Hace ya una década, en los comienzos del 2012, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) respaldó el financiamiento de la única fábrica de leche en polvo que existe en Cuba. Se ubicó en la provincia de Camagüey por ser este el territorio líder en materia de ganadería vacuna en la Isla.
Perteneciente al Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria (GEIA), la fábrica constituyó una de las principales inversiones asumidas por el Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL) en su momento, con un costo de inversión que superó los 20 millones en moneda total.
Su diseño se concibió para el logro de una producción de 2.350 toneladas (t) anuales, a partir de los excedentes de leche fluida. A los dos años de su puesta en marcha, la fábrica debía alcanzar su capacidad máxima de procesamiento de 60 mil litros de leche fresca diarios.
La fábrica fue pensada para mantenerse activa hasta nueve meses por año; en lo fundamentalmente durante el período de mayor producción de leche líquida que coincide con la época lluviosa en la Isla.
Con tecnología 95 % china y 5 % italiana, la planta se previó para ahorrar al país cerca de 8 millones 500 mil dólares por concepto de compra en el exterior del alimento. Además, debía permitir la creación de una reserva del producto y contribuir a disminuir de forma gradual el monto de las importaciones anuales.
La fecha inicial fijada para su puesta en funcionamiento fue a mediados de 2013, pero no se logró. Alexis Bejerano Castillo, director de inversiones en la planta, declaró a Trabajadores en aquel momento que desde el inicio hubo problemas con la elaboración de los proyectos que a su vez trajeron dificultades en la inversión. A esto se sumó la llegada tardía de suministros y la calidad de la fuerza de trabajo.
El fin del cronograma de construcción se pospuso primero para enero y luego para abril de 2014. Vencidos también sin éxito estos plazos de terminación, la planta se declaró en la etapa final de construcción civil y montaje tecnológico, y lista para comenzar la fase de pruebas en agosto e iniciar la producción en septiembre de ese año.
Inaugurada por fin, después de sortear todas las deficiencias del proceso inversionista, cuando estuvo lista la industria, el abastecimiento desde las vaquerías, la materia prima imprescindible fue muy inferior a lo previsto, en volumen y en calidad.
Un año después de su arrancada en 2015, Yoel Marcillí, jefe de Producción de la planta, explicaba a OnCuba que se habían “hecho solo algunas producciones de prueba”, pero se esperaba “por la indicación del país para comenzar a trabajar”.
Mientras, un ganadero camagüeyano lo expresaba en otros términos: “¿La fábrica de leche en polvo?, ¿a quién se le ocurre construir una cosa así sin tener garantizada la materia prima? ¡Y era a nosotros a quienes debían habernos preguntado si podíamos entregarla!”.
Marcada desde su misma puesta en marcha por una sistemática inestabilidad, con largos períodos de inacción; en 2018, la fábrica logró una producción de solo 133.8 toneladas, que se destinaron al turismo. Fue este un año en que el territorio agramontino logró 90 millones de litros de leche entregados a la industria, monto que no se alcanzaba desde el lejano 1990.
Para 2020, la industria planificó 500 t del producto en polvo, pero desde su anuncio se previeron como una “cifra algo difícil de alcanzar”, debido a los atrasos en la entrega de leche fluida que a su vez era resultado de la sequía que afectó la región. En ese año, el acopio de leche fluida ni llegó a rozar los planes previstos por las causas citadas, además del mal manejo de los rebaños y el déficit de combustible, según explicaba Reinaldo Martínez González, especialista ganadero de la delegación provincial del Ministerio de la Agricultura.
De acuerdo con estándares internacionales, se asume que el rendimiento de la leche entera fluida, cuando se produce leche en polvo, es del 10 %. Para producir un kilogramo de leche en polvo se necesitan entre 10 y 11 litros de leche fluida, en dependencia de la concentración de los sólidos presentes. Para producir una tonelada de leche en polvo se requieren hasta 10.000 litros.
Sin leche fluida abundante y de óptima calidad no puede elaborarse leche en polvo. Para que pueda destinarse leche líquida a la elaboración de su modalidad en polvo debe existir suficiente producción como para satisfacer la demanda de leche fluida y poder además abastecer la industria. Y el acopio de leche es una asignatura pendiente de la agricultura cubana.
De acuerdo con cálculos oficiales, Cuba requiere una producción anual de 1.000 millones de litros para satisfacer toda la demanda interna. En 2014, año en que estuvo lista la fábrica camagüeyana, la producción de leche en la Isla solo alcanzó los 497,1 millones de litros, según la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), una cifra que no rozó ni la mitad de lo que se precisa.
