El metodismo cubano en una nuez (IV y final)

Los metodistas hicieron una elección sin resquicio alguno para la diversidad, lo cual reforzaron con una visión fija e inmutable de la cultura y el pueblo cubanos.

Congregación por "el diseño original", Iglesia Metodista de Marianao. Foto: Iglesia Metodista.

And the beat goes on, the beat goes on
Drums keep pounding a rhythm to the brain.

“The beat goes on”
Sonny and Cher (1967)

Hace cuatro años, el 2 de febrero de 2015, el obispo metodista Ricardo Pereira pronunció un sermón en 25 y K en el que contó la siguiente historia:

El mayor problema que yo tenía con este hombre era su manera de sentarse. Porque él se sentaba con las piernas unidas como si usara falda estrecha. Yo le decía: “¡abre las piernas, siéntate como un hombre!”. Intenté llevarlo a jugar pelota, pero le gustaban las damas y el parchís. No había manera de que le entraran los deportes fuertes.

Para más desgracia, su mamá le había puesto “el Niñito”, un hombre de este tamaño así, y él había desarrollado una voz fina: “ña, ña, ña, ña”. Criado entre hermanas, sus manos muy suaves. Hasta que Cristo hizo una obra en su vida. Él no era homosexual, era afeminado. Porque se crió entre dos hermanas, la madre lo ponía a fregar, era el chiste de la familia. Hasta que un día me dijo que quería ser pastor. Imagínense: “ña, ña, ña” predicando así, y flojo.

Pues bien: se casó con una mujer distinguida, tiene una linda familia, en Cuba fue ordenado por la Conferencia Anual y en este momento sirve en algún estado de Estados Unidos haciendo iglesias por la gloria de Dios.

Dice un viejo adagio que la tradición merodea como un duende en las cabezas de los hombres. En la figura de su obispo, la iglesia metodista local ha preferido mirar atrás y renunciar a que sus miembros ejerzan el libre albedrío, ese mismo que hace tres años presidió a la Conferencia General Metodista (2016), cuando se nombró una comisión –llamada “El Camino a Seguir”– para estudiar las sagradas escrituras y elaborar planes que abordaran la sexualidad en las iglesias metodistas de todo el mundo.

Entonces aprobaron tres. El más interesante fue una recomendación del Consejo de Obispos para permitir a iglesias y pastores tomar decisiones sobre esos temas partiendo de las características concretas de sus congregaciones. Se trata, obviamente, de aspectos controversiales, pero que al menos dan a líderes y fieles la posibilidad de lidiar con los cambios socioculturales en el mundo de hoy de la manera como lo determine la comunidad.

Llegado a este punto, sobreviene la  pregunta de si en Cuba las iglesias metodistas conocen que sus homólogas de fuera están discutiendo si permitir o no a sus pastores oficiar matrimonios entre personas del mismo sexo o si ordenar o no a ministros LGBTIQ, aunque estos elementos de democraticidad y aggiornamento vayan acompañados por un reforzamiento en el lenguaje en el Libro de Disciplina a fin de hacer cumplir las prohibiciones sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la ordenación del clero LGBTIQ.

Metodistas LGBTIQ, St. Louis, Misssouri. Foto: Sid Hastings / AP.

Es un proceso, a todas luces, contradictorio. Por esa clásica pulsión entre tradición y renovación, se permitiría que las iglesias individuales salieran de la denominación si así lo decidieran. De acuerdo con religiosos, pastores y académicos, es muy posible que en un futuro inmediato congregaciones enteras abandonen el metodismo debido a las posiciones ultraconservadoras que, en general, lo caracterizan.

Aquí radica, en breve, una de las razones por las que su capítulo cubano resulta siempre demasiado parecido a sí mismo. Se trata, simplemente, de un problema de poder ante un “avivamiento” que viene siendo cuidadosamente construido, en especial desde los años 90. Y no hay lugar para fisuras. La homosexualidad es incompatible con la cristiandad, una política que el metodismo incorporó en 1972. Un cónclave recién concluido en St. Louis, Missouri, acaba de cerrarle la puerta al cambio.

Eso fue lo que llevó al pastor Lester Fernández a decir en 25 y K que en varios países de Europa se habían aprobado leyes para regular las uniones entre personas del mismo sexo, lo cual atribuyó a debilidades de la Iglesia. “Gracias al Señor”, dijo, “nuestras iglesias en Cuba no están así y el Señor nos ha preparado para este momento hoy más que nunca porque somos una iglesia bien definida y el pecado que se aborrece, se aborrece”.

