|
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Nos reencontramos otra vez por videollamada. Se nos han hecho habituales esta conversaciones en las que intentamos hacer balance de la situación económica del país. Son diálogos que dan continuidad a lo que el economista y profesor Juan Triana Cordoví escribe cada quince días en su columna en OnCuba que está a punto de cumplir diez años. ¡No será un récord, pero es una muy buena marca!
- Juan Triana Cordoví: “2024 va a ser durísimo” (diciembre, 2023)
- Juan Triana: “La inestabilidad en la tasa de cambio detiene los negocios y afecta a todos” (junio, 2024)
Diez años diseccionando las políticas económicas, sus logros y sobre todo sus errores; sugiriendo hacia dónde dirigir las miradas y tratando de identificar futuros posibles para la economía cubana.
Felicito a Triana y le agradezco por estos diez años junto a nosotros. Fue en enero de 2016, en pleno “deshielo” de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos que iniciamos su espacio en este diario, con un texto titulado “2016: un año tenso para la economía de Cuba”. Desgraciadamente, cada uno de los años posteriores han sido mucho más “tensos”; insoportablemente “tensos”.
La tenacidad que Triana ha demostrado como intelectual y como ciudadano con vocación de incidir en su realidad inmediata es, para mí, lo más destacable: su pedagogía, su sinceridad, su coherencia.
Él me recuerda aquel momento: “En enero de 2016 fue cuando tú publicaste mi primer artículo. He durado, increíblemente. Muchas gracias”.
—¡Y sin censuras! —juego con él.
—Y sin censuras —ratifica. Pero no se queda callado—: Bueno, eso es parte del acuerdo.
Mi réplica tampoco demora:
—En otros medios te hubiera costado un poco más de trabajo.
—Sí, me habría sido más difícil —admite entre risas.
Luego de este sparring entramos en materia.
La Tarea Ordenamiento: cinco años después
Dentro de pocos días se cumplirán cinco años del anuncio de la Tarea Ordenamiento. ¿Qué significó y qué tú pensaste que podía llegar a ser? ¿Qué ha ocurrido cinco años después? ¿Cuáles fueron sus resultados?
Sobre el Ordenamiento se ha escrito y hablado muchísimo en estos cinco años. Creo que el Ordenamiento intentó cumplir con un propósito que existía desde hacía mucho tiempo: la unificación monetaria, muy importante para cualquier país. Trabajar con dos, tres monedas, es imposible, tanto desde la perspectiva macroeconómica como desde la perspectiva empresarial.
Y lógicamente, esa tarea tenía además la obligación de devaluar la moneda nacional. Y se pensó siempre que esa devaluación podría además traer beneficios a Cuba importantes, sobre todo porque podía estimular las exportaciones cubanas. Y esa sería la manera de compensar los efectos negativos.
Pero no ocurrió eso. Ya todos lo sabemos. Lamentablemente, a nuestro juicio, la Tarea se inició en el peor de los momentos en que se podía iniciar. Eso se ha planteado muchas veces. Porque había una combinación de factores internos y externos que hacían muy difícil que la Tarea pudiera tener éxito.
Lo otro fue que la secuencia, ya no solo de las medidas específicas del Ordenamiento, sino la secuencia del proceso que se estaba llevando a cabo en Cuba no fue la mejor tampoco. Unos meses antes [octubre de 2019] se anunció la creación de una moneda virtual nueva, la MLC, que fue un disparador incluso para diferenciar la tasa de cambio y romper la estabilidad que tenía.
Lógicamente, incidieron también un grupo de restricciones, externas, sobre las cuales Cuba no puede hacer nada, como el bloqueo, y también un grupo de restricciones asociadas a déficits estructurales que tenía la economía cubana.
La devaluación no logró estimular las exportaciones. ¿Por qué? Porque nuestro sistema productivo es muy débil. Una devaluación, automáticamente, por libro, estimula las exportaciones. En Cuba eso no fue posible, porque nuestra estructura productiva es muy dependiente de las importaciones. Y por lo tanto, cuando tú devalúas, lo que haces es también encarecer las importaciones de insumos, que son básicos para poder incrementar la producción y la oferta.
Teníamos una economía, además, con muy poca capacidad para responder a los precios, una elasticidad de precios muy baja para la economía cubana, pues entonces el efecto que la devaluación tenía que tener sobre las exportaciones no ocurrió. Y por lo tanto, esa parte de la Tarea no se pudo cumplir.
Tuvo un efecto contrario. Disminuyó la producción y la oferta. Ahí están los datos, lamentablemente.

¿Qué se ha hecho para corregir las deformaciones?
Cinco años después, ¿qué se ha hecho para tratar de resolver las deformaciones que evidentemente se generaron y qué no se ha hecho?
Mira, hay asuntos que son de largo plazo. La deformación estructural del sistema productivo cubano no se resuelve en un día ni en dos días. Habría que tener una política industrial, una política productiva decidida con impactos directos en determinados sectores que son sectores decisivos. Uno de ellos es el sector de los alimentos, que influye en incrementar la inflación.
Cuba ha crecido en la dependencia de la importación de alimentos en vez de disminuir. Si usted no va a tener una determinada proporción de la oferta de alimentos de producción nacional, le va a ser muy difícil poder corregir ese factor.
Y esto no es un factor de corto plazo, sino de mediano y largo plazo, que tienen que ver con una política industrial, con una política productiva, y que lógicamente tiene que generar determinados vínculos entre las empresas y un ambiente de negocio que estimule a las empresas nacionales a poder producir.
Esto además se combina con otros déficits que tenemos, como por ejemplo la poca autonomía de la empresa estatal o con incertidumbres que se generaron a partir de las medidas concretas que se adoptaron con la tasa de cambio. Hubo personas que perdieron mucho dinero con el cambio. Hubo empresas nacionales y extranjeras que perdieron también dinero con el cambio y por la tasa que se adoptó entonces; ahí hay un factor de incertidumbre que está presente también.
