Esta es la crónica que no hubiese querido escribir. O al menos, que para hacerlo, bastara el distanciamiento propio de quien solo contempla el asombro ante un dolor que no te pertenece. Pero no es esta la crónica para mover diligencias ni sermonear sobre el presente o el destino de un país. Lo fuera si no hubiese pasado de ser el espectador, el extraño fascinado que anota datos reales y números imprescindibles en alguna agenda. Pero pasé de eso, me involucré.
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Si se planteara el ejercicio de imaginar el lugar más terrible del mundo –sin que responda a una geografía puntual o a una realidad histórica. Más bien esa clase de sitios donde la condición ordinaria del dolor los ha dispersado por todas las geografías, por toda la Historia− probablemente se piense en cementerios, funerarias, cárceles, pabellones de fusilamiento, internados para enfermos mentales. Pero hay un sitio que antecede a todos ellos, que los resume, el extracto de toda la agonía.
Un hospital pediátrico pudiera ser el lugar más terrible del mundo.
Porque pasé del piadoso que observa, del intocado, del que regresa a casa y cuenta con pena distante los modos en que se sufre. Porque pasé de la construcción del dolor que genera portadas de diarios. Porque pasé de mí. Porque la angustia verdadera no se comparte ni nada parecido, sino que es una experiencia egoísta que la creación literaria no puede modificar. No drenamos el dolor con la palabra: lo nombramos. Quizá por ello sea entonces, este texto, un pedazo de tristeza. Solo eso.
Existe una familia que vive actualmente –por voluntad− en el lugar más triste del mundo. No lo digo en un sentido tropológico. Llegaron nueve meses antes que yo. Son, básicamente, los anfitriones. Reciben y despiden familias. Cuelan café en las mañanas y arman la tendedera diaria en el cubículo número siete, en la sala Respiratorio B del Hospital Infantil José Luis Miranda de Santa Clara.
Al mediodía del cuatro de enero Yelennys Ruíz Morejón colgaba la ropa mojada… y mi desconcierto, que aún pende. Mi hijo de dos años, una neumonía en casi todo su pulmón derecho, y yo, nos instalábamos sin desarmar el equipaje, con la premura de quien va de paso. Hubo tiempo de vaciar las maletas. Hubo tiempo de ordenar la ropa y otros artículos. Nunca me había pesado tanto el sentido doméstico de un espacio. Me resistí a apropiarme de aquel sitio. No quería alinear las sandalias en un rincón, ni trasladarme a otra cama persiguiendo la proximidad del lavadero o la vista que ofrecía el ventanal de cristales. Terminé haciéndolo. Yelennys, de treinta y tres años, su esposo e hijos, también.
Me cuenta cómo nació en el Condado. Fue atleta de alto rendimiento, taekwondoca. Cumplía los catorce años cuando se marchó de la casa para vivir con un novio. Cynthia, la primera de las niñas, llega a los dieciséis. Cynthia padece Síndrome de Down, lo que la salva de padecer la realidad.
Los pasillos del Pediátrico lucen dibujos infantiles de poca elaboración, no minimalistas, sino nerviosos trazos de crayola que sobrepasan el contorno. Del falso techo cuelgan farolillos de papel. Adornos de alguna materia invisible, cuya única función es no existir. Casi nadie logra percibirlos. Es mejor así. En ellos está contenida toda la furia. La política de los hospitales impone el silencio como norma. Los adornos son la sustancia palpable del dolor, la física apariencia del grito. Descubrirlos requiere estoicismo. Requiere tiempo allí.
Además de Cynthia, Yelennys tiene otros tres hijos. Cristiano, de cuatro años, sufre una lesión estática del sistema nervioso central. Está parapléjico. Chris Angely no alcanza el año, es la menor. Ambos nacieron en el edificio donde alguna vez hubo una pizzería: el hogar de todos, anterior al Pediátrico. Cinder, tiene catorce y vive con la abuela paterna. No existe una paternidad común para todos, cada cual arrastra su propio fantasma del padre. Yoan Alberto intenta aliviar ese vacío aunque solo la niña menor sea suya, es el esposo de Yelennys.
