Alrededor de la 1:30 de la tarde del 22 de noviembre de 1963 el entonces presidente cubano, Osvaldo Dorticós, descuelga el teléfono y pide que le localicen al entonces primer ministro, Fidel Castro, quien se encontraba desayunando en una vivienda del balneario de Varadero. Minutos después, Fidel se pone al teléfono y de inmediato cambia de semblante.
“¿Cómo? ¿Un atentado?”, se le escucha decir. De inmediato se vuelve hacia los que lo rodeaban. “Han atentado contra Kennedy”. De nuevo al habla. “¿Herido? Muy gravemente?” y cuelga tras Dorticós prometerle que lo llamaría con más detalles. Regresa a la mesa y repite tres veces: “es una mala noticia”. Dos personas testimonian esos momentos dramáticos: su ayudante y médico personal, el comandante René Vallejo, y el periodista francés Jean Daniel, quien ha muerto esta semana en París a los 99 años.
Poco después, cuando Vallejo trajo un radio a la habitación sintonizado en la filial de la cadena NBC en Miami anunciaron que John F. Kennedy había fallecido, Fidel habría de comentar: “ahora todo ha cambiado. Todo va a cambiar. Kennedy era un enemigo al que nos habituamos. Este es un asunto serio, muy serio”.
Y en un gesto de anticipación política, sentenció: “Ahora ellos tienen que encontrar al asesino rápidamente, muy rápidamente, si no ya lo verán, los conozco bien, van a tratar de involucrarnos en esto”.
Efectivamente, dos horas después, cuando se dirigían a visitar una granja del pueblo en Matanzas, el grupo escuchó decir en la radio del carro que el asesino había sido atrapado, que su mujer era rusa y que, además, era un “admirador” de Castro porque las autoridades estadounidenses descubrieron que estaba afiliado al Comité Por un Trato Justo hacia Cuba.
Reflexión inmediata del líder cubano: “Si tuvieran pruebas dirían que es un agente [cubano], un cómplice, un asesino a sueldo. Al decir simplemente un “admirador”, están tratando conectar en la mente de la gente el nombre de Castro y la conmoción provocada por el asesinato. Es publicidad, propaganda”.
La curiosidad de todo este episodio se fundamenta en que exactamente un mes antes Daniel, un periodista francés de la revista Le Nouvel Observateur, se reunió con Kennedy en la Oficina Oval y le reveló al mandatario que tenía pautado un viaje a La Habana para el mes siguiente para intentar reunirse con Fidel. Kennedy le pidió un favor al que accedió de inmediato. Quería enviarle un mensaje de paz e iniciar conversaciones discretas que eventualmente pudieran conducir a una normalización de las relaciones. Se sabe que colocó sobre la mesa puntos concretos, pero se desconocen los detalles, aun clasificados. Daniel nunca los reveló.
El año anterior, Castro y Kennedy –y el premier soviético Nikita Kruchov por el medio– sostuvieron un duelo politico-militar que estuvo a punto de llevar el mundo al holocausto nuclear: la Crisis de Octubre, como se le conoce en Cuba, o Crisis de los Misiles para el resto del globo, cuando la difunta Unión Soviética colocó varias baterías de misiles nucleares en Cuba con el desconocimiento de Estados Unidos. La crisis se resolvió en trece días, pero la rivalidad entre los dos países se consolidó.
Kennedy era muy amigo de Ben Bradlee, el legendario editor ejecutivo del Washington Post durante los días del escándalo Watergate y a la sazón corresponsal de la revista Newsweek en París, donde hizo amistad con Jean Daniel. Para conversar con el mandatario estadounidense, el francés pidió ayuda a su colega, quien lo puso en manos de la primera dama, Jacqueline Kennedy.
Daniel escribió que el mandatario no le manifestó admiración por Fidel Castro, pero sí un enorme respeto por el cubano debido a la firmeza con que participó en las negociaciones de la Crisis de Octubre. Reiteró su oferta con el ruego de que fuera ponderada por el bien de las relaciones entre ambos vecinos.
Un mes después, Jean Daniel estaba caminando por el lobby del hotel Riviera cuando se encuentra casualmente con su compatriota, el fotógrafo Marc Riboud, quien trabajaba para la agencia Magnum. Los dos se conocían de muchos años. Excepto en China, trabajaron juntos un poco por todo el mundo. Este iba a ser un momento de oro para Riboud porque pudo fotografiar a Fidel Castro en un ambiente muy relajado.
Cuando llegó a la Isla, lo primero que hizo Daniel fue manifestar su interés en conversar con Fidel. Como eran tiempos en que la burocracia estatal no andaba en tantos enredos como ahora con los periodistas, estaban los dos franceses recordando viejos tiempos muy tranquilamente cuando suena el teléfono en la habitación de Daniel. Del otro lado –rememora en unos apuntes– alguien le comunicó que “el primer ministro estaba abajo y que quería verle”.
Lo que se siguió fue una conversación que comenzó a las 10 de la noche y terminó a las 4 de la mañana. Fidel’s time en todo su esplendor. Y para Riboud su oportunidad dorada. En esa charla el líder cubano le contó a los franceses cómo hizo la Revolución Cubana, cómo fue la Crisis de Octubre del año anterior y escuchó la propuesta de JFK. Todo en un ambiente tan relajado que, entre otras cosas, llevó a René Vallejo a dormirse, como lo documenta una de las imágenes de Riboud. A su lado se ve a Michèle Daniel descalza e intentando no dormirse. Su marido está tan enfrascado en la conversación con Fidel y con el escritor Juan Arcocha, quien sirvió de traductor, que ni siquiera se le ocurrió quitarse el saco.
Lo único que Jean Daniel ha escrito sobre la reacción de Fidel a la propuesta de Kennedy fue que aseguró que iba a prestar atención, pero teniendo en cuenta el pasado. Dijo, además, que estaba consciente de la seriedad de Kennedy porque había conversado con Kruschev sobre el mandatario y este le había trasmitido esa impresión. “Se que es un hombre serio”, dijo. Años más tarde, en una entrevista con Maria Shriver, sobrina de Kennedy, Fidel le dijo que tenía una gran impresión de Kennedy. Lo consideró el mejor presidente estadounidense y dijo admirarlo porque se mantuvo firme frente a los militares que querían arrasar con Cuba.
Al día siguiente del madrugón en el Riviera, Vallejo llamó a Daniel y le dijo: “el Comandante quiere invitarlo a pasar el fin de semana en Varadero”. El francés respondió que sí, pero Riboud no pudo ir porque tenía otro compromiso y ese día salió hacia París. Por eso no hay fotos del momento en que Fidel se enteró de la muerte de Kennedy. Lo demás es historia.
Jean Daniel acaba de morir. Fue reportero del Observateur y llegó a ser su director. Uno de los más importantes periodistas franceses: conoció a casi todos los líderes políticos de su época. Y hombre de gran influencia en la sociedad francesa y hacedor de periodistas.
Con su muerte desaparece el último condottieri del periodismo europeo.