Nosotros hemos insistido mucho en el carácter integral de la reforma. Eso se dice muy fácil, pero es muy difícil de hacer para cualquier gobierno, especialmente para uno que transita por las condiciones en que está Cuba. Tenemos cinco años en que la economía apenas crece y este año no vamos a crecer de nuevo, lamentablemente.
Algo que podía impulsar el crecimiento este año era el turismo, pero Cuba no va a llegar a la meta de turistas ni de ingresos por ese sector.
Nosotros tenemos una habilidad importante para identificar amenazas, distorsiones y trabas. Y tenemos mucha menos habilidad, en realidad, para aprovechar las oportunidades y convertirlas en buenos negocios.

La responsabilidad de los economistas
Yo te oigo hablar siempre en primera persona del plural, o sea, siempre dices: “nosotros no hemos podido”, “no tenemos”, “no sabemos”, etc. O sea, siempre te implicas con lo que está pasando dentro de la economía. Tú eres profesor universitario. Varias veces has sido llamado a formar parte del diseño de las políticas. ¿Fue así para la Tarea de Ordenamiento, o fuiste un espectador en este caso? Y por otra parte, estamos empezando a leer el Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía que recién se ha presentado. ¿De qué manera se puede superar el caos en que derivó el Ordenamiento?
Me has hecho dos preguntas muy difíciles. La primera, ¿por qué uso el plural en primera persona? Bueno, porque sí, yo me siento, primero, parte del país. Segundo, soy profesor universitario, explico estas cosas a mis estudiantes. Tercero, durante muchísimo tiempo y todavía hoy, muchos profesores universitarios han participado en diferentes comisiones, consejos técnicos, han hecho trabajos, han intentado y se les ha pedido que argumenten y argumentemos nuestros criterios con relación a la economía. Yo no puedo desligarme de eso.
No puedo decir “el Gobierno por allá y yo por aquí”. No, porque además sería una mentira absoluta decir que durante mucho tiempo no participamos; no solo los profesores, sino un grupo importante de economistas —en el sentido de la cantidad— escribiendo documentos, proponiendo soluciones, reuniéndose en los consejos técnicos.
Entonces, de alguna forma, ahí participamos. Hoy por hoy, bueno, a mí, por ejemplo, ya no me invitan a tantas cosas. Pero sí, me pasó, y le pasó a otros muchos profesores. Yo siempre digo que los tiempos de los gobiernos y de los académicos son diferentes, y que la evaluación que hace un economista no puede ser la misma que la evaluación que hace un político, porque además tiene otros factores que considerar.
Entonces, evidentemente, de alguna manera, yo he participado. Nosotros, los economistas, hemos participado. Que las medidas que hayamos propuesto y las ideas que hayamos propuesto se hayan tenido más o menos en cuenta, bueno, ya eso es otro asunto. Que depende de otros factores y de otros equilibrios que los gobiernos hacen. Eso no solo pasa en Cuba; pasa en todo el mundo.
Y en ese sentido te pregunto entonces, ¿tú te sientes parte del fracaso?
Claro, claro.
¿Cómo lo procesas?
Como algo que no logré hacer suficientemente bien; en lo que no insistí suficientemente; en lo que no expliqué suficientemente; no hice un esfuerzo mayor para que no pasara. En ese sentido, sí, claro. Alguna responsabilidad tengo, no me la voy a quitar jamás.

El Programa de Gobierno para corregir distorsiones
Hemos publicado un artículo tuyo hace pocos días, reflexionando sobre el Programa de Gobierno para corregir distorsiones… Desgraciadamente, han ocurrido tantas cosas entre el paso del huracán Melissa que ha sacado un poco el foco del análisis sobre este documento, sobre lo que significa. No obstante, hay varios economistas que ya han dicho algo —además de ti, en OnCuba, lo han han hecho Daniel Torralbas y Julio Carranza. El consenso, hasta donde he podido captar, es que este Programa, de la manera en que estaba presentado, tampoco va a resolver los problemas. Tú lo has dicho con todas sus letras: “No creo que este pueda ser el programa que guíe la reforma profunda que necesita nuestra economía ni que sustente nuestros esfuerzos de desarrollo.” ¿Cómo te sientes ahora como analista frente a este Programa?
Mira, yo lo recibí sorprendido. Esta vez sí te puedo decir que me enteré igual que todo el mundo. O sea, cuando ya estaba publicado el Programa, y me sorprendió.
Cuando se presentaron los Lineamientos (2011), había al menos una visión de a dónde se quería llegar. Se hablaba de un país “próspero y sostenible”; otra frase de Raúl Castro, dicha en aquella época, definía también ese horizonte. Era algo así como “seremos más desiguales, pero más justos”.
Bueno, a este Programa que se ha aprobado, para mí le faltan algunos elementos importantes como la visión de país y la actualización de la visión. Hoy este es un país que tiene prácticamente dos millones menos de ciudadanos y estructuralmente, desde el punto de vista productivo, ha sufrido mucho, mucho más que lo que sufrió anteriormente. Hemos tenido realmente pérdidas, o sea, hay que actualizar la visión.
La falta de diagnóstico
Lo otro es que no hay una actualización del diagnóstico de la economía nacional y yo sé que también nos hemos vuelto especialistas en diagnósticos. De hecho, muchas veces a los economistas nos han criticado que lo que hacemos es diagnosticar, pero no ofrecemos soluciones —lo cual no es, a mi juicio, justo, porque si uno revisa la literatura y la bibliografía y los artículos y los eventos en los que han participado muchos economistas cubanos, no solo académicos, uno puede comprobar que están realmente repletos de recomendaciones a diferentes niveles y en diferentes sectores. Si se hiciera un catálogo, nos sorprenderíamos de cuántas recomendaciones se han hecho.