Lo terrible de las salas del Pediátrico probablemente resida en el sosiego. Se muere a diario, con escandaloso silencio. Un pequeño convulsiona a tu costado y pueden sentirse alaridos, pero algo en la atmósfera se calma. El personal que allí trabaja también es calmo. Las doctoras son dulces como predicadores evangélicos. De alguna forma trafican con la fe, y yo me entrego a ellas, y les compro toda la mercancía, y no me alcanza. Pero no son piadosas, me agrada eso. No es la lástima quien conduce a la cura sino el desafío. Proceden como operarios. Algo en los niños no funciona bien: se trabó aquella válvula, se zafaron las poleas en los brazos, las ruedas dentadas del equilibrio necesitan aceite. Observan las radiografías a trasluz como si leyeran alguna lengua ancestral. Y lo hacen. Luego hablan en jerga, uno no entiende ni quiere, la propia ignorancia ofrece cierta paz. Escucharles “derrame pleural” resulta menos agresivo que “líquido en el pulmón”. Terminamos por agradecer la jerga. A ellos he apostado casi todo, aunque no me quede casi yo.
La familia de Yelennys tiene la firmeza emocional de las doctoras. Flotan entre tanques de oxígenos, semblantes cadavéricos, gente deshecha. A pesar de los padecimientos congénitos todos están sanos, es decir, sin criterios de ingreso. Mientras un adolescente se asfixia del asma ellos, impasibles, siguen la telenovela de turno. Se trata de un estado natural de la existencia incomprensible para mí. No alcanzo a imaginar un episodio alarmante para esta familia, aunque me esfuerce. Inmunes al dolor, han aprendido a ser felices sobre todos los límites, en los bordes de la vida. Sigo sin comprender.
Cuenta que dormían sobre colchonetas, en piso de tierra. Después de su tercer divorcio Yelennys irrumpe en una antigua pizzería. Un inmueble abandonado de la calle Toscano entre San Miguel y Nazareno. Allí vivió durante un año sin agua potable. La electricidad la extraían ilegalmente del tendido público. Cristiano enfermó de gravedad, entonces la familia se movió al Pediátrico. En un mes el niño estaba de alta, pero estar sano suponía una enfermedad peor: el hambre. La directiva del centro y la policía, a sirena limpia, intentaron echarlos decenas de veces. Sin éxitos. Ya parece que no importa. Se alimentan en el propio comedor del hospital. La disposición de interiores, en su cubículo, tiene el intimismo de cualquier escena hogareña. Hornillas, cajas, un pequeño televisor de pantalla monocromática, perchas de ropa limpia, una vajilla de formas y motivo diversos, incoherente entre sí, a juego con ellos.
De todos los sitios probables en que el escalón más bajo de la pirámide salarial busca refugio, un Pediátrico me sigue desconcertando.
Recorrer las salas y galerías del hospital es parte de alguna penitencia. Golpearse a sí mismo en plena lesión. Si alguien emprende el periplo a voluntad, ese alguien me asusta. Por gestiones visité un par de veces Cuidados Intensivos. ¿Esperas la entrevista también? Me preguntó allí un hombre cincuentero de gorra sobre los ojos. Existe, en Terapia, una pequeña habitación donde la familia del paciente aguarda “la entrevista”. No tenía idea. Me aterró tenerla. Le dije que no. La pena era una plomada dentro de mí, pesaba tanto. De detrás de una compuerta blanca apareció el especialista dispuesto a explicar el estado de los enfermos. ¡Era Terapia Intensiva, se sobrevive o no, sin trucos ni jergas! Me fui antes. La plomada era insoportable ya. Lo siniestro de las malas noticias siempre ha sido la pausa antes de lo terrible, el pedacito de silencio que antecede el desastre. Aquella fue la entrevista que nunca querré tener.
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Yelennys es negra y tiene el pelo corto, pero usa un peluquín oscuro, de celdas sintéticas que cuida hasta el cansancio. Cada tarde lo peina. Uno puede alelarse viéndola. Le toma horas. En las noches pasea por el edificio con el pelo suelto hasta las caderas. Vuelvo a esforzarme e intento imaginar los sitios probables que visita, pero no alcanzo. Entre mi realidad y la suya existe un abismo irremediable. Sortearlo es ridículo. Hay, en ella, un elemento en estado larval, completamente puro, al que no puedo acceder, no logro descifrarlo. Este intento por explicar el modo impávido de ser feliz en el lugar más triste del mundo, es baldío. Buscar soluciones –la obsesión primitiva de la prensa- me parece absurdo, porque el puñetazo visual que me derrumba, a ella solo le recuerda que está en el sitio correcto. Y lo está.