El año 1989 fue el último en el que se registró como cubierta la demanda de leche líquida en Cuba. Las insuficiencias productivas obligan a invertir más de 180 millones de dólares anuales para adquirir leche líquida, de los 2.000 millones de dólares que destina el Estado cubano a la importación de alimentos.
Desde 2015 hasta el cierre de 2021, las circunstancias relacionadas con el déficit productivo de leche fluida se han mantenido. Según datos ofrecidos por el economista cubano Pedro Monreal, la producción de leche fresca registró en 2020 el tercer nivel más bajo en tres décadas. Entre 2016 y 2020 se redujo un 25,7% y continuó cayendo. Entre enero y septiembre de 2021 registró un 23% menos que en el periodo comparable de 2020.
En los últimos tiempos las medidas gubernamentales encaminadas a paliar esta tendencia negativa no han tenido éxito. La más reciente, de noviembre pasado, fue el aumento del precio hasta un máximo de 20 pesos por litro de leche.
No se avizora el fin de la carencia
Además de importar leche fluida, la casi la totalidad de la leche en polvo que se consume en Cuba se importa. De acuerdo con datos ofrecidos por la ONEI, la importación de este rubro se mantuvo, entre 2017 y 2020, en el orden de las 57.000 t en el primer año y 45.000 t el último, por valores de $173.515 USD y $154.245 USD, respectivamente.
El valor de las importaciones de este producto ha mantenido cierta estabilidad a lo largo de los años. Sin embargo, en medio del actual contexto de crisis que vive el país, en septiembre de 2021 Cuba comenzó a enfrentar un notable desabastecimiento de leche en polvo que ha afectado la cobertura de la demanda básica en varias provincias, entre ellas Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín, La Habana y Pinar del Río. Aunque, antes de esta fecha, ya el país presentaba bajos niveles de circulación del producto, evidenciado por su ausencia total de la red de tiendas para comercialización de productos en moneda libremente convertible.
Los territorios más afectados por el déficit actual son los que tienen una mayor dependencia de las importaciones del producto. En el resto de las provincias, las necesidades se han compensado con la producción territorial de leche fluida.
El destino de la leche en polvo que se importa es cubrir las necesidades de distribución a niños de hasta siete años de edad, personas con enfermedades crónicas específicas, instituciones de salud y círculos infantiles. Una pequeña parte de las importaciones se envía a la industria láctea, donde se emplea como materia prima para la elaboración de otros derivados.
Las causas esenciales de las actuales dificultades con el suministro, según afirma la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, son la disponibilidad de financiamiento y buques; el bloqueo de Estados Unidos; y los tiempos de travesía desde los distantes lugares de importación.
Nueva Zelanda y Uruguay son los principales proveedores de este alimento a la Isla. En 2020, nada menos que el 84 % de la cuota del mercado cubano fue cubierta por estas naciones.
La leche en polvo es considerada un alimento básico para la población cubana. Mientras, la dependencia de las importaciones de esta mercancía ubica a la Isla en el segundo lugar en América Latina y el Caribe, solo antecedido por El Salvador.
En un contexto de disminución de las importaciones de leche en polvo, si la fábrica de Camagüey pudiese alcanzar y sostener los ritmos productivos para los que fue diseñada (un máximo de hasta 2.350 toneladas en un año), aunque no cubriría toda la demanda nacional, aliviaría una parte que no resulta desdeñable.
Otra inversión que ha sido enterrar el dinero, aunque en este caso, fue dinero del pueblo de Venezuela.
Me preocupa que en la Habana a nosotros los enfermos de vihsida nos quitaron la leche en polvo
Buenos días. Subsidiar a los productores.quitar intermediarios. Pagar en MLC virtual. Y los gobiernos municipales jugar su roll que obtengan su 1 % para el propio desarrollo de esta produccion
El artículo comienza la historia en 2012. Pero esa fabrica estaba lista para inaugurarse en 1990 con tecnología yugoslava. Falta buena parte de la información. La parte más triste.
La planificación centralizada sometida al dogma marxista ha provocado daños incalculables tanto en lo económico como en lo moral. Es otro bloqueo cruel de los tantos que hemos tenido que soportar durante décadas.
La lèche ..la base de todo …cuando en Cuba se puede tomar un poco de LECHE ..
Socorro !!!!!
Leche en polvo o el pueblo cubano hecho polvo y de mala leche. El comunismo no funciona, los dictadores comunistas deben marcharse, 63 años de miseria y destrucción. Patria y vida !!!.
Veo que los comentarios son antiguos como es natural todo esta peor no se q se considera cubierta las mecesidades porque en camaguey ya no hay agua de leche ni pata los enfermos