El aporte de la Economía Social y Solidaria para construir socialismo en Cuba (II)

Algunos ejemplos del sector privado cubano echan por tierra la imagen de que se trata solo de negocios de baja tecnología y profesionalidad, cuyo único objetivo es generar riquezas para sus dueños.

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Al menos dos factores sugieren la pertinencia de la Economía Social y Solidaria (ESS) para Cuba en la actualidad. Por un lado, la diversificación de su matriz productiva y los cambios sociales acontecidos requieren un enfoque productivo y distributivo más descentralizado, en el que diversos actores intervengan de manera más responsable y articulada. Las estrategias de desarrollo local surgen sobre todo de la base, conducidas por los gobiernos territoriales, y las alianzas público-privadas potencian los recursos y las personas. Todos esos elementos caracterizan la ESS.

Por otro lado, la respuesta a la COVID-19 ha demostrado el poder de un gobierno central fuerte y decidido, capaz de movilizar los recursos necesarios para salvar al país. A la vez, se ha evidenciado la fuerza de las iniciativas privadas y comunitarias, en alianza con el sector público, y la reinventiva del campesinado y el empresariado privados para superar las dificultades. La alianza público-privada está en la base de la ESS.

El desplome del turismo, las dificultades de acceder al comercio mundial y a las inversiones extranjeras, así como un bloqueo estadounidense cada vez más recio y abarcador, obligan a planificar un crecimiento económico basado más en el mercado local, en nuestros recursos endógenos —incluyendo los humanos— y en el compromiso social. Igualmente, la descentralización de la actividad económica es un componente de la ESS.

Según Naciones Unidas, muchas empresas y organizaciones de la ESS han respondido de diversas maneras a la pandemia de la COVID-19. Estas incluyen reconvertir su producción de acuerdo con las necesidades de la emergencia, proteger la salud de grupos vulnerables, suministrar comida y equipos de protección, apoyo financiero, cultura y arte, recolocar cadenas de suministro, etcétera.

Los medios de prensa cubanos han resaltado los donativos de campesinos y cooperativistas de productos del agro a instituciones sociales y centros de salud, incluyendo hospitales, hogares de ancianos e instalaciones que albergan a personas vulnerables a la COVID-19. Se destacan las experiencias de un grupo de negocios privados y cooperativos que, en medio de la pandemia, se han adecuado para seguir operando con compromiso social y en alianzas público-privadas.1 Algunos ejemplos son los siguientes:

Lo anterior no quiere decir que todos los emprendimientos del sector privado y cooperativo hayan abrazado la Resposansabilidad Social Empresarial (RSE) en tiempos de pandemia. Pero la variedad de iniciativas de estos ejemplos remite a la creatividad del sector privado cubano, aun con todas sus limitaciones, y echa por tierra la imagen de que se trata solo de negocios de baja tecnología y profesionalidad cuyo único objetivo es generar riquezas para sus dueños. El sector genera empleo en esferas tradicionales, pero también en emergentes.

¿Cuánto más pudiera hacerse mediante alianzas entre trabajadores privados e instituciones estatales en una etapa post COVID en Cuba? Un terreno propicio podría ser agilizar o mejorar la experiencia de compra en las plataformas estatales de comercio electrónico. En Wuhan, China, el epicentro de la COVID-19, en medio de la cuarentena resultó fundamental el apoyo de los repartidores y los servicios de mensajería a domicilio y/o a instituciones.

Alianzas posibles entre privados y estatales contra la Covid-19 en Cuba

Sistemas sostenibles de alimentación local han visto un significativo crecimiento en muchos países, incluyendo prácticas “de la finca a la mesa” de restaurantes y hogares con entrega a domicilio. En Cuba conocemos interesantes experiencias en Pinar del Río y La Habana. Un enfoque de ESS, al que se incorporarían los productores en patios familiares y comunitarios, podría contribuir grandemente a la seguridad alimentaria local.

Otra posibilidad es la reconversión de las actuales cooperativas de mercados agropecuarios —comercialización minorista de productos del agro—, que después de más de un lustro de creadas no han solucionado los problemas de acceso a productos con mayor calidad y menores precios en cooperativas de consumidores-comercializadores. Esta propuesta permitiría reducir los gastos de la familia cubana por concepto de alimentación.2

Alcanzar el potencial pleno de las empresas de la ESS para la recuperación dependerá de la voluntad de los gobiernos de codiseñar y coimplementar políticas públicas y planes de recuperación con un enfoque multiactoral.

La ESS en la “nueva normalidad”

En tanto la interacción humana y las relaciones sociales sean amenazas para la salud, la actividad económica no puede regresar a la vieja normalidad. Las personas serán reacias a congregarse en restaurantes y bares, asistir a conciertos y consumir en lugares públicos. Por todo esto, se generan tensiones correspondientes a las nuevas contradicciones, que demandan herramientas y políticas diferenciadas e innovadoras. Una nueva normalidad que preserve la salud humana, sin sacrificar el desarrollo económico y social.

Necesitamos impulsar la responsabilidad social y medioambiental si queremos que la ideología del capitalismo no se reproduzca en el sector privado y cooperativo. También fortalecer y democratizar la empresa socialista, impulsar las cooperativas genuinas, asociaciones de la sociedad civil e instituciones presupuestadas (como las universidades), promover el desarrollo científico y técnico de todas las formas de propiedad, y fomentar las alianzas para llevar a cabo proyectos de desarrollo local inclusivos.