En quince días llegó nuestro egreso. Armé el equipaje con la premura de un reo liberado. Las dulces doctoras balbucearon un adiós en jerga. Lo agradecí. Yelennys con voz de rama rota –propia de quien crece en orillas– gritó desde la distancia ¡Qué no vuelvas nunca!
También lo agradecí.
Impresionant este articulo,mi dios porque permites estas cosas
Había leído otras crónicas tuyas, pero ninguna como esta.
No te voy a felicitar, pues esta historia no es para eso, pero si decirte que cuando las cosas te salen de tan adentro lo haces fantástico.
Impresionante que Dios se apiade de ellos, que tu niño siempre este sano. El que ha estado en un hospital siente lo quer has dicho, que Dios en su misericordia les de fuerzas
Excelente, desde todo punto de vista. De todo —que ya es mucho— me quedo con algo particularmente luminoso, por lo oscuro: «Yelennys es negra y tiene el pelo corto, pero usa un peluquín oscuro, de celdas sintéticas que cuida hasta el cansancio. Cada tarde lo peina. Uno puede alelarse viéndola. Le toma horas. En las noches pasea por el edificio con el pelo suelto hasta las caderas. Vuelvo a esforzarme e intento imaginar los sitios probables que visita, pero no alcanzo. Entre mi realidad y la suya existe un abismo irremediable. Sortearlo es ridículo. Hay, en ella, un elemento en estado larval, completamente puro, al que no puedo acceder, no logro descifrarlo.»
Esa es la realidad de cada familia en el pediátrico el adiós más sincero más profundo tus palabras me han echo vivir ese interminable momento la añorada recuperación del ser querido acompañada del alta(egreso) y esperando nunca regresar. Gracias…
Muy buena cronica, pero tengo algo que apuntar sin que la pasion me cierre los ojos, yo soy madre de tres hijos de padres diferentes el primero de los cuales hoy tiene 30 años es Ingeniero Industrial y Supervisor de CubaControl S.A, cuando el tenia seis meses de nacido empezé a estudiar y a trabajar, me hice Contadora,mi madre fallecio cuando el tenia diez años y yo estaba embarazada de su hermana, somos una familia pequeña y nos quedamos practicamente solos mi papá, mi hermana, mi hijo y yo, la vida te pone pruebas para fortalecerte y he luchado mucho he pasado muchisimo trabajo, pero logre construir una casa muy modesta en un pedazo que me dio una tia, mi segunda hija estudia Ingenieria Informatica, y la tercera es una muy buena estudiante de 10mo grado en preuniversitario, vivo sola soy madre soltera y he dedicado mi vida a superarme y a criar a mis hijos, con mi salario que tampoco me alcanza,soy Contadora hace 30 años y aqui estoy a veces dolida pero orgullosa de lo que he logrado con mi sacrificio y esfuerzo. Neruda dijo muy sabiamente “La suerte es el pretesto de los fracasados” hay que salir a buscar soluciones no esperar a que otros te las ofrezcan
Estoy de acuerdo con Idania. Entiendo y no desprecio el trabajo y los problemas que está pasando esta familia, pero el punto donde están hoy es la consecuencia de muchas malas decisiones, empezando por una niña que a los 14 años se va a vivir con un hombre y terminando hoy con un jefe de hogar no es capaz de ponerse los pantalones y salir a laburar como corresponde para mantener a su familia. Conozco muchas familias que pasan trabajo pero no llegan al punto de “dejarse estar” y de que lo mismo les dé a los padres vivir de squatters en un hospital.
Por otro lado,no me gustó el estilo de la crónica: muy pretenciosa y recargada.
Triste realidad que te hace ver lo duro de la Vida para muchos y a la vez darnos cuenta que mientras tengamos salud todo lo demas es poco, Lianet maravilloso trabajo
Hermoso trabajo. Me conmueve mucho pensar que todavia encontremos estas situaciones en Cuba. Ojala esa familia pueda resolver su problema. A ti, periodista, gracias por hacernos entender que la vida en muy compleja…
Más allá de lo obvio el gran tema de la crónica no es rememorar la angustia derivada de las enfermedades infantiles, sino también denunciar el hecho, muchas veces silenciado, de las muchas personas que ahora mismo pueden no disponer de un techo bajo el cual cobijarse. El tema de los alcohólicos ambulantes, enfermos mentales desahuciados por sus allegados, de familias enteras que sobreviven en los asentamientos precarios, en condiciones infrahumanas, en las afueras de cualquier ciudad de Cuba, es el tópico sumergido de un recuento factual que parte de lo íntimo y lo más personal para trascender esos límites y dejar colgada una nota de crítica social. Bien por la periodista. A veces solo cuando el infortunio nos golpea en el rostro es que abrimos los ojos. Antes, preferiríamos la anestesia general. Para que la vida no duela. Saludos. Gracias.