¿Qué es lo que tenemos hoy? ¿Cuál es la economía en la que estamos?
Te pongo un ejemplo. Estoy convencido de que para que nosotros podamos avanzar tenemos que tener un sistema industrial, yo no diría poderoso, pero por lo menos un sistema industrial suficientemente eficiente, productivo.
Hoy se habla mucho de la industria 4.0 que se basa en el conocimiento, en la capacidad que teníamos para producir conocimiento. Esa capacidad que teníamos en los años 80, 90, quizás hasta en la primera década del siglo XXI, la hemos perdido. Hemos sido desangrados, entre otras cosas, porque se ha perdido gente joven y capaz.
Y yo quiero recordar que cuando Cuba tuvo un sistema de industria poderoso, fue después de 20 años de una reforma educacional muy grande, amplia, que primero facilitó el acceso de todos los cubanos a la educación y después a la superación sistemática durante muchos años, con un gasto muy grande del Gobierno; que además experimentó una reforma universitaria, que puso a la educación universitaria en función del desarrollo del país, que creó universidades en todas las provincias de Cuba, que formó decenas y decenas de másteres y doctores.
Hubo incluso una revolución en la escuela primaria. Se introdujeron mejores métodos de enseñanza. Esa fábrica de conocimiento hoy está muy dañada, sumamente deteriorada.
Formar un ingeniero lleva seis años de primaria, seis de estudios medios, son 12; cuatro o cinco de universidades son 17. Y cuando sale, todavía no es ingeniero. Necesita por lo menos tres años de práctica. Así que estamos hablando entre 19 y 20 años. Eso es una inversión de 20 años. Esa es la inversión que hizo Cuba, que hizo el pueblo de Cuba durante mucho tiempo esperando los resultados. Bueno, los problemas económicos que hemos tenido nos han desangrado y prácticamente hemos regalado ese conocimiento a otros países.
¿Cómo hacerlo de nuevo? Es uno de los temas que tenemos que ver. ¿Qué tipo de industria tenemos que tener en Cuba que no sea una industria intensiva en fuerza de trabajo? Lo cual a veces parece un contrasentido porque, por otro lado, necesitamos empleo para la gente. Pero si queremos avanzar, tenemos que ponernos a tono con la economía mundial, con la tecnología del mundo. Si no, seguiremos estando 10, 20, 30 años por detrás.
Hace poco la CEPAL publicó un trabajo donde ubica a Cuba como el país de menos productividad; si mal no recuerdo, incluso por debajo de Haití. Eso es discutible, todo es discutible. Pero realmente, hoy por hoy, nuestra economía no funciona como debería funcionar y no produce lo que debería producir, y yo creo que eso tiene que estar en un diagnóstico que no aparece en el documento, por lo menos en el que se ha hecho público.

Significa que no sabemos lo que pensaron las personas que tuvieron a su cargo planificar, construir este programa, establecer esas metas, esos objetivos. No sabemos a ciencia cierta desde qué análisis de país empiezan, o sea, a qué elementos le dan más importancia, menos importancia.
Si tú no tienes un diagnóstico e identificas cuáles son los elementos que pueden convertirse en factores que promuevan la economía, pues entonces lo que vas a hacer es distribuir los recursos entre todos. Yo creo que tiene que haber un diagnóstico y tiene que haber además un orden, una evaluación, una calificación de cuáles son los problemas decisivos a los que hay que apuntar.
Sin duda, hay que eliminar un grupo de distorsiones. La primera de todas es la distorsión monetaria en Cuba. La segunda es la asignación de las inversiones en Cuba. Ya este año se nota que se ha rectificado: se puso una parte importante de las inversiones en el sistema eléctrico cubano. No es suficiente, pero está ahí.
Hace falta mantener los equilibrios macroeconómicos, sí, pero hay que saber cómo mantenerlos también. Si vamos a tener un déficit equilibrado, un presupuesto equilibrado, a expensas de que disminuyan la producción y la productividad, entonces no estamos haciendo nada. No es sostenible el control de ese déficit.
Son cuestiones que no me aparecen en un documento, que es un documento oficial de nuestro Gobierno, y que se va a someter a la evaluación de la población.
A mí me pareció además una suma de partes. No encuentro dónde va a estar el golpe principal para, de ahí en adelante, ordenar lo demás y hacer una secuencia adecuada.
Son de las cosas así muy rápidas que yo te puedo decir del programa ahora mismo. Yo le tengo que dedicar más tiempo a ese Programa, sin lugar a dudas. Por otros factores que tienen que ver con las arbovirosis y esas cosas, no he podido dedicárselo, pero definitivamente sí tengo que estudiarlo más.

La pobreza en Cuba ¿prioridad?
Desde 2011 hacia acá el país ha cambiado mucho, como tú dices. Uno de los nuevos rasgos más evidentes es que la pobreza se ha convertido en un factor fundamental del perfil de la sociedad cubana. Una pobreza real, una pobreza transversal, diseminada y que en algunos casos se está volviendo insoportable, no solo para quienes la padecen, sino también para quienes observamos el fenómeno. Lo estamos viendo en las imágenes que nos dejó Melissa: hemos visto cómo vivían decenas de miles de familias antes de que pasara el huracán Melissa y cómo han quedado esas familias devastadas. Sin embargo, siento que la tragedia de la pobreza en Cuba no es el desencadenante, no provoca un posicionamiento político acerca de cómo manejar, qué elementos desatar para atenuarla o erradicarla, para que no exista una parte del pueblo cubano viviendo sin ningún tipo de esperanza, sin ningún tipo de horizonte, en pésimas condiciones. ¿Qué habría que hacer para que el Gobierno tomara más en cuenta el hecho de que su primera obligación, en todo caso, es posibilitar una vida digna a todos los cubanos?
