El Sistema Flora y Fauna es un grupo de empresas dedicadas a conservar y desarrollar los recursos naturales de las áreas protegidas y el fondo genético equino del país, con una estrategia de uso sostenible, que tributa al desarrollo medioambiental de las áreas rurales.
Este sistema está integrado por la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, la Empresa para la Conservación de la Ciénaga de Zapata, la Empresa Pecuaria Maraguán, el Parque Zoológico Nacional, el Parque Jardín Zoológico de la Habana y la Empresa Comercializadora y Exportadora ALCONA S.A.
Tiene a su cargo la administración de 77 áreas protegidas de diversas categorías que abracan más de 1 200 000 hectáreas de tierra.
Sus líneas y políticas principales están dirigidas a desarrollar programas de conservación y manejo de la flora y la fauna en áreas protegidas, desarrollar el fondo genético equino del país y desplegar proyectos para la producción agropecuaria e industrial de alimentos. También ofrece servicios turísticos especializados en la naturaleza en las áreas protegidas.
Con su Especialista Principal en Comunicación y Relaciones Públicas, Liliet Bautista, conversó OnCuba durante FIHAV2014, sobre sus principales líneas de negocios y productos exportables.
“Nuestra empresa propone el Turismo Especializado en Naturaleza, cuyas principales modalidades son: turismo ecuestre, senderismo, ecoturismo, agroturismo, pesca al fly, entre otros. Los programas de cría de cocodrilos, avestruces y otros animales en cautiverio son otras de nuestras principales líneas de negocios. Trabajamos también en un programa de desarrollo del equino deportivo, del ganado ovino y caprino, y en otro de desarrollo del carbón vegetal y sus subproductos. Producimos cabañas de madera entre otras construcciones rústicas”, comentó la especialista.
¿Qué papel desempeña ALCONA S.A en estas negociaciones?
ALCONA S.A es una Sociedad Mercantil mediante la que comercializamos nuestros productos y servicios. Mediante ella exportamos de forma controlada y sostenible los excedentes de los programas de conservación de nuestra flora y fauna y de las producciones de la Empresa Nacional con la finalidad de encontrar financiamiento para los proyectos de conservación en 72 áreas protegidas.
Entre estos proyectos se destacan la silvicultura, los rescates de especies amenazadas en peligro de extinción de los ecosistemas terrestres y marinos y algunos programas de desarrollo genético como el equino con catorce razas puras y los vacunos raciales. A través de ALCONA S.A exportamos el carbón vegetal, bajo el nombre comercial de Carbex. Además de las exportaciones ofrecemos servicios de saneamiento vegetal y tenemos ventas internas de artesanías especializadas, construcciones rústicas, entre otros.
La destrucción de nuestro patrimonio ecológico comenzó poco después del triunfo de la revolución en 1959, con la implementación de la reforma agraria, la agricultura estatal y la colectivización forzada. Al convertirse el Comandante en el único terrateniente del país, no quedó nadie a quien responder por los fallos, la mala administración, la negligencia, y la total ignorancia del uso adecuado y la explotación sostenible de los recursos vitales. Esta degradación medioambiental se intensificó durante el llamado “período especial” de los años 90’s, cuando la maltrecha economía del régimen sufrió los efectos del fin del subsidio soviético, y Castro anunció que los recursos naturales del país serían utilizados “al máximo posible”, en anticipación de un colapso económico y la implementación del plan Opción Cero, provocando un giro hacia un ecologismo marxista y más radical.