Hola y me identifico con el comentario de Idania si no luchamo por lo que queremos no lo obtendremos hay que superar cada etapa de la vida, pense que vivia ahi porque tendria un niño enfermo ,superarse no es sinonimo de estudiar, es encontrar le solucion a cada problema sin que ellos te envuelvan ,los hombres no son la solucion a nuestros fracasos somos nosotras misma quienes debemos salir del hueco sin esperar que nadie a cambio lo hagan somos fuerte , intelligente ,audaces ,capas luchadoras ,sin temor a herir a nadie,,,,, ella no se preparo para la vida habian otras opciones
Tienes el arte de escribir en las venas. Yo se de la desesperacion y los miedos sufridos por ti en esa sala de Hospital y aun asi eres capaz de captar y traducir esa historia de una manera tan hermosa.
es cierto que siempre los padres pueden esforzarse más sobre todo si se vive en esas condiciones, pero aún en ese caso, están los niños, que no tienen la culpa y heredaron todos esos problemas, por eso es que a esas familias hay que ayudarlas de la forma que se pueda, por eso es que no se puede ser extremista y hay que seguir cultivando una sociedad solidaria, que almenos los hijos puedan ir a la escuela y tengan alguna asistencia social, con la esperanza de que quizás puedan superar a sus padres, que seguramente, tienen un nivel cultural insuficiente para las exigencias de la sociedad en que vivimos.
Bien escrita la crónica que huele a desamparo social e indiferencia. Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios de Idania y Stella. Ya ven, una muchacha atleta de alto rendimiento que pudo tocar el firmamento, escogió la marginalidad. Les dejo con el poema de Neruda:
Tú eres el resultado de ti mismo
No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.
Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar; corrigiéndote, el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error.
Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.
Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.
No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfrenta con valor y acepta que de una u otra manera, todo dependerá de ti; no te amargues con tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.
Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.
Si, tú has sido el ignorante, el irresponsable, tú, únicamente tú, nadie pudo haber sido por ti.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.
Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.
Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán.
Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que el más grande de los obstáculos.
Mírate en el espejo de ti mismo.
Comienza a ser sincero contigo mismo. Reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.
Reconócete dentro de ti mismo, más libre y fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias,
porque tú mismo eres tu destino.
Y nadie puede sustituirte en la construcción de tu destino.
Levántate, mira las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de la vida
Ahora despierta, camina, lucha.
Decídete y triunfarás en la vida.
Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.
PABLO NERUDA
Mis disculpas por hacerles leer tanto. Habría que preguntar al esposo por qué permanece allí en espera de el Hospital les resuelva su problema y los alimente. Hay demasiados trabajos a los cuales dedicarse.
Me hubiera gustado leer la crónica en uno de nuestros medios nacionales, y a solo días, leer también la solución. Recuerdo que hace unos años Raúl Castro visitando Oriente- no recuerdo qué provincia- obsequió una casa a una madre que tenía varios hijos. Creo que hoy el país está- aunque no lo parezca- en condiciones de dar una solución a esa familia, que ya carga la pesada de tener hijos con necesidades educativas especiales. La generosidad del sistema ha de ponerse de nuevo sobre la mesa, tiene que seguir siendo la divisa que nos acompañe. No vamos ahora a juzgar la actitud de la madre, muchas veces el corazón toma caminos que la razón no entiende, pero hay que establecer como sistema la diferencia. No pocos lo van a agradecer.