Cuando tú no reconoces un fenómeno, te cuesta mucho trabajo combatirlo. La pobreza es una realidad de Cuba. Lamentablemente, es algo que no se quiere reconocer oficialmente. Le podemos poner otros nombres. No voy a discutir ese asunto hoy. Creo que es otra discusión. Y hay científicos cubanos, sobre todo de ciencias sociales, con muchísimo prestigio, que han argumentado esto.
Lo que sí es cierto es que la pobreza en Cuba ha crecido en todos estos años, por diferentes factores, pero obviamente uno de ellos es que el ingreso promedio del cubano se ha deteriorado sustancialmente y, por lo tanto, también la capacidad de compra del ingreso del cubano.
Hay que diseñar políticas, no solo para ayudar a las personas a salir de una solución momentánea y específica, sino políticas que permitan que ese esfuerzo sea sostenido en el tiempo, que las personas, además de eso, se valgan por sí mismas.
Estamos hablando, además, de una economía con tremendísimas restricciones de recursos, de ingresos, con una muy baja capacidad de respuesta a la demanda. Y una parte importante de esta capacidad de respuesta está en el incremento de las importaciones, no en la producción nacional.
Se trata de una economía que el marco institucional todavía segmenta. Esos tres grandes agentes de cualquier economía, que son el Estado, las familias y las empresas, hoy funcionan con marcos institucionales que a veces no se ensamblan.
Las intersecciones entre esos tres conjuntos son pequeñas y eso también daña y produce fenómenos como el de la pobreza. Ese es otro factor que hay que tener en cuenta en un diagnóstico. ¿De qué país estamos hablando? De un país en el que hay pobreza. Después podemos poner los números: si es del 2 % o del 15 %. No se trata solo de eso.
Está claro que hay muchas familias cubanas cuya situación, en vez de mejorar, ha empeorado. Y eso hay que reconocerlo en un diagnóstico y seguir un orden de prelación de las medidas. Hay que tratar, por todos los medios, de que esas medidas que vamos a tomar, que son muchas, tengan ese factor en cuenta.
O sea, hay un trabajo de coordinación de política importante que hay que hacer en estas cosas. Que no se resuelve con visitas de “control y ayuda”. Yo no digo que no se haya hecho el esfuerzo, lo subrayo. Yo no digo que los compañeros que trabajaron en este Programa no hayan trabajado, lo subrayo.
Hay otro trabajo de la CEPAL que se llama “Las trampas del desarrollo”, y en él la CEPAL identifica un grupo de brechas. Hay una brecha de desigualdad y pobreza que tiene que ver con la productividad del trabajo. En Cuba la tenemos, sin lugar a duda. Nuestra productividad es baja, nuestros niveles de producción son bajos, y eso es un factor que también influye en el crecimiento de la pobreza.

El problema de la tasa de cambio
Hablando de tareas del Gobierno. En julio, el primer ministro Marrero anunció que antes de terminar este año se formalizaría un mercado cambiario oficial con una tasa flotante. Es decir, se concretaría la presencia del Gobierno en ese mercado tomando el control de la situación. Como tú decías antes, una tasa de cambio que devalúa continuamente el peso cubano, que es la moneda en la que cobra la gente, sencillamente es una espada permanente sobre la cabeza de todos; un factor de empobrecimiento. Pero ya estamos a mediados de noviembre y no se concretan los anuncios. Hemos hablado de esto en entrevistas anteriores, de la dejación de responsabilidad en que ha incurrido el Gobierno en relación con este tema. ¿Cuál es tu pronóstico?
Bueno, vamos a empezar por esto último que tú dijiste. La gente usa la tasa de El Toque porque no hay otra tasa. Ahí está el problema. Ahí la autoridad monetaria prescindió de actuar. Yo quiero recordar algo con relación a la prueba monetaria cubana. En los años 90, cuando se dolarizó la economía cubana, el propósito de la política monetaria fue mantener la estabilidad de la tasa de cambio. A la gente no le entraba en la cabeza eso. Bueno, porque ese es el propósito y al final a las malas lo entendieron.
La estabilidad de la tasa de cambio es fundamental porque sin una tasa de cambio estable nada funciona. De hecho, yo te diría que hoy te levantas con un precio del pan y te acuestas con otro. Por lo tanto, para las familias es malo, para las empresas es malo, porque si eso se mantiene constantemente con una volatilidad importante, pues tú no sabes qué precio le vas a poner a tus productos ni a qué costos los vas a calcular. Y por lo tanto, eso afecta a tu eficiencia, a tu productividad, tus proyectos, tus proyecciones futuras, hasta de inversión.
Y para el Estado es malo porque te genera un factor de incertidumbre importante y costos políticos. Prescindir de la autoridad monetaria o que la autoridad monetaria realmente se ausente de este asunto es un problema muy grave, sumamente grave y, bueno, le dejamos el campo a quien lo quiso ocupar.
A El Toque y si aparece otro que se llame, no sé, La Guataca, impondrá igual la tasa de cambio de la Guataca porque no hay una autoridad monetaria a la cual tú te puedas referir. Definitivamente, durante 16 años la tasa de cambio en Cuba fue totalmente estable; está la serie ahí para comprobarlo. Y el primer día que comenzó a haber una diferencia significativa no fue cuando se anunció la Tarea de Ordenamiento, fue casi un año y medio antes cuando surgieron las tiendas en MLC, una moneda nueva, una moneda que tenía más respaldo, por lo menos teóricamente, en los primeros momentos del CUC. Yo recuerdo incluso intervenciones de nuestros dirigentes diciendo que el CUC se mantenía, que no se iba a tocar. Eso no pasó, lamentablemente.
Hay por ahí videos que circulan. No pasó y evidentemente no iba a pasar porque tú le estás dando respaldo a otra moneda. Y al final mira, el dinero es confianza, solo confianza y nada más que confianza. Y el sistema bancario trabaja sobre la base de la confianza, solo confianza y nada más que confianza. Cuando se pierde la confianza en el dinero, pues la gente empieza a buscar otro referente, ya sea otra moneda extranjera o ya sean bienes.