Una singular mezcla de doctrinarismo, protagonismo y miedo explica la proyección pública del liderazgo metodista local, manifiesta primero en las cartas oponiéndose al matrimonio igualitario, junto a otras iglesias cristianas y evangélicas; después en el culto de clamor por la familia, donde exhibieron carteles con la inscripción “Estoy a favor del diseño original”.

El idiolecto usualmente bíblico del obispo se transmutó de pronto en lenguaje de trinchera al decir desde los locales de El Vedado: “Seguro que en cualquier lugar de Cuba sería una mañana extraordinaria, como ya podrán ver por las fotos lo que ha sucedido. Yo preferí estar en este que para mí es el Cuartel General”.

Pastores vs. matrimonio igualitario. Foto: Iglesia Metodista.


“No somos homofóbicos porque los cristianos no tememos, no rechazamos y no somos intolerantes de [sic] las personas homosexuales; por el contrario, cumpliendo con el mandato divino, los amamos, oramos por ellos y les predicamos el Evangelio”, dice uno de los manifiestos de las iglesias. Pero entre ellos no puede haber aceptación de la alteridad porque lo característico de su pensamiento consiste en identificar una causa pecaminosa cuya solución radica en validar la palabra verdadera, administrada por el predicador.

Y ya sabemos cuál es esa “palabra verdadera”, profunda, subyacente, si nos atenemos a la historia referida al inicio. Una estudiosa lo dice: “existen acontecimientos que prevalecen en la vida y que en la mayoría de los casos son dramáticos: la transgresión, el pecado, la enfermedad, el dolor, la pobreza, la muerte; todos estos acontecimientos están determinados aparentemente por la forma en que se ha conducido la vida, y quien los vive necesita la salvación y el perdón, por lo cual se requiere de la intervención de un tercero, de un ‘otro’ que lo absuelva, perdone o restaure, para esto es necesario la ‘renuncia a sí mismo'”.

Esta idea de arrepentimiento/perdón/conversión se encuentra específicamente desarrollada en el punto 4 de uno de los manifiestos contra el matrimonio igualitario: “el amor de Dios es para todos los seres humanos independientemente de su orientación sexual, ideología política o religiosa, para ser regenerados y transformados una vez que hayan procedido al arrepentimiento por medio de la fe en Jesucristo”. Para decirlo en lenguaje directo: las iglesias afirman –y la metodista con ellas– que las personas homosexuales viven en pecado solo por su condición de tales, pero que son rescatables si renuncian a esa preferencia sexual/identitaria y entran por un aro: el suyo.

Los metodistas hicieron una elección sin resquicio alguno para la diversidad, lo cual reforzaron, de pronto, con una visión fija e inmutable de la cultura y el pueblo cubanos. “La noticia de que la Asamblea del Poder Popular ha descartado la propuesta del artículo 68, como estaba en el proyecto, y que lo hacen porque se demostró que una parte mayoritaria de la población de Cuba lo rechazaba, da una medida de cuánto el pensamiento de la Iglesia Evangélica de Cuba representa al Pueblo Cubano. Damos gracias a Dios por ser parte de esta Iglesia Evangélica en Cuba”, dijeron en diciembre.

Durante todo el proceso del artículo 68 desarrollaron un ejercicio de visibilidad pública buscando apoyo e incluso empatía social para sus posiciones. Firmaron documentos/manifiestos. Utilizaron los locales de la iglesia de K y 25 para un peculiar “ecumenismo”. Salieron a hacer proselitismo y a repartir biblias. Distribuyeron y pegaron pasquines. Hicieron cultos con alto nivel de ruido ambiental. El acto final fue más capital simbólico: una renovación de los votos matrimoniales y de apoyo a la familia tradicional en el Malecón habanero.

Confirmación de votos matrimoniales en el Malecón. Foto: Iglesia Metodista.

“En el día de hoy, muy próximo a la celebración del Día de los Enamorados y solo a una semana de la votación sobre el proyecto de Constitución en Cuba, con un art. 82 muy amplio sobre familia, las iglesias de Marianao y el Vedado decidimos terminar nuestra Fiesta de Confirmación de Votos Matrimoniales en el Malecón Habanero. Más de 200 parejas reafirmamos nuestro compromiso de ‘amarnos hasta que la muerte nos separe’ y [de] que “varón y hembra” como Dios nos creó es Matrimonio y base de la Familia”, dijo en Facebook el pastor Lester Fernández.

Igual que en todas partes, se colocaron ante el problema como si se tratara de un tsunami o un Armagedón. “Queremos sensibilizar a las autoridades del peligro que puede traer para la nación el matrimonio igualitario”, había dicho en julio Dariel Llanes Quintana, presidente de la Convención Bautista de Cuba Occidental.

No hay peras en el olmo. El ritmo continúa.

 

 

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