Triste
La sala de un hospital, es uno de los lugares más tristes del mundo, pero No el más triste. Ahí se entra, y de ahí se sale; muchas veces curados. Pero eso sí, hacer de ese lugar tu vivienda responde a muchos factores. Infelizmente hay quien no sabe que hacer ante la adversidad, y felizmente hay quienes sacan el mayor provecho. A cualquiera le puede tocar desgracias, pero otras son buscadas, a los catorce años, YO jugaba con muñecas. En cualquier lugar lo correcto es lo mismo. Si algo bueno tiene CUBA, es que todo el que quiere estudia. Mi tía era muy pobre, estudió una buena carrera, y tenía las mejores notas de su grupo. Por favor, la juventud no es eterna, aprovechenla. Las manos cruzadas sobre el pecho del joven en esa foto, simbolizan pocas ganas de echar para delante en la vida. Las personas ricas del mundo, tienen en su mayoría antecedentes de pobreza extrema. Conozco cubanos pobres y honrados que tienen casas bellas, sólo ayudados por su esfuerzo y ganas de luchar. Hay una cosa que se llama Decidia, y esa condición no tiene nada que ver con la situación que se atraviesa. Ya lo dijo Salomón: .. Y no he visto justo desamparado ni su prole mendigando pan.
Eres, periodista, la flor exclusiva de esta revista. Que lastima que no escribas con mas frecuencia, que no tengas una columna donde poder buscarte semanalmente. El articulo conmueve. Nos regalas un problema cotidiano desde la poesia misma. Felicitaciones a On Cuba por estas letrillas hermosas…
Realmente todo es muy triste ,pero tres hijos en este tiempo algo hay en los genes de esta familia que los ninos tienen tantos problemas.
El artículo plantea un problema interesante, pero hubiera sido mejor dejar de florear tanto con la descripción del hospital, los dibujos, el pelo de la mujer y que en vez de un artículo periodístico el texto se convierte en “El resplandor II” y centrarse en la historia de la mujer ¿de dónde es? ¿Cómo ha sido su vida? ¿Cómo llegó ahí? ¿Qué planes tiene? creo que una buena entrevista con un poco de análisis hubiera sido mucho mejor que un cuento de terror forzado.
PD: Se me ocurre una lista larga de lugares mucho peores para vivir: una cárcel, una favela, una ciénaga, una cloaca. Al final la mujer en el hospital tiene asegurada, casa comida y atención médica gratuita.
Hermosamente triste Lianet… y lo que màs me gusta de tus escritos es que siempre puedes hurgar màs allà de las palabras, de la intención y la interpretación… Si fuera Hugo Cancio, te instalaba como una Reina en OnCuba… Y que Darìo no te deje becada nunca màs en ese lugar… Un beso desde 90 Millas…
Ruben, eres un poco cruel y altanero, te sugiero que escribas algo con esa calidad y lo entregues a On Cuba u otra publicacion. Quiza podamos asi valorar tus cualidades literarias…
Es duro, muy duro y triste el relato, pero discrepo con el titular. Al menos ellos tienen un lugar donde vivir, algo que comer. Yo he visto niños viviendo en alcantarillas, otros viviendo en los botaderos de basura en lugares fuera de Cuba. En otras ciudades de América Latina he visto casas de cartón y techos de plástico. Incluso en el yuma he visto gente viviendo en la calle. Hay lugares peores que ese, mucho peores, eso no implica que ese lugar no sea un desastre.
reflexionando ante los comentarios de los lectores,me digo: que desinformados viven los cubanos en Cuba.Que mano de ideas falsas tienen acerca de la sociedad donde viven!!!Cualquier adolescente de lso EEUU o Argentina sabe mas de sus Paises que los cubanos.Como piensan que viven loscubanos??De verdad creen no hay suicidios ni drogas??De verdad que no creen hayan ninas y ninos abusador y prostiyuidos?? De verdad no ven los miles de analfabetos funcionales que no saben hacer una carta??Hace falta mucha informacion,salir a llega y pon(que hay cientos),estan viviendo en na burbuja,estacionados en el tiempo y ele espacio y a base de NTV y Granma!!!!Bajen,aterricen…yo se que los que acceden a este blog tienen Internet y estan “arriba de la bola” pero miren a su alrededor.Yo se que el transporte esta malo,pero lleguen a las fabeles,por favor!!!
para terminar,si siguen hacienda este periodismo,los clauuraran!!!Se recuerdan del Cooperante de la salud???Siempre lo mismo !!!
Rubén, quisiera decirlo de otra forma pero no encuentro la manera: NO ENTENDISTE NADA DE NADA. Solo apunto que el periodismo es mucho más grande que un lead donde se debe explicar “qué, quién, dónde, como, cuándo y por qué”… El periodismo no solo son noticias, Rubén. Deja algún espacio de tu alma para el goce estético (cosa también del periodismo, claro está).