Cuando se pierde la confianza en los bancos, pues sencillamente la gente no pone su dinero en los bancos. Ambas cosas han pasado en el peor de los momentos. Combinado con la pandemia, combinado con el incremento de las medidas de bloqueo, fue como una tormenta perfecta, todo junto. En una economía que no tenía suficientes recursos para enfrentar eso.
Cuando los países mucho mayores que Cuba y mejores que Cuba en términos de productividad hacen una reforma monetaria, generalmente se buscan fondos externos para enfrentar el impacto, sobre todo de la devaluación, y para mantener niveles de oferta que frenen ese proceso. Esas anclas nosotros no las tuvimos y, por lo tanto, empezó a generarse una diferencia grande en las casas de cambio.
Ese vacío lo ocupó El Toque. No voy a discutir por qué razón, pero ese vacío existió y, vamos a decir, El Toque aprovechó la oportunidad.
Ahora, con relación a El Toque, siempre pienso que la mediana no es la mejor manera de calcular la tasa. Ya lo hemos discutido. Por otro lado, lo que hace El Toque es un pick-up de intenciones de cambio, de compra-venta que aparecen en las redes. No voy a discutir si ha creado un bot para hacerlo o no. Yo voy a discutir un hecho real. Nadie sabe cuántas de esas intenciones se convierten en realidad. Y por lo tanto, yo no sé nunca cuál es la oferta y demanda real de moneda que hay en mi economía.
¿Por qué no lo sé? Porque no tenemos una tasa de cambio en el banco. Porque no tenemos un mercado cambiario. Donde sí tendríamos entonces las operaciones reales, como pasó con CADECA. Ahí se sabía cuáles eran las operaciones reales de cambio. Hoy no lo tenemos.
¿Y por qué se guía la gente entonces? Bueno, por la tasa de cambio de El Toque. Sea buena, mala, esté financiada, no esté financiada. No estoy hablando ahora de ese tema, estoy hablando exactamente del tema que tiene que ver con un mercado monetario en el cual la autoridad monetaria ha prescindido de actuar, y eso nos ha pasado durante cinco años.

¿Qué pasaría si el Gobierno legalizara un mercado cambiario?
El hecho de que el Gobierno cubano asuma la creación de un mercado cambiario con una tasa de cambio oficial, ¿revertiría la situación inflacionaria en Cuba? ¿Qué resultados se podrían esperar de eso?
A ver, no de primera intención, no de corto plazo, pero definitivamente reduciría mucho la incertidumbre y trabajaría mejor sobre las expectativas de las personas. Tendría que ser un mercado cambiario, donde yo vendo dólares y compro dólares. Muy difícil de hacer en un país que no tiene los apoyos que a veces hace falta tener para establecer ese mercado cambiario. Pero hay que hacerlo.
Algunos economistas hemos sugerido una y otra vez, porque en Cuba casi todo se sabe. Aquí se sabe que hay 10, 15, 20 personas que son las que manejan una cantidad de dinero importante, que no son mipymes, son especuladores, son los cambistas.
¿Qué nos cuesta formalizar casas de cambio? Que no sean estatales, pero que estén reguladas por el Banco Central. ¿Cuánto nos cuesta eso? Eso nos daría una ventaja enorme. ¿Cuál? Que sabríamos cuáles son las verdaderas operaciones de cambio que se hacen en Cuba. Tendríamos un dato acerca de la oferta y la demanda real de moneda que hay en Cuba. Eso no lo tenemos.
Entonces la gente compra por ahí en los grupos y hay quien se entretiene en poner: “Estoy vendiendo dólares a 480”, y se llaman sindicatos de comerciantes para ponerse de acuerdo e intentar bajar además los precios del dólar hoy por hoy. Porque al final hay que morir en el dólar si tú quieres importar. No te queda de otra. Porque una parte de lo que se está ofreciendo hoy en Cuba, una parte importante, es importación, no es producción nacional. O sea, ahí hay un problema.
Una parte importante es de los alimentos.
De los alimentos, los ventiladores, los aires acondicionados, los zapatos. La comida puede que sea el 70 % de lo que hoy se vende en el país, pero hay otro 30 % que no es comida que también requiere de la importación. Nosotros no tenemos una producción sistemática sostenible de ollas arroceras, mira para eso… Eso no es industria 4.0. Eso es, sencillamente, una máquina.
¿La tuvimos? Sí. No la tenemos hoy. No tenemos una producción sistemática de ventiladores. Eso es otra máquina. No es industria 4.0. Y ese es un gasto importante para la familia. Una familia cubana hoy necesita un ventilador para dormir. No le queda de otra. Un ventilador que pueda cargar, que pueda de alguna manera suplir ese tiempo terrible del apagón en algunos lugares. En otros lugares es el infierno porque hay municipios, provincias y consejos populares en Cuba donde no ven la electricidad casi nunca. Una hora, dos horas, tres horas. Entonces hay que pensar en eso.

Balance del año 2025 y perspectivas
Estamos en noviembre, cerrando 2025. Está a punto de empezar la zafra azucarera con muchas dificultades y seguramente será, otra vez, una zafra muy mediocre. Por otro lado, ya se sabe que el turismo no conseguirá atraer la cantidad de turistas planificados para este año. La CEPAL ha hecho un pronóstico de decrecimiento de 1,5 % del PIB. ¿Dónde está la luz?
Si la economía decrece solamente a 1,5 %, aunque suene raro que lo diga, va a ser bueno. Podemos hacer una fiesta, porque si tú examinas el año, el comportamiento del año, te das cuenta de que es muy difícil que la economía pueda mostrar otras señales.