La ESS sirve como motor de desarrollo local, articulando las diferentes formas de propiedad, comunidades y gestores del conocimiento, como universidades y centros universitarios municipales, bajo la conducción estratégica del gobierno local. Muchas de las entidades de la ESS están arraigadas en sus comunidades, donde desempeñan un papel esencial en el desarrollo sostenible y la gobernanza local.

La economía social permite aprovechar mejor los recursos, aumentar exportaciones, reducir importaciones, restaurar el medioambiente, aumentar la resiliencia local y la identidad territorial. Las entidades de la ESS fueron pioneras en impulsar la economía circular, transitando de producciones con grandes emisiones y desperdicios hacia sistemas que aprovechan sus residuales y recursos de manera más eficiente y sostenible. Ahorran capital natural y protegen el ecosistema.

La ESS es también clave para desarrollar soluciones innovadoras a problemas globales que desafían a muchas comunidades alrededor del mundo. Promoviendo conocimientos compartidos, soluciones innovadoras y buenas prácticas, se presta a intercambios y aprendizajes conjuntos. En esos intercambios en América Latina, América del Norte, Europa y Asia hemos identificado experiencias positivas, buenas prácticas, avances y recursos de las diferentes corrientes de la ESS. De ellas podemos nutrirnos.3 Se ha comprobado la posibilidad de escalar los impactos de la ESS a través de la oooperación Sur-Sur y triangular, un instrumento estratégico para apoyar prácticas innovadoras de ESS adaptables a las posibilidades y contextos locales en diferentes partes del mundo.4

Los éxitos de la autogestión están mediados por la “lotería” de beneficios y perjuicios territoriales, la dotación de recursos, la capacidad para establecer relaciones horizontales entre territorios y sectores, así como por las vías para solucionar demandas y necesidades municipales. La ESS puede ayudar: el Estado central y los territorios pueden redistribuir y canalizar de manera diferenciada recursos hacia territorios “opacos”, favorecer a comunidades y grupos vulnerables mediante políticas fiscales y precios beneficiosos.

Las estrategias de desarrollo local pueden detectar oportunidades y recursos ignorados u ociosos para poner en uso de manera inclusiva y movilizar recursos externos de fuentes hasta ahora desaprovechadas. Los proyectos de desarrollo local deben incorporar la dimensión social y ambiental, establecer indicadores y aplicar el triple balance empresarial: económico, social y ambiental.

Los cambios de política económica pueden contribuir grandemente a la ESS, pero no es necesario esperarlos para impulsarlas a escala local y comunitaria. Se requiere pasar de los prejuicios entre privados y estatales al juicio informado; de la solidaridad espontánea a la responsabilidad social sistémica; de la producción basada en importaciones a la movilización de recursos endógenos y la búsqueda de oportunidades para exportar; de la carencia de capital de inversión a la movilización de las finanzas populares, comunitarias y de remesas productivas. Debemos romper los estancos asociados a las formas de propiedad, movernos a la articulación estatal-cooperativo-privado hacia el desarrollo integral territorial.

Las entidades de la ESS crean oportunidades mediante la acción colectiva, extienden la protección mediante la ayuda mutua y empoderan a las personas y comunidades mediante la gestión colectiva y participativa de sus miembros. La ESS es clave en el empeño de que “nadie se quede atrás” en nuestro país.

Tanto en este texto como en el anterior, he tratado de demostrar cómo las medidas de relanzar la economía en las condiciones desventajosas que se nos imponen tienen como impacto indeseado agudizar las desigualdades económicas y sociales ya existentes. Al asumir consciente y articuladamente la Economía Social y Solidaria (ESS) y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), el país tendría más herramientas para enfrentar los desequilibrios e impulsar el desarrollo económico local inclusivo, en el marco de la construcción del socialismo.

Notas

1. Programa OASIS del Proyecto Cuba Emprende en alianza con la Consultoría Auge, mayo de 2020. Emprendedores responsables, un jaque a la COVID-19. Iniciativas de apoyo social. Ediciones I y II.

2. Yordany Landa de Saá, et. al. (2017). “Cooperativas de consumidores: una propuesta para reducir los gastos de la familia cubana por concepto de alimentación”, en Construyendo socialismo desde abajo: la contribución de la economía popular y solidaria, compilador Rafael Betancourt, Editorial Caminos, La Habana, 2017.

3. Betancourt, Rafael. (2018). “Avances de la economía social y solidaria en áreas urbanas: lecciones para Cuba”. V Taller de Estudios Sociales del Trabajo “Inclusión social y trabajo en la Cuba actual”. Simposio Nacional CIPS 2018, 16-19 de octubre de 2018.

4. Betancourt, Rafael. (2016). “El impulso desde la Cooperación Sur-Sur y Triangular a la Economía Social y Solidaria en Cuba”, en Centro Internacional de Formación de la OIT (CIF-OIT), Academia sobre Economía Social y Solidaria. 7ª edición, compilación de artículos, pp. 24-31, Turín, Italia, 2016.

 

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