Conozco esta historia muyyyy de cerca pork mi madre es una de esas dulces doctoras que describe Lianet. Desde una perspectiva lírica, afanada en describir lo que debe ser la supervivencia en un sitio tan poco cálido como un hospital repleto de niños enfermos, el trabajo me resulta conmovedor, aunk supongo que muchos de los que lo leyeron se habrán quedado con la duda de qué es lo que hay detrás…. Yelennys le exige a las autoridades de la provincia, a Raúl y al Espíritu Santo, que le regalen un refrigerador, le pongan el piso a su casa y le hagan un tanque de agua….obvio, ni Yelennys ni el cuarto padre trabajan; Yelennys y el cuarto padre fuman como dementes y no han mostrado disposición alguna a cambiar su estado actual….de todas formas, viven en el hospital….Toda realidad tiene sus matices…
Lya debería tener una columna… I’m just saying…
De acuerdo con Rubén. Le falta o le sobra.
Leanet, soy una de las dulces doctoras, deberias dar una vuelta por ese lugar, que para nosotros es un segundo hogar, a veces casi el primero y veras otra Yelennys (no son iguales, apenas la conocemos) que tambien decidio vivir en nuestra sala de Respiratorio B con dos hijos. Es lamentable, es deprimente, que esa sea la solucion escogida por esas madres, que expongan a sus hijos de esa forma al peligro que constituye vivir en un hospital. Es lamentable tambien que esten ocupando el espacio y las camas que estan destinadas para niños enfermos, el lugar, que en estos momentos, otro que lo necesite no podra utilizar. Al menos el 4 de enero tu pudiste instalarte, hoy 29 nadie podra. Nuestras capacidades se han colmado, porque contamos con 12 camas menos para lograr que muchas personas como tu puedan despues de varios dias, armar el equipaje “con la premura del reo liberado”. Te garantizo otra cosa, la directiva del centro ha intentado, sin exito, hacer cumplir las mas minimas y elementales reglas de convivencia en una institucion hospitalaria y la policia y las sirenas, nunca han existido. A Cristiano, Cynthia y Chris Angely los queremos, incluso de cierta manera tambien a sus padres, forman parte ya de nuestra familia, de ese “lugar mas triste del mundo” que tanto amamos, a ellos por desgracia no les podremos decir concientemente “que no vuelvas nunca” porque sabemos que Cristiano volvera, porque ha sido nuestro desde que nacio y lo sera siempre, aqui estaremos para cuando lo necesite. De todo esto debe quedar algo bien claro: El hospital no es un lugar para vivir
Soy uno de eso dulces médicos que trabajan a diario en el hospital para debolverle a cada familia una sonrisa y no la tristesa , es lamentable que instituciones como estas de tan buenos resultados y donde el personal que labora entrega lo mas grande de si , lleguen familias muchas de elllas disfuncionales con el objetivo de obtener beneficios a cambio ,de la salud de un niño y hacen lo que este más halla de sus manos, con el objetivo de lograr su proposito aunque esto sea violar los derechos de los mimos, instalandolos de forma contundente en medios desfavorables para un niño sano ,es importante comentar que nuestro hospital nuca sea sacado a ninguna familia con la policia , espero que no se le de la importancia a este material que la escritora de forma romantica realizo
Juan, ¿Usted es tonto o no sabe leer? ¿Dónde dice que sacaron a la gente del hospital con policías y sirenas? Por favor! Lea primero BIEN y después opine.
pd. mejore la ortografía también (de paso)
Estoy muy de acuerdo con MDM y Liena, no voy a repetir lo que ellas dijeron, está muy romantico el articulo, muy bien elaborado, pero en resumen, se comprende a la legua, sacando las palabras bonitas y rebuscadas de la periodista, y viendo lo objetivo de la historia de la madre, que la tipa es una irresponsable, y la pose del esposo actual lo dice todo.
Esta Sra vivia frente a mi mama en Santa Clara, es un caso, no quiso irse del Hospital Pediatrico hasta que el estado no le arregle el lugar que se tomo(antigua pizzeria)solo en Cuba suceden estas cosas; en otro pais llega la policia y te saca del lugar que ilegalmente usupaste. Vive explotando su condicion de madre de niños con capacidades diferentes, a pesar del subsidio que recibe por ellos. Que pena el periodista no investigo un poco mas la historia.