Las fuentes de ingreso en Cuba están menguadas. Hoy no tenemos prácticamente exportación de azúcar. La zafra de este año fue la peor de todas; corresponde con la de 1816 o 1817.
Es dolorosísimo. A mí me duele muchísimo. Siempre digo, por relaciones que he tenido con la industria azucarera, porque corté caña tres años, entonces, y vi aquellos campos, me duele mucho realmente que la industria de la caña de azúcar —me voy a rectificar yo mismo, porque yo creo que es incorrecto hablar de la industria azucarera: yo creo que hay que hablar de la industria de la caña de azúcar, para verla en toda su riqueza, que es mucha más que la de producir azúcar crudo base 96.
Entonces eso está muy menguado. No voy a extenderme mucho más ahí, pero realmente lo que se planteó para este año no se cumplió, entre otras cosas por dificultades financieras. Y si tú comparas, se podría escribir de nuevo ese libro famoso que es Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Ahora mismo en Cuba esa realidad está. Tenemos una industria tabacalera produciendo muchísimo, exportando muchísimo, sobre la base de reglas de juego que no son las que tiene la industria azucarera para empezar. Claro, no es el mismo producto. Aquel es un producto premium, está en una cadena global de valor. Nuestra azúcar no está ahí, pero tiene reglas de juego diferentes.
Y hoy los productores de tabaco tocan el incremento de su producción y de su productividad y tienen asegurados sus insumos para la cosecha de este año. Están ahí oyendo la conversación. Eso no pasa con la industria azucarera, a la cual no se cumplió la asignación de recursos ni de fertilizante, ni de herbicida, ni de combustible para producir. Y el azúcar cuesta dinero, da mucho dinero si se hace bien, pero cuesta dinero. Hay que ponerle dinero al azúcar, un sector que se ha ido deteriorando sistemáticamente.
Si vas a ver, resulta que al sector azucarero desde hace mucho tiempo no se le dedica más del 2 % de la inversión total del país. No puedes tener un sector azucarero así. Con centrales además que tienen una cantidad de años inmensos. A veces, para echar a andar un central, tienes que desmontar otro. Hoy hay que mirar cómo se produce azúcar en el mundo, en los principales países productores de azúcar.
Una parte importante se produce con fuerza de trabajo muy barata y casi con explotación esclava, eso es verdad. Pero la industria como tal y la cosecha azucarera tienen un grado de tecnología incorporado que no lo tiene Cuba. Pues por ahí hay que empezar. Yo una vez escribí sobre eso, creo que en OnCuba, y dije que la industria azucarera no hay que rescatarla, hay que hacerla nueva, hay que ponerla a tono con estos tiempos. Y eso lleva dinero.
¿Hay que hacerlo en todos los centrales que tenemos, no? Bueno, escojamos un central, un central con las mejores cañas y las mejores tierras, donde todo esté cerca del central. Y busquemos una de las empresas cubanas que todavía tiene dinero, y digámosle, —porque esta es una economía planificada y los recursos son del pueblo—, y ordenémosle a esa empresa que le haga un préstamo blando a ese central, a esa empresa azucarera, un préstamo blando que implique un periodo de gracia de tres años a recuperarse en 10 con un 2 % de interés, a uno solo, no a 10 ni a 12, y probemos, y dejemos que esa empresa funcione como una empresa que haga lo que tiene que hacer.

¿Y qué tal si se hace lo mismo, por ejemplo, con capital cubano de residentes en el extranjero?
Me da lo mismo. Lo que hace falta es el dinero puesto allí donde hace falta ponerlo. No queda de otra, a mi juicio. Lo digo para el azúcar; lo puedo decir para otros sectores igual.
Bueno, este año del azúcar no vamos a tener prácticamente exportaciones.
Del turismo, tú lo acabas de decir, no llegaremos a la meta que se planteó y es un sector que genera ingresos. Es lastimoso porque se han hecho muchas inversiones en el turismo.
El sector de otros bienes que exportamos también está sufriendo, incluyendo el níquel. Por lo tanto, ahí tenemos también un problema de insuficiencia de recursos externos para poder crecer.
Súmale el déficit de electricidad, de energía, que afecta a todas las empresas. Cuando a una empresa, en cualquier consejo popular, en cualquier municipio, no se le asignan los recursos energéticos que hacen falta, pues tienen que reducir la producción. Esa es una afectación a la producción, sin lugar a dudas.
O sea, ahí tenemos otro problema, porque los apagones, es verdad que se concentran fuera de La Habana, pero La Habana también sufre los apagones. En barrios que antes no sabían lo que era un apagón, hoy los sufren. Estamos hablando de todo el país. Y ese daño energético impacta la productividad, la eficiencia, la calidad de los productos. Y lógicamente impacta las exportaciones.
Nos quedan las fuentes de los servicios profesionales, que no han estado al nivel de años anteriores. Nosotros llegamos a exportar por servicio más de 11 mil millones. Hoy estamos en menos de 5 mil por diversas causas.
Que hay posibilidades de hacer muchas más cosas, sin lugar a dudas, que hemos perdido tremendas oportunidades, también. Hoy por hoy, la exportación de servicios profesionales no provee la cantidad de ingresos que durante mucho tiempo dio y que era lo que compensaba nuestro déficit del balance comercial y que hacía que nuestra cuenta corriente fuera una cuenta positiva.
La cuenta corriente en Cuba ya no es positiva hace mucho tiempo. Visto de esa manera muy cruda, pues te diría que a la economía cubana le va a costar mucho trabajo decrecer solamente un 1,5 por ciento.
Ojalá la CEPAL se equivoque, ojalá yo me equivoque, ojalá otros muchos economistas nos equivoquemos y lleguemos al final de año con un crecimiento cero o un crecimiento positivo. Yo no lo creo posible, pero ojalá que pase.