De acuerdo a datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el daño provocado en el medio ambiente cubano es palpable: la erosión y salinización de los suelos; la contaminación de ríos y bahías; la desaparición de una buena parte de nuestra flora y fauna, y sobre todo, la deforestación. La bahía de La Habana es una de las más contaminadas del mundo, afectada por hidrocarburos, el plomo y el ácido clorhídrico. El oriental río Cauto, el más largo de la isla, ya no puede contener vida propia: es una cloaca de de aguas salobres y envenenadas. Otros ríos como el Almendares, el Zaza, el San Pedro, el Toa y el Cuyagüateje tienen sistemas rinícolas destruidos por el vertimiento de residuos urbanos y agropecuarios. El famoso Salto del Hanabanilla se ha secado totalmente, y ya no existe. Las matanceras Cuevas de Bellamar, otrora orgullo de la espeleología cubana, han sido convertidas en depósitos de armamento, explosivos y productos químicos, alterando su delicado ecosistema. La hermosa playa de Varadero, una de las más bellas del mundo, ha visto la extracción de miles de toneladas de su fina arena para ser usada en la construcción.
Creado en 1994, en pleno período especial, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), dirigido por la veterinaria Rosa Elena Simeón hasta la muerte de ésta en el 2005, ha sido el organismo encargado de dirigir y ejecutar el abusivo programa ambientalista del régimen, despilfarrando y arruinando nuestra ecología.
Al igual que los ríos, las playas y el manto freático, los bosques de Cuba han sufrido las consecuencias fatales de una política ecológica brutal y chapucera. En 1959, el país poseía un gran número de regiones boscosas, entre ellas la Sierra Maestra, la Sierra del Escambray, la península de Guanacabibes, la Cordillera de los Organos y la Ciénaga de Zapata. Los abundantes árboles eran un estorbo para las nuevas técnicas de la agricultura estatal de 1960, provocando una tala indiscriminada, sin tener en cuenta el inmenso daño ecológico que esto podría causar.
En octubre de 1967, cerca de Bayamo, comenzó la mayor destrucción de bosques naturales y maderas preciosas en la historia de la isla. La llamada “Brigada Invasora Ché Guevara” utilizó tanques de guerra y explosivos que, con fuertes cadenas, arrasaron bosques enteros. Este criminal proceso de deforestación destruyó miles de árboles que eran también refugio de faunas autóctonas que desaparecieron junto con los árboles. Más tarde, durante el período especial, muchos de los pocos árboles que aún quedaban fueron sacrificados para fines energéticos. Cuba, según reportes del PNUMA, es ahora el cuarto país que más riquezas forestales ha perdido en el mundo.
En los últimos 48 años, unas veinte especies de pájaros cubanos han desaparecido o se encuentran en peligro de extinción, entre ellos el carpintero real y el gavilán cagüarero. Otras especies de lagartos, peces y reptiles han corrido igual suerte. De acuerdo a reportes de observadores extranjeros, el ex-Director del Centro Nacional de Áreas Protegidas, Comandante Guillermo García Frías, ha lucrado ilegalmente por décadas con la venta ilegal de fauna salvaje cubana, exportando raros mamíferos a coleccionistas europeos.
Haciendo caso omiso de acuerdos firmados por funcionarios castristas en las dos Cumbres de la Tierra, la de Río de Janeiro en 1992, y la de Johannesburgo en el 2002, los alardes propagandísticos de protección medioambiental del régimen ocultan hipócritamente la realidad de la ruina de nuestra geografía.
Gracias a Flora y fauna, esa que tanto bombo y platillo le dan ahora, tenemos en Cuba animales que no son originarios de la isla y que de una manera u otra ayudan a destruir nuestro ecosistema: tenemos Capibaras, unos grandes roedores acuaticos procedentes de sudamerica, bufalos asiaticos, violentos y destructores de las zonas costeras de Pinar del Rio y Ciego de Avila, monos en una isla con acceso limitado, jabalies y no hablar de los peces: clarias, paiches y otras que gracias a dios no llegaron a reproducirse, como el guapote tigre, regalo de Daniel Ortega y que se come a sus propios hijos si tiene hambre, la perca del Nilo, regalo de Mengitsu Haile Marian, el exdictador de Etiopia. Como dice el refran: calladito te ves mas bonito. Pregunta aparte: que tenian que ver unas estatuas de marmol apiladas las unas contra las otras frente a la oficina de Managua en los años 80?, que yo sepa esas esculturas nada tenian que ver con flora y fauna.