La COVID-19 ha cambiado el mundo. Ha contagiado a millones, ha causado la muerte a cientos de miles, ha propagado el miedo y el sufrimiento a la par de su invisible victimario: el coronavirus Sars-Cov-2. Para intentar contener su mortal invasión, se han cerrado fronteras por doquier; se ha cancelado viajes, eventos y clases; se han impuesto largos confinamientos y restricciones que, tras flexibilizarse por la aparente mejoría, han debido retomarse en muchos países ante nuevas oleadas de la enfermedad. También en Cuba.
Las personas tampoco son hoy las mismas. La cuarentena ha trocado su dinámica de vida, sus prioridades e intereses; las ha obligado a adaptarse a una realidad diferente, más opresiva y claustrofóbica; a multiplicar las interacciones virtuales por encima de las físicas; a ser creativas y voluntariosas para vencer las limitaciones que supone la pandemia; a perseverar para, aun desde sus casas, aferrarse a lo que son, a lo que hacen, a lo que quieren; para encontrar, incluso en la adversidad, una oportunidad para crecer. También en Cuba.
Mariacarla Dausá y Claudio Peláez hallaron esa oportunidad. Ella, productora, y él, realizador audiovisual, ambos con 29 años de edad, decidieron unirse en un proyecto que, en medio de una circunstancia tan compleja, los mantuviese activos creativamente, aprovechando las herramientas a su disposición, convirtiendo las desventajas ―tecnológicas, espaciales― en fortalezas. Un proyecto que les permitiera hacer lo que tanto les gusta: contar, aun cuando esta vez no pudiesen hacerlo con imágenes sino (solo) con sonidos, en el formato de podcast; que les posibilitara llegar a muchos a través de la voz de un grupo de personas ―algunas muy conocidas; otras, no tanto, pero con una obra, sin dudas, destacable―, que como ellos, como tantos, también estaban atravesando la cuarentena.
“La idea de 7 minutos de tu cuarentena surge a inicios de la pandemia ―cuenta Claudio, colaborador de OnCuba y ahora entrevistado―, ante la curiosidad de conocer cómo los cubanos y las cubanas estaban viviendo el momento, y con el ánimo de que sus experiencias se convirtieran también en un referente para quienes los escucharan, que sirvieran como herramientas para enfrentar la cuarentena desde los hogares y en lo individual. Por ello, nos interesó conversar con los entrevistados no solo de su trabajo y de su vida en general, sino de su rutina en estos momentos, desde qué películas veían o qué libros estaban leyendo hasta qué preparaban de comida. Queríamos que las personas pudieran encontrarse en la voz de quienes entrevistábamos y también dejar un testimonio de cómo se estaba viviendo en Cuba la cuarentena.”
¿Por qué se decidieron por el formato de audio y por los siete minutos como tiempo tentativo para el podcast?
Decidimos escoger el formato de audio porque nos era más barato y porque el video suponía una interacción que resultaba más difícil por la pandemia. Luego, también comprendimos que el audio daba más intimidad y confianza a quienes entrevistábamos. Ese acierto ha terminado por ser una fortaleza del proyecto. Siento que el poder de la voz nos ha permitido acercarnos mucho más a personas que, de no ser por este atrevimiento, jamás hubiéramos conocido.
En cuanto a la idea de que fueran siete minutos se debió a que en un principio nos pareció un tiempo prudente para crear empatía entre el entrevistado y los oyentes, para que las personas que nos escucharan pudieran acercarse y transmitirle el mensaje que deseábamos. Luego nos percatamos que ningún cubano o cubana habla siete minutos en una entrevista, que somos muy conversadores, pero eso no representó una limitante pues pensamos el podcast como algo que no es rígido, aunque su nombre marque un tiempo que nunca cumple.
¿Cómo ha sido el proceso creativo en medio de las limitaciones por la COVID-19? ¿Cuán complejo ha sido encontrar el apoyo necesario para llevarlo adelante?