De todas maneras, ese crecimiento cero o ese crecimiento positivo, lo importante no es el número para decir que el PIB solo decreció en el 1 por ciento o en el 0,5 por ciento, o que tuvimos crecimiento cero o que creció en el 0,2%. Lo importante de ese crecimiento está en el cubano promedio en la calle. Si el cubano lo recibe o no lo recibe, si percibe una mejoría o no la percibe.

2026: ¿megadurísimo?
Cuando íbamos a iniciar 2024, me dijiste que ese año iba a ser “durísimo”. ¿Cabe decir que 2026 va a ser “megadurísimo”? ¿Se puede estar peor?
Se han tomado un grupo de medidas, que yo no creo que vayan a cambiar radicalmente en el corto plazo lo que tenemos hoy. Pero, por ejemplo, se ha anunciado, ustedes mismos lo han publicado, el arriendo de hoteles a compañías extranjeras bajo condiciones diferentes de trabajo que el resto de los hoteles.
Lo cual a mí siempre me lleva a preguntarme, ¿por qué condiciones especiales para ellos y no para nosotros? Vamos a poner a todos iguales, si todos sabemos qué es lo que pasa hacia adentro del sector turístico. Eso no es un secreto para nadie. Y las restricciones que tienen los directores de hoteles para poder trabajar, empezando por el salario que se le paga al trabajador turístico, que lógicamente mueve a otras cosas. Y terminando por la facultad que tienen los directores de poder establecer negocios y de comprar y vender a la tasa que tengan que comprar y vender para tener sus hoteles, digamos, abastecidos con productos cubanos.
O sea, hoy yo me pregunto eso. ¿Lo podíamos haber hecho hace un año? Hace un año o dos, sí. Hace cinco también.
O sea, cuando ese hotel se recupere, yo puedo multiplicar por cinco la recuperación del hotel y le voy a decir: “Esto es lo que perdimos en los otros, en los hoteles”. Multipliquémoslo por los 50, 60, 70 hoteles donde se pudiera haber hecho eso y el resultado es el dinero que perdimos.
Puedo hacer lo mismo con la zafra azucarera. ¿Por qué no le pusimos dinero? Bueno, ¿cuánto hemos dejado de exportar? Multiplícalo por el precio del mercado mundial y ese es el dinero que hemos perdido por demorar eso. Ya no se puede recuperar ese dinero.
Hay que pensar de otra manera. Entonces, bueno, ¿qué te voy a decir? Siempre se puede estar peor.
Yo prefiero que estemos mejor. Esta medida es una buena medida. Se ha estado pagando un poco de deuda con swap. Eso es bueno también. Eso cambia un poquitico la imagen del país. Hay intenciones importantes de algunos países, de algunas compañías privadas, de invertir en Cuba. Yo creo que eso es bueno también.
Hay algunos hechos puntuales que, si lográramos expandirlos, yo creo que pudieran contribuir a aliviar o resolver los problemas que tenemos. Hay otras cosas que se están hoy estudiando, planteando, que yo no las conozco todas, pero que pudieran hacerse. De todas formas, yo te insisto, a Cuba le hace falta un programa integral.
Un programa integral no es la suma de partes, no lo es. Cuando uno va a una guerra, para utilizar el símil, el ejército no sale a la desbandada a tirar para todos lados. Generalmente, los generales eligen la dirección del golpe principal y ponen sus recursos ahí. Si no, se pierden muchos recursos.
El que han presentado es un Programa que suma partes. De hecho, tiene indicadores que mueren este año y es un programa futuro. Yo sé que es muy difícil hacer algo integral. Los economistas lo decimos y lo repetimos mucho.
Hay que reducir la incertidumbre que hay sobre la economía cubana, para generar confianza, tanto en las empresas nacionales, ya sean públicas o privadas, como en las empresas internacionales.
Te reitero, el dinero es confianza. Los flujos de inversión, ya sean nacionales o no nacionales, no van de donde hay mucho dinero a donde hay poquito dinero. Van de donde hay mucho dinero a donde hay más dinero todavía. Sobre la base de que hay un entorno institucional que reduce la incertidumbre. Eso tenemos que lograrlo. Algunas de esas cosas no cuestan un centavo. Es poner a tono nuestro marco institucional, nuestras reglas de juego, con lo que hace falta y lo que piden las empresas nacionales. Reitero: públicas y privadas, y lo que piden las empresas internacionales. Es difícil, sí. Por en medio hay un factor político, sin lugar a dudas. Pero yo creo que hay que hacerlo.

La responsabilidad del gobierno y la de los economistas
Me retumba en el oído cada vez que dices “nosotros”. Porque, por una parte, te admiro por eso, pero por otra me parece que se diluyen las responsabilidades. Tú no has sido quien ha dirigido la política económica de Cuba y tú no has sido quien se ha equivocado; ni tú, ni la mayoría de tus colegas economistas. Tú no has sido la persona que ha tomado unas decisiones y después no ha sabido corregirlas o, incluso más, no ha sabido, a veces, ni siquiera reconocerlas como errores. Cuba efectivamente está sometida a unas sanciones rotundas desde Estados Unidos que empeoran mushísimo sus posibilidades de desenvolvimiento económico. Cuba ha padecido en los últimos años huracanes, sequías, tornados, terremotos; de todo ha pasado. Pero creo que una de las causas más importantes de la crisis es que no ha habido una política económica consistente y acertada.
Lo primero que te puedo decir es que yo me incluyo, porque yo vivo acá, soy economista, lo que pasa hoy en la economía me toca, de alguna manera, todos los días, porque siempre pienso que no he hecho lo suficiente para influenciar más y porque, ¿qué te voy a decir? Como una vez escribí en un prólogo de un libro, yo soy un cubano prendido y prendado de la Revolución cubana. Entonces me cuesta mucho trabajo utilizar otra conjugación. ¿Qué te voy a decir?
