecto de manera oficial, en las próximas semanas y —ojalá— meses podrá comprobarse cuál podría ser su aporte y trascendencia en medio del precario escenario energético de Cuba.