Ha sido difícil, porque es un podcast prácticamente diario, pero hemos ido aprendiendo y sorteando los obstáculos sobre la marcha. En la primera temporada todo lo hacíamos desde el celular: las llamadas y la edición del podcast. El celular era nuestro único y más importante instrumento de trabajo, la herramienta para la creación y distribución de cada entrevista. Pero ya para la segunda temporada, que es en la que estamos ahora, hemos trabajado un poco más en la producción y hemos echado mano al Adobe Audition, un programa para grabar y editar el sonido que nos permite también mejorar la calidad del audio.
Decidimos terminar la primera temporada siempre pensando en una segunda. Pero esta vez decidimos buscar apoyo y financiamiento que contribuyera a costear los gastos. Queríamos ver cómo lográbamos sustentar un proyecto como este, que nació de nuestra iniciativa y recursos propios, pidiendo ayuda en un contexto de crisis como la pandemia, en el que las personas economizan su dinero pues no saben cuánto tiempo puede durar y suelen ser más desconfiadas a la hora de contribuir. En ese intento, hemos encontrado algunos a quienes en estas circunstancias les resulta difícil apoyar un proyecto que no es muy conocido, pero también encontramos a personas que apostaron por él, porque como nosotros valoran el esfuerzo y la pertinencia de lo que estamos haciendo.
Agradezco entonces a Juanito Delgado, creador del proyecto Detrás del Muro, quien no dudó en apoyarnos y, además, conspiró para involucrar a otros amigos como Roberto Fabelo (hijo) que han hecho posible esta segunda temporada. También a Tercer Paraíso Cuba, que se involucró desde que le comentamos la idea, y a un amigo en México que, con su proyecto Soy Yoruba, nos ha brindado su apoyo. De alguna manera, 7 minutos +, que es como se llama esta segunda temporada, es un ejercicio de cómo hacer y vivir de un esfuerzo comunicativo en medio de un momento de crisis, e involucrar a otras personas en este empeño.
¿Cómo es el proceso de selección e interacción con los entrevistados?
La selección de los entrevistados es muy diversa. Va desde personas que son bien conocidas, que tienen una presencia sistemática en los medios, hasta otras desconocidas, pero con una labor importante y experiencias muy positivas que aportar. Intentamos lograr un balance entre hombres y mujeres, entre los más jóvenes y los menos, y abarcar la mayor cantidad de profesiones posibles, aunque principalmente han sido del mundo de la cultura.
Queremos también que el proyecto sea un espacio donde quepan voces diversas, personas que incluso pongan en crisis lo que creemos o pensamos tradicionalmente sobre algún tema. Si algo bueno me ha dejado hasta hoy el podcast ha sido la posibilidad de conocer e interactuar con personas de las que podía tener una idea preconcebida, una opinión que ha cambiado, mayormente para bien, luego de entrevistarlas. Y espero que eso le haya sucedido también al menos a una parte de los oyentes. Entonces, estas dos temporadas han sido también un espacio para derrumbar prejuicios personales y una oportunidad para agradecer a quienes acceden a compartir con nosotros y el público del podcast más de siete minutos de conversación.
En cuanto a la forma de contactar a los posibles entrevistados, muchas veces lo hacemos por Facebook. La mayoría no responde, así que si alguien lee esta entrevista y tiene un mensaje mío en su chat le agradecería de verdad poder entrevistarle. Puede parecer sencillo, pero en realidad es agotador contactar e interactuar con las personas. Te pasas casi toda la semana pensando en quiénes pueden ser los próximo entrevistados, intentado ganar su confianza y que entiendan de qué va el espacio, cuál es la importancia que le vemos en estos momentos; pero, bueno, hacerlo es parte del proceso, del reto que resulta llevar adelante el proyecto, y lo divertido y enriquecedor al mismo tiempo.
¿En qué sitios del ecosistema digital pueden escucharse los podcasts? ¿Qué reacciones y retroalimentación han recibido hasta ahora por su trabajo?
7 minutos + sale de lunes a viernes a través de dos canales que hemos creado: uno en Whatsapp y otro en Telgeram. Son redes que permiten la distribución de audio y que, al mismo tiempo, no consumen tantos megas al público al que queremos dirigirnos fundamentalmente, que es el cubano. Por los motivos que todo el mundo sabe, en Cuba la gente cuida sus megas como oro y hemos tratado de respetar eso, para que no tengan que dar muchos clics para escucharlo.