A veces yo digo “el Gobierno no ha hecho esto o lo otro”; es cierto, pero me cuesta trabajo, me cuesta trabajo. Es parte de mi cultura, de la manera en que me he conducido toda la vida.

Las personas que toman decisiones usan el tiempo que se les ha cedido para que lo administren y entonces se está dilapidando de alguna manera el tiempo de vida de la gente. Estas cuestiones yo creo que son importantes, con un pronóstico nefasto para 2026, con un Programa de Gobierno que no satisface a la luz de los análisis que hasta ahora ha suscitado. Y no hay que tener una lupa demasiado potente para observar las deficiencias que tiene este Programa. Seguimos acumulando necesidades. Es muy común que las personas que comentan tus artículos o de otros economistas en OnCuba digan: ¿Por qué no lo escuchan? ¿Por qué Triana no es ministro de Economía? ¿Por qué no aplican estas ideas?
Primero, yo le agradezco a las personas, a todos esos que preguntan. Yo tengo 71 años. He sido profesor durante 55 años y eso es lo que quiero hacer. Y no hay ninguna garantía de que si yo fuera el ministro de Economía lo hiciera mejor que el ministro actual. Que quede claro. Tendría también restricciones. No iría ahí a imponer “el programa de Triana sobre la economía”, sino que son cosas que se consensuan, se concilian a nivel de Gobierno. Eso funciona así en Cuba, aunque la gente piense que no. Eso funciona así en Cuba.
Entonces, mira, no hay ninguna garantía de que el ministro de Economía, Juan Triana Cordoví, fuera el bárbaro de la película y entonces resolviera los problemas. No es así. Yo realmente se lo agradezco mucho, pero estoy convencido de que no es así. Calzar los zapatos de quien tenga que tomar decisiones en momentos difíciles es muy complejo. Yo he tenido que tomar decisiones, no porque haya sido ministro ni nada de eso, sino un modesto director de un centro, y esas a ese nivel me han sido muy difíciles también. Entonces, yo quería primero que todo subrayar eso.
Lo segundo es que los gobiernos toman decisiones y los ciudadanos tenemos el derecho de criticarlos, lógicamente. Eso es un derecho que nos da la Constitución de la República de Cuba y por lo tanto, se le critica. Se le critican los que están en la extrema izquierda y los que están en la extrema derecha. Hoy inclusive esos dos puntos extremos se tocan mucho, casi que se dan la mano y besitos de piquito.
Entonces mira qué te voy a decir, es lo que les toca a los gobiernos. Yo creo que no sería saludable que alguien que tiene esa función se molestara demasiado porque los ciudadanos lo critiquen. No puede ser, porque los ciudadanos están reaccionando a su vida cotidiana, a lo que están mirando, a lo que están padeciendo.
Pero siempre subrayo que esa misma persona que está tomando decisiones también es papá, abuelo, tío, o sea, que esto le llega de diferentes maneras. Y que tiene un trabajo tremendamente ingrato, que quede claro, porque, por lo general, a lo primero que uno reacciona es a esas deficiencias y no a las otras cosas buenas que se pueden haber hecho.

El caso del huracán Oscar (Melissa) y la respuesta del gobierno
Para mí ha sido una cosa fantástica que un huracán como Melissa haya pasado por el oriente del país y que nosotros no tengamos decenas de muertos, ¿cuánta gente ha dicho eso? Bueno pues a pesar de la precariedad antes de Melissa; de las malas condiciones de vida de muchos compatriotas nuestros en el oriente del país, Melissa pasó y no tuvimos decenas de muertos, que yo sepa. No tuvimos ni un muerto y había que estar ahí dentro de Melissa porque aquello fue impactante. Es una gran virtud. Bueno, ya está. ¿Cuánta gente lo ha dicho? ¿Cuánta gente ha reconocido eso?
No es para defender al Gobierno; el Gobierno se defiende solo. Es que todo cabe. Cabe la crítica que podamos hacer al Gobierno, pero cabe también estas cosas que son increíbles y que a veces tú las cuentas y la gente no las cree. Bueno, aquí en cinco días se evacuaron 735 mil personas. Es un ejercicio de coordinación inmenso, con una cantidad de recursos inmensa. Y se hizo. Es verdad que nosotros estamos acostumbrados a enfrentar estas cosas.
Nuestra capacidad para responder a estas situaciones críticas es mucho mayor que nuestra habilidad para mantener constancia en determinadas tareas. Y además hay que decir que una cosa como esta no solo hay que evaluar lo positivo que tiene en toda la ramificación institucional, sino que lo más importante, yo creo, es la voluntad de la gente de participar y de ayudar en esos procesos de evacuación, por ejemplo.
Y estamos peor que el año pasado, sí. Sin embargo, ahí está ese valor de los cubanos. Ahí no hay ningún tipo de discusión. Mira, ahí tú y yo vamos a estar de acuerdo permanentemente. Pero mira, yo lo que te digo es, te puse el ejemplo solo para ilustrar el hecho de que, por lo general, nosotros reaccionamos a lo cotidiano y al empeoramiento muy rápido. Y estas otras cosas, hay quien las pone ahí como algo más que va a pasar. Yo estoy convencido de que hay gente que pensó que, bueno, eso es lo que le toca al gobierno. Es verdad, es lo que le toca al gobierno, sin duda. Pero lo hizo muy bien.
Es verdad que una parte importante de los daños tiene que ver con la precariedad de las viviendas. Es verdad. Pero se evitó lo más importante. Yo te lo puse solo como un ejemplo. Nos falta esa sistematicidad. Cuba hoy, si quisiera, una vez se lo dijo un compañero, nosotros podemos vender un paquete, un paquete de servicios de enfrentamiento a condiciones de desastre. Lo tenemos en términos de modo integral, de la capacidad de accionar rápidamente cuando hay un desastre de este tipo. ¿Por qué no se revierte en otro tipo de decisiones que también son importantes?










