Dejar sin efecto la exoneración del pago de impuestos a las mipymes de nueva creación, con independencia de si surgen de una reconversión de Trabajadores por Cuenta Propia (TCP) o si son totalmente nuevas, es una de las medidas anunciadas por el Ministerio de Financias y Precios (MFP) argumentando el objetivo de incrementar la recaudación tributaria. Sin embargo, esta medida no favorece el incremento de los ingresos del presupuesto, sino todo lo contrario. Constituye un formidable desincentivo para el surgimiento de nuevas mipymes a partir del año próximo. Y contribuye, eso sí, a que de aquellas que surjan sobrevivan un porciento menor.
Como resultado, no crecerá la base imponible al ritmo que podría, porque no crecerán los contribuyentes y, por tanto, no aumentarán los ingresos tributarios en toda su potencialidad. El MFP prioriza la captación a corto plazo, sepultando lo estratégico.
El argumento tributario aducido como respaldo de esta medida es técnicamente frágil. Sin embargo, colocado en el contexto de otras medidas, tales como la interrupción inexplicada del ritmo de aprobación de nuevos actores; los topes de precios sin fundamento económico aplicados por varios gobiernos provinciales; el peligro de una cacería discrecional bajo el concepto impreciso de “precios abusivos”; declaraciones de altos funcionarios sobre la necesidad de retomar el papel principal del sector estatal –como si ello hubiera mermado por un segundo)–; articulistas de medios oficiales encabezando nuevas cruzadas; puntos de alto interés debatidos en la Asamblea que no se transmitieron… en realidad parece más un pretexto para frenar “la amenaza” implícita en el surgimiento de nuevas mipymes.
¿Alguien verdaderamente piensa que 5 000 pequeñas empresas son suficientes para todo lo que hay que tejer y crear en materia de encadenamientos productivos en Cuba, de lo cual es el propio sector estatal el principal beneficiario? No hay otra amenaza que la supervivencia misma de un país.
Otra de las medidas anunciadas por el MFP, pretende modificar la base imponible del impuesto sobre las ventas y servicios de las mipymes, estableciendo que se aplique al total de ventas mayoristas y minoristas, en lugar de sólo a las minoristas, como era hasta el momento.
Esta medida, en efecto, sí amplía la base imponible, pero es altamente inflacionaria. Gravar las ventas mayoristas (que funcionaría como un IVA) obligará a cada eslabón de la cadena a tributar por estas ventas, lo cual muy probablemente terminará trasladándolo al precio de su componente. El resultado acumulado será un efecto multiplicador sobre muchos de los precios de bienes y servicios finales, tanto privados como estatales, lo cual está en frontal contradicción con los objetivos antinflacionarios anunciados por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP).
¿Quién pagará verdaderamente ese impuesto? El consumidor final. El mismo que está pagando el caos de precios resultante de un ordenamiento trunco, y de la inacción posterior de la política monetaria. ¿Qué más se le va a añadir a los precios?
Una vez más una política con enfoque RENTISTA se impone por sobre una basada en la idea del FOMENTO. Pero las fuentes para la extracción de rentas en el modelo imperante ya están agotadas. Sin políticas de fomento claras y determinadas jamás vamos a salir de la estanflación en la que estamos sumidos, mucho menos aspirar a progresos en la estructura productiva.
Sin fomento no crece la oferta, sin oferta no hay remedio con la inflación. Sin fomento no hay crecimiento de contribuyentes, que es la única vía para aumentar -algo más que marginalmente- la base imponible y los ingresos tributarios. La Asamblea Nacional debió discutir, en cambio, qué nuevos incentivos debían aprobarse para estimular a los sectores priorizados. Esto es a, b, c.
Este tema no puede pasar al olvido. Constituye un error. Demuestra nuevamente incoherencias en la política económica, ausencia de consensos claves que deben ser dirimidos de una vez.
Si lo que se persigue es sacar al país de esta profunda crisis económica, política y social, se requiere firmeza en el propósito y alcance de esta reforma, cuyas bases fueron aprobadas por una abrumadora mayoría de la población, en un ejercicio democrático sin precedentes, estructurada y ratificada luego por tres Congresos del Partido.
Ahora, si el objetivo es cavar más profundo en la trinchera ideológica, sin importar la gravedad de las condiciones para la reproducción de la vida material, sin importar el descrédito de los discursos, los documentos, los congresos, las instituciones, sin reparar en la gravedad de los impactos irreversibles del éxodo migratorio, entonces no hay problemas: las señales de retroceso enviadas son coherentes.
Aquellas personas que, con ese empecinado dogmatismo (que no produce comida) aún intentan secuestrar, coartar y reprimir esta reforma –amenazante y riesgosa, sí, pero necesaria y urgente–; aquellos que parapetados tras puestos o medios oficiales etiquetan, estigmatizan y desvirtúan, al más puro estilo sectario, hay que confrontarlos. La contrarreforma puja por instalarse nuevamente. No se puede permitir. El país agoniza. No se puede naturalizar la triste vida de colas y escases a que se enfrentan hoy mayoritariamente nuestros adultos mayores. Ese no puede ser el futuro.
Posdata: El bloqueo del gobierno de EEUU existe, se ha recrudecido en los últimos años, estrangula severamente la economía, condiciona la solución de muchos de nuestros problemas, es injusto e inmoral, no sirve ni a sus propios intereses. Pero, no estoy hablando aquí del bloqueo que es una variable exógena, sino de lo mucho que se puede hacer internamente, a pesar de este.
*Este texto se publicó originalmente en la cuenta de Facebook de su autor. Se reproduce con su autorización expresa.
Me parece muy acertado, profesional, coherente y progresista el artículo. Felicito al autor del mismo modo en que me placería felicitar a quienes comprendan las decisiones erróneas antes de que sea el caos resultado de las mismas.