Cada nuevo capítulo lo comparto siempre en mi Facebook con una foto del entrevistado y los enlaces que llevan a los canales de Whatsapp y Telegram. En algún momento tuvo presencia en YouTube en la primera temporada, pero nos dimos cuenta que no tenía el impacto que queríamos y llevaba un esfuerzo de conexión increíble. Los astros tenían que alinearse para que la wifi no se cayera y poder subir el video. Decidimos entonces irnos por plataformas más ligeras a la hora de subir y consumir el podcast. Y en esta segunda temporada, OnCuba ha replicado algunas de nuestras entrevistas. Todo lo que ayude a promocionar nuestro podcast es bienvenido.
En cuanto a la retroalimentación, por los comentarios que hemos recibido las personas agradecen mucho el proyecto pues a través de él pueden conocer más de cerca a figuras que admiran, artistas, escritores, saber sobre su vida en medio de la pandemia, y en otros casos conocer a otras personas menos famosas que están haciendo cosas útiles por la sociedad en un momento como este. Muchos entrevistados, por su parte, también han agradecido la oportunidad y han visto el diálogo como un momento de autoevaluación de lo que ha representado para ellos la situación creada por el coronavirus.
Y ustedes, ¿cómo valoran lo hecho hasta ahora? ¿Qué ganancias personales y profesionales les va dejando y les gustaría que quedaran como fruto del proyecto?
La verdad es que estamos muy contentos. Como te decía al principio, haber logrado un apoyo económico por parte de amigos e involucrar a otros que no conocían del proyecto, pero que se sumaron porque reconocieron sus valores y se identificaron con él, ha sido reconfortante y es también una muestra de cómo emprender una iniciativa como esta. Lleva bomba, mucha bomba, pero se disfruta cuando ves el resultado y las personas que lo agradecen.
Hemos aprendido también lo duro que es llevar un espacio diario, pues estás todo el tiempo organizando, planificando, pensando en el trabajo que viene, tratando de que no se repita la misma profesión o el mismo perfil del entrevistado, y luego grabando y editando, puliendo los detalles para que lo que se publique tenga la mayor calidad. Y todo eso en medio de otras ocupaciones y también de nuestras vidas personales. Ha sido intenso.
En cuanto a las ganancias, la primera es la de poder dejar un testimonio de estos días que estamos viviendo, que han sido duros y excepcionales. Creo que si alguien en el futuro quiere conocer cómo vivimos la pandemia en Cuba podría hacerlo escuchando las entrevistas de 7 minutos de tu cuarentena y 7 minutos más. Ese es nuestro aporte. En lo personal, el proyecto me ha permitido conocer a muchos hombres y mujeres con diferentes maneras de ver y sentir la realidad. De cada cual nos hemos llevado un aprendizaje. Nos gustaría que quienes han podido escuchar las entrevistas se hayan descubierto en sus luces y sombras, que esos testimonios les hayan servido como algo positivo, tanto para emprender nuevos proyectos como para ver la realidad de una manera diferente.
¿Qué perspectivas tienen con el proyecto? ¿Hasta dónde piensan llegar?
Hasta ahora hemos hecho dos temporadas: la primera, con 49 entrevistados más un podcast resumen, es decir 50 capítulos, y la segunda, que va ya bastante adelantada, y en la que pensamos llegar también hasta los 50 capítulos. No obstante, estamos planificando ya una tercera temporada. Y, para ella, pensamos una vez más tocar muchas puertas, ventanas, sótanos y azoteas.
Lamentablemente, la pandemia continúa y mantenernos lo más posible en las casas y cumplir con las medidas higiénico-sanitarias y el distanciamiento físico, sigue siendo lo más recomendable. Por eso, el mensaje que intentamos transmitir con las entrevistas tiene aún la mayor validez. Nuestra intención entonces es mejorar lo que hacemos y llegar cada vez a más personas. Queremos ir paso a paso para poder alcanzar esa meta, mientras sea necesaria la